miércoles, 23 de enero de 2013

Algunos trucos de la propaganda antizapatista

Babel
Algunos trucos de la propaganda antizapatista
Javier Hernández Alpízar
 http://zapateando.wordpress.com/2013/01/23/algunos-trucos-de-la-propaganda-antizapatista/

Al doctor Feliciano García Aguirre, in memoriam

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Se llama falacias a ciertos trucos en la argumentación que, desde el punto de vista de la lógica, son incorrectos e inválidos, pero funcionan por motivos psicológicos, emotivos, por corresponder a prejuicios o falsas creencias ampliamente aceptadas (el mal llamado “sentido común”) o impuestas por la repetición en muchos espacios cuya “autoridad” se acostumbra no cuestionar (son la Biblia) como un canal de TV o radio, el diario favorito de un sector, tal o cual firma de un reportero, columnista o escritor.
Para destruir racionalmente un argumento de este tipo basta un poco de ejercicio de raciocinio, como encender una luz en un cuarto oscuro y mostrar los hilos del truco, pero además de una cierta apariencia lógica (en ocasiones, pues en otras el absurdo funciona emotiva y eficazmente), las falacias se basan en el uso de la imaginación para satisfacer las creencias que ya se tienen por motivos vivenciales, psicológicos, pasiones, intereses y prejuicios. Algunas se siguen creyendo porque a ellas va adosado el orgullo de pertenecer a algo: un club, partido, clase, generación, nacionalidad, etcétera.
El más claro ejemplo es el escarnio, porque obedece a los bajos instintos de quien ríe y se hace cómplice de la burla. Además nadie quiere identificarse con quien es objeto de burlas, e identificarse con el burlador da una sensación falsa de triunfo. Pero si bien la risa es un elemento liberador de autoritarismos, también es un vehículo para falacias que no pasan por una revisión racional de los argumentos: ¿los chistes misóginos, homófobos o racistas hacen reír a multitudes, pero muestran la “verdad” del machismo, el racismo y la homofobia?
En el caso del antizapatismo, mostraremos ciertos tipos de falacias que con diversos matices, pero complementándose entre sí, están esparciendo los interesados en promoverlo: caricaturistas, columnistas, articulistas, redactores de los diarios y medios de masas, trolls, etcétera.
Algunos trucos son:
La falacia por el número de creyentes: El argumento tiene un profundo grado de emotividad, porque la democracia electoral se basa en el conteo de votos y gana quien más obtenga (si no hay fraude), pero como la izquierda electoral se ha enfrentado a múltiples fraudes y a trampas en el juego electoral, tienen muy arraigada la idea de ser la mayoría y que su decisión fue burlada, por ello derivan (incorrectamente) que sus creencias son (en paquete) verdaderas, legítimas, y todo lo que las cuestione es erróneo, espurio, ilegítimo y dañino. Pero el truco es éste: si bien en la democracia se deben tomar decisiones por mayoría, porque es el método que respeta la voluntad de más ciudadanos (en teoría, porque en la realidad el sistema es tramposos de pe a pa, y los votantes de izquierda lo han padecido en carne propia), esto no significa que en todas las discusiones tenga la razón o sea verdadera la creencia de la mayoría: ningún prejuicio se podría superar si así fuera. Por mayoría (real o aparente) se podrían imponer prejuicios como el machismo o el racismo, pero en muchas ocasiones un individuo (Sócrates, Galileo, por ejemplo) puede estar en lo cierto frente a un error de muchos, o una minoría tener la razón frente a una creencia de la mayoría (las feministas, por ejemplo, frente a un gran número de mujeres y hombres que reproducen el patriarcado). Que los zapatistas sean menos personas que las que integran otro colectivo de izquierda no dice que estén equivocados, es aritmética, pero no es lógica: si tienen o no razón, eso debe revisarse con información y argumentos.
Otro truco es el argumento “por autoridad”: Escritores, articulistas y caricaturistas que se ganaron un prestigio por apoyar al candidato favorito del público ridiculizan o demonizan a Marcos: aquí la autoridad ganada ante un cierto público les hace pretender que son capaces de juzgarlo todo y opinar de todo: por ejemplo, la periodista Sanjuana Martínez es una buena reportera sobre el mundo del crimen en México, pero un artículo suyo sobre la reaparición del zapatismo está lleno de las mentiras y los lugares comunes de la propaganda antizapatista. Las respuestas a su artículo que critican su falta de información y despiste sobre el tema no tienen la misma circulación. Su éxito se basa en una autoridad fetichizada de la reportera; es como si un teólogo famoso nos vendiera sus opiniones contra las teorías de Darwin, pero el texto de Sanjuana Martínez ya circuló y ayudó al regreso a la palestra de falsas ideas sobre el zapatismo. Ponemos el ejemplo de ella porque suponemos que escribió sus creencias y convicciones reales. Casos de periodismo o caricaturismo mercenario que operan bajo convenios económicos (publicidad de gobiernos del PRD o de otros partidos) son harina de otro costal, y son expertos en elaborar falacias, es su negocio.
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Falacia de la causa falsa: López Obrador no llegó a la presidencia en 2006 y en 2012 por las críticas de Marcos y o por el silencio de los zapatistas. Olvidan que quienes operan el fraude están en el gobierno y que las campañas contra el lópezobadorismo son parte de los mismos juegos sucios que usan todos los partidos contra sus competidores: incluso los columnistas lópezobradoristas contra sus competidores y contra el zapatismo o contra el Movimiento por la Paz: propaganda negra.
Sin embargo, el fraude de 2006 fue operado por políticos concretos: Elba Esther y sus cómplices. ¿Se han pregunto cómo lo hizo?, ¿cuántas personas en las casillas tuvieron que corromperse para operar el fraude? Porque al menos en Veracruz, perredistas de base han denunciado intromisión en sus elecciones internas de: Elba Esther y Miguel Ángel Yunes, ya no digamos las trampas de las tribus del PRD y gobiernos perredistas y priistas. Les resultó más fácil acusar a los zapatistas que revisar quiénes los traicionaron desde dentro de su estructura electoral. Y con las mismas fallas siguen participando en las elecciones y prometiendo que “ahora sí”. (¿Sabían que Marcos denunció en un programa de radio, al aire, el fraude de 2006, aun antes de terminar los conteos, por una filtración anónima desde el IFE? La organización que lo invitó a ese programa perdió su espacio en radio por censura, ¿cuántos seguidores de AMLO lo saben?)
Los zapatistas hacen críticas fuertes a López Obrador y a la izquierda electoral, pero quienes se enojan por ello olvidan preguntarse: ¿son ciertas? (algunos reconocían en 2006 que eran ciertas pero “no era el momento” de decirlas). Con el tiempo se ha venido comprobando que eran ciertas. Solamente algunos indicios: ¿López Obrador se salió del PRD con su capital electoral porque el PRD es un partido de izquierda con el que hay que estar unido a toda costa? ¿La participación de los gobiernos de izquierda electoral en la represión a los movimientos sociales y la contrainsurgencia en Chiapas acaso no resultó ser cierta? ¿Juan Sabines (priista llevado al poder en Chiapas por AMLO y su alianza electoral) no resultó contrainsurgente, represor y violador de derechos humanos, además de pillo y ladrón? ¿Ha seguido el lópezobadorismo reciclando a viejos representantes de la clase política priista a la que dice combatir como Manuel Bartlett (fraude de 1988 que llevó a Los Pinos a Salinas) y Arturo Núñez (salinista y luego zedillista)? ¿La represión del 1 de diciembre contra jóvenes que protestaban contra la imposición de EPN realizada por el gobierno perredista del DF, cómo la explican?
Además, los denostadores de la Otra Campaña y el EZLN olvidan (¿o ni se enteraron?) las fuertes críticas del zapatismo al PRI: en territorio de Xi´nich, La Hormiga, dijeron que ni un voto al PRI, y lo llamaron un partido que mata indígenas; en entrevista con Loret de Mola, Marcos definió al PRI como brazo político del crimen organizado. Sus fuertes críticas al PAN: en Guanajuato, durante el recorrido de la Otra Campaña, el EZLN dijo que hay que destruir al Yunque, y llamó a un boicot contra el PAN. ¿Por qué La Jornada no destacó estas fuertes criticas del zapatismo y la Otra Campaña al PRI y el PAN, pero sí destacó las críticas a AMLO? ¿Quién es más responsable del distinto eco de esas críticas, el zapatismo que critica a todos los partidos o La Jornada que destaca unas y esconde, en notas perdidas en interiores, las demás? (¿Ya se dieron cuenta que ahora los comunicados zapatistas han estado dirigidos contra el PRI y el PAN, ninguno lo dedica entero a la izquierda electoral sino solo de paso?)
Tengo algunas hipótesis sobre por qué hizo eso La Jornada (pensadas junto con otros compañeros de la Otra Campaña): La Jornada quería aprovechar el deslinde del EZLN respecto a AMLO para destacar a una izquierda moderada y electoralmente elegible; además estaba preparando el camino para lo que vino después: convenios de publicidad con gobiernos del PRD como el de Chiapas y hasta del PRI como los de Veracruz, y una campaña negra contra el zapatismo de buena parte de su plantilla de articulistas y de sus caricaturistas.
Ahora La Jornada paga el precio de esas decisiones con un desprestigio que crece entre sectores mejor informados, quienes ya vienen señalando sus inconsecuencias y la corrupción que se lee desde su primera plana. Además, sus colaboradores están divididos entre quienes siguen viendo en el zapatismo una alternativa y quienes se dedican a difamar al zapatismo. Quizá esas dos corrientes terminen en desprendimientos de colaboradores, como en el caso de Marco Rascón, quien salió de ese diario denunciando censura y en desacuerdo con el linchamiento al Movimiento por la Paz, en la persona de Javier Sicilia. (Otra falacia: la foto del beso: ¿y dónde dejan el haber confrontado al tirano con la voz de las víctimas?, pero tenían una imagen, como el gobierno de USA la de las Torres Gemelas, y una cruzada contra Sicilia.)
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Hay falacias por la publicación editada de textos: columnistas como Octavio Rodríguez Araujo (maestro y amigo de AMLO) editaban cuidadosamente citas de textos del EZLN para hacerlo aparecer cercano al PAN (ORA es capaz de citar el credo católico para decir que “Poncio Pilatos padeció, fue sepultado y al tercer día resucitó de entre los muertos”). Julio Hernández publicaba en Astillero libelos contra los zapatistas con el pretexto de dar voz a sus lectores y citando sus correos electrónicos “sin decir él nada”, solamente esparciendo calumnias. Columnistas como Guillermo Almeyra (bajo un ropaje de academicismo que intenta disimular sus desprecio por los zapatistas) y Jaime Avilés han jugado al subterfugio de que ellos critican solo a Marcos o a los dirigentes pero apoyan a las bases: es como si yo dijera: critico a la directora de La Jornada, pero no a los pobres caricaturistas y columnistas honestos que ella mueve como títeres y los hace decir cosas que ellos no piensan. Sanjuana Martínez se ha refugiado en ese mismo pretexto (Marcos no es el EZLN), sin darse cuenta del racismo que implica: un movimiento de miles de indios buenos y tontos “manipulados” por un malvado blanco.
Otro recurso para posicionar creencias, por irracionales que sean, es la propaganda: repite una mentira mil veces y será verdad. En twitter muchos postean sus calumnias contra los zapatistas y no ofrecen pruebas, ninguna, de sus dichos. Quienes han respondido a esas críticas han buscado pruebas: hechos, documentos, fotos, hasta alguna factura de dinero del gobierno de Chiapas a La Jornada (nada ilegal, pero dime de dónde viene tu publicidad y sabré por dónde andas). Sin embargo, los difusores de calumnias contra el EZLN cuentan con mayor difusión de sus periódicos, artículos, revistas, caricaturas, gracias, precisamente. a la publicidad de gobiernos perredistas y priistas. De nuevo un elemento de fuerza más que de razón.
Para muchos lectores de diarios, es muy importante lo que dicen los textos breves, como los diálogos de las caricaturas, los pies de foto, los títulos y subtítulos: Muchas de las trampas se dan en ese nivel, por eso los redactores y confeccionadores de esas partes de los diarios suelen estar entre los más cooptados y corrompidos por el poder.
La Jornada ha usado mañosamente ese poder, ya lo dijimos: Destacó la crítica a AMLO y pasó de humo las críticas al PRI, el PAN y otros actores políticos. Buen truco: no publico los comunicados de los zapatistas en el impreso, solo en internet; pero las críticas de mis colaboradores las pongo en los impresos y en internet: un lector del impreso lee solamente una de las dos partes.
Un par de portadas de La Jornada recientes: Una foto de un zapatista encapuchado. De lejos parece una de las viejas portadas donde se destacaba la voz del EZLN (allá entre 1994 y 2001, hasta libros vendió o vende aún La Jornada con esas viejas ediciones). El titular habla de los Acuerdos de San Andrés, vaya, se ve como de izquierda. Lees el titular y es una expresión de Velasco Coello, el gobernador priista de Chiapas. Soy muy listo: quedo bien con mis lectores simpatizantes del zapatismo (si se la tragan), pero cumplo mis convenios de publicidad con el gobierno chiapaneco. De paso contribuyo a la estrategia contrainsurgente priista que hace aparecer al PRI como el nuevo defensor de los Acuerdos de San Andrés, al tiempo que trata de aplastar al zapatismo.
Les vamos a dar un indicio de lectura sintomática: lean las portadas y contraportadas de La Jornada y verán lo raras que son para una agenda de izquierda: destacan a Obama, Slim, Peña Nieto… Y ellos acusan a los zapatistas. ¿Necesitamos talleres o escuelas populares de lectura del periódico?
Finalmente, el absurdo: Muchas personas creen que nadie se atrevería a publicar cosas tan gordas si no tuviera pruebas o elementos para decirlo: si columnistas o caricaturistas de La Jornada ponen a Marcos al lado de Salinas o como un títere de Peña Nieto “debe ser” que ellos saben. Aunque jamás muestren una prueba públicamente discutible, falsable o verificable de sus infundios. Las supersticiones pasadas por religión se basan en mecanismos psicológicos similares: creo porque es absurdo.
Los medios de derecha tienen por consigna hacer de todo un absurdo: payasos dando las noticias y editorializando, noticias del mundo del espectáculo y la política rebajada al mismo nivel, películas, programas y “documentales” de cosas de otros mundos, humor misógino, homófobo y sobre todo clasista: banaliza que algo queda. La izquierda comienza a usar esos métodos: el libelo, la calumnia, la campaña negra. Mejor dicho: no comienza, lo hace ya tiene rato. Lo novedoso es que hay medios (marginales, pero ahí están) que comienzan a desnudar esas trampas.
De libelos con aún menos escrúpulos como “El blog de izquierda” ya mejor ni hablamos. Pero éstos operan sobre el terreno de la propaganda masiva de la derecha y de La Jornada.
Una pregunta a los inconformes con esa política editorial tramposa: ¿no somos capaces de hacer un medio masivo que ofrezca un periodismo diferente? Los medios alternativos van bien y crecen sus lectores… pero el altísimo número de lecturas de un periódico no se compara con los que tienen los medios alternativos. ¿Queremos ser una elite informada o llegar al pueblo, a la banda?


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