lunes, 31 de enero de 2011

Dr. William I. Robinson en poder, la dominación y conflictos en México

Entrevista: Dr. William I. Robinson en poder, la dominación y conflictos en México
Written by Dawn Paley, Traducido por Jeremias Medina   
Friday, 31 December 2010 15:43
Ya que la gente de todo el mundo esta ocupada revisando el casi un cuarto de millón de documentos publicados por Wikileaks, la discusión en torno al poder de EE.UU. está tomando inesperadas y a veces nuevas dimensiones. Sin embargo, la información, que hay en esos cables sobre la guerra en México, aún no ha sido totalmente liberada, pero la cobertura mediática de los acontecimientos tienden a enmarcar el conflicto como una "guerra contra las drogas." Entre los pocos analistas en los EE.UU. que están tomando un análisis de lo que está pasando en México a otro nivel es el Dr. William I. Robinson, profesor de la Universidad de California - Santa Bárbara.

El trabajo de Robinson reta a los pensadores críticos y a los estudiosos de la sociología y política para que consideren las fenómenos desde una perspectiva distinta a las que nos ofrecen las nociones que se tenían en el siglo 20, sobre el imperialismo. Él introduce nuevas posibilidades a través de las cuales se puede entender el poder, incluyendo la teoría transnacional y una teoría del capitalismo global, que no están vinculados a la comprensión del poder de naciones, actualizando esos conceptos al mundo de hoy.

"Este concepto clásico del imperialismo que todavía estamos usando - en mi opinión equívocamente - que analiza los conflictos de la Primera y Segunda Guerra Mundial así como de la postguerra de la Segunda Guerra Mundial, se basan en la noción de que las clases capitalistas de diferentes países compiten entre sí, que la rivalidad y la competencia a veces toma formas militares, y que en otras ocasiones se necesita [que tome forma de] conflicto político ", dice el Dr Robinson.

En lugar de confiar en el marco del imperialismo clásico, el Dr. Robinson alienta a los pensadores críticos a ahondar en las complejidades de las nuevas relaciones de poder y dominación en la era del capitalismo global.

Es autor de diversos libros, entre ellos Promoviendo la Poliarquía: Globalización, la Intervención de EE.UU., y Hegemonía y Conflictos Transnacionales: Centroamérica, el cambio social y la globalización. El Dr. Robinson estuvo el mes de septiembre en México, recorriendo el país y reuniendose con diversos integrantes de movimientos sociales, así como con académicos y críticos.

Esto es lo que me dijo el Dr. Robinson en la entrevista telefónica que le hice desde su casa en Santa Bárbara, esto es lo que me dijo:

Sobre cómo Carlos Slim desafió los preceptos clásicos del imperialismo...

"Carlos Slim, por dar otro ejemplo, él era el hombre más rico del mundo, que constantemente compite con Bill Gates y Warren Buffet en términos de la cantidad total de miles de millones de dólares que tiene. Estaba en el primer lugar pero ahora está de vuelta en el tercer lugar, es el tercer hombre más rico del mundo.

"Es mexicano, con una vasta dinastía, tiene inversiones en los cinco continentes, y es uno de los mas importantes accionistas en los EE.UU., en los conglomerados de los medios más importantes, así como en los bancos de EE.UU., y emplea a decenas, si no de miles cientos de miles de personas en los Estados Unidos.

"Así que aquí tenemos a un mexicano, que es el empresario capitalista, el explotador de los trabajadores con sede en los Estados Unidos. Y aquí la imagen clásica del imperialismo se invierte, por lo que no vamos a decir que este es el imperialismo mexicano en contra de los Estados Unidos.

"Lo que digo es que en el mundo del siglo 20, en el mundo del capitalismo global, tenemos una nueva época que es mucho más complicada y no puede ser entendida empleando los términos que antes se usaban para designar el viejo imperialismo, si era el imperialismo de EE.UU. o anterior a él, el imperialismo británico, y así sucesivamente. "

Sobre la desigualdad y la guerra en México...

"Hay una gran cantidad de formas de analizar lo que está pasando en México.

"Una es por supuesto bajo la visión de una era de capitalismo global, y las desigualdades sin freno, donde la polarización masiva entre los ricos y los pobres, entre los que tienen y los que no; En donde se rompe el tejido social y el Estado ya no puede hacer malabarismos con los múltiples intereses, puede incluso no intentar hacerlo.

"Así que tienes un quebrantamiento del orden social, en donde la ruptura es generalizada; en todo el mundo estamos viendo que en países enteros -que junto con sus grupos de intereses económicos- se están desmoronando tanto el orden social como la capacidad de las autoridades políticas para gestionar las contradicciones generadas por las desigualdades masivas y por el capitalismo mundial. Y así, en parte, esto es lo que está pasando en México, el estado central realmente no puede mantener más el sistema.

"Otra parte de la historia es que el tráfico de drogas es tremendamente rentable, pero en México lo que también ocurre es que cada vez más, una parte de la población ha vuelto dependiente del tráfico de drogas.

"Hay un desempleo masivo en México, es lo que llamamos sin-sin, los sin trabajo y sin escuela. Así que hay toda una generación de jóvenes que no estudian, ellos no tienen oportunidad de estudiar dado que la economía está en crisis total y debido a la desigualdad masiva, no tienen trabajo hay un desempleo masivo y subempleo.

"El narcotráfico se ha convertido en una fuente de ingresos, incluidos los ingresos por el narco-menudeo. Solían ser los niveles superiores de mando de los traficantes de droga a quienes se les reconocía, ellos eran quienes participaban en la vida pública, ya que si no se interfería con ellos, tan sólo luchaban unos contra otros, ya sabes, los cárteles por el control del tráfico de drogas. Ahora se ve que en cada pueblo y barrio son los jóvenes desempleados los que han sido arrastrados hacia el tráfico de drogas, y los que están luchando entre sí literalmente, en algunas ciudades, cuadra por cuadra, barrio por barrio, por el control del más insignificante espacio así para ganarse algún dinero con el tráfico de drogas."

En México los movimientos sociales y la militarización...

"La otra cosa que ocurre en México, y de nuevo se puede generalizar esto hacia otros países, pero especialmente en México, es que la explosión social es inminente. México está tan lleno de movimientos sociales y movimientos comunitarios de resistencia y rebelión, en cada rincón, no lo vas a ver con tan solo ir a Acapulco o simplemente leyendo los titulares en los periódicos sobre el Narcotráfico, quiero decir que no lo verá en el contexto más amplio; Pero es un país con una resistencia masiva, movimientos sociales masivos, en todos y cada uno de los niveles, se sabe de mujeres, de campesinos que luchan por su tierra, de los trabajadores, de estudiantes, de los inmigrantes, me refiero a que existe en todos y cada uno de los niveles.

"Pero ellos no están unidos -hay un gran problema en México- todos estos movimientos sociales no están unidos. Pero la cuestión es la desigualdad y el crecimiento de la pobreza en la mayoría de los mexicanos, que ha llegado a tal punto que todos los que siguen de cerca esta cuestión, ya sabes, las ramas mas radicales del pensamiento crítico en México, predicen una explosión social inminente. La gente incluso habla de han pasado cien años desde la revolución mexicana y que ahora es tiempo para otra revolución.

"Pero los grupos en el poder mexicanos, la élite mexicana, y la elite de EE.UU., que es en realidad la élite transnacional, están muy conscientes de ello, son conscientes de que es inminente la explosión social, y de que no pueden contenerlo. Y no necesariamente va a ser una explosión social localizada, no va a ser como el movimiento de los Zapatistas en un estado de ese país, Chiapas, va a brotar en algún lugar y se difundirá hacia otros lugares, y vamos a tener este levantamiento masivo, no coordinado, de nuevo , pero si espontáneo.

"Y en ese punto, ¿ que van a hacer el estado mexicano y las élites de México?

"Ellos van a necesitar la fuerza militar para reprimir ... No quiero restarle importancia al hecho de que el tráfico de drogas es real y no quiero restarle importancia al otro factor que te di, pero es en esto en lo que se ha transformado es una expresión de la crisis económica y social.

"La mitad del ejército mexicano ya ha sido desplegado en todo el territorio. Y Calderón, el Presidente de México (sic), ya ha anunciado que va a desplegar o que está en el proceso de hacerlo la otra mitad, entonces todo el ejército mexicano va a ser desplegado hacia todos los rincones del país, lo que a mi me hace pensar - y no sólo a mí sino que es el pensamiento de muchos de nosotros- es que se trata de un movimiento para poner el ejército mexicano en su lugar para que cuando haya un levantamiento masivo, todos los instrumentos ya estén ahí, es decir que las fuerzas para suprimir la rebelión se encuentren en sus lugares, esto va a ser legitimado, no solo en nombre sólo de la estabilidad y mantenimiento del orden, sino en el nombre de tráfico de drogas.

"La situación es similar que con el terrorismo. Hay dos cosas que legitimarían la represión de los movimientos sociales y las nuevas formas de dominación y control social. Una de ellas es el terrorismo, hoy día puede usted describir cualquier cosa ahora como terrorismo, y la otra es [diciendo] que se trata de tráfico de drogas, de delincuencia y crimen organizado. "

Sobre la criminal economía internacional y de la ilegitimidad de Calderón...

"Pero yo quiero ir a otra cosa, primero con México y luego de manera más general, esta es una economía internacional criminal, que se superpone con la economía tradicional internacional o la así llamada economía legal, siendo esta la forma en que los EE.UU. han sido capaces de, a través del tráfico de drogas y de la excusa de tratar de controlar el narcotráfico, que han invertido cientos de millones, ahora miles de millones de dólares en la seguridad mexicana, y las fuerzas armadas mexicanas, y está cambiando toda la naturaleza de la sociedad mexicana, la sociedad mexicana se está militarizando.

"Y otra vez, todo esto se esta haciendo en nombre de la lucha contra el tráfico de drogas, pero creo que la realidad es que esto no es sino parte de una de las caras de este capitalismo global, que militariza las sociedades como una función de control social, cuando las desigualdades y la miseria llegan a ser tan intensas que no existe ninguna otra forma para mantener el control social sino tan solo a través de medidas coercitivas y militares.

"La otra cosa que ocurre en México, es que aunque antes los traficantes de drogas tenían sus cárteles, el estado no tomaba partido por uno u otro cuando estos carteles se enfrentaban. Calderón llegó al poder en 2006, llegó al poder ilegítimamente a través de un fraude, él no tenía credibilidad alguna, y a las pocas semanas de su llegada al poder, dos millones de personas se hicieron cargo del Zócalo, en el mismo centro Ciudad de México [como medida de protesta], y en esas condiciones lanzó esta guerra contra las drogas como una manera de desviar toda esa ilegitimidad, y ganar legitimidad, desviando así la atención hacia otras cosas.

"Una de las cosas que el Estado mexicano está haciendo ahora, que no lo hizo anteriormente, es estar del lado de uno o de otro cartel, en lugar de simplemente aceptar sobornos de forma neutral o simplemente dejar que los cárteles existieran. Así que es por eso que las acciones de los carteles son también ahora dirigidas contra los funcionarios estatales de México y gobernadores. "

Sobre los impactos en la frontera de EE.UU. en el tráfico de drogas y los mercados...

"Los EE.UU. ocasionaron que la droga no se moviera tan rápidamente como lo solía ser, debido a las medidas tomadas para reforzar su frontera en 2001, luego al hacerlo aún más con la reciente recesión y aún mas con el endurecimiento de las medidas para con los inmigrantes. Y al ser más lento el proceso para pasarla a través de la ahora reforzada frontera la droga se queda en México, las drogas no solo viajan desde América del Sur, sino también a través de México cruzando el país.

"Todo el flujo de las drogas se hace más lento, permaneciendo en México debido a la cuestiones antes comentadas en la frontera, ha ocasionado que muchos mexicanos se hayan vuelvan adictos. Hace apenas 10 años, había un montón de narcotráfico en México, pero los mismos mexicanos no consumían esas drogas.

"Ahora hay millones de mexicanos que son adictos a las drogas, y eso es debido principalmente a los cambios en la frontera y los cambios en la velocidad para mover la droga a través de México. Así que los carteles mexicanos dijeron 'bueno aunque nos tardamos en moverla, y es más complicado, hemos abierto un mercado hacia el interior de México'.

Sobre las grietas en el sistema y el surgimiento del fascismo del siglo 21...

"No quiero parecer cínico ni pesimista, no he perdido mi optimismo, pero quiero ser realista, y lo que veo es lo que esta ocurriendo en esta crisis mundial, es una profunda crisis estructural, muy cerca de una crisis sistémica, por lo que creo que hay diferentes respuestas a la crisis y una polarización muy rápida entre una respuesta por un lado, que es la resistencia de los pobres, desde abajo, desde los movimientos de los pueblos pobres y el resurgimiento de la izquierda, y los intentos de crear el socialismo del siglo 21 en América del Sur. Podemos seguir el incremento de la resistencia progresiva, la resistencia radical, la resistencia de izquierda, y un nuevo despertar de las masas populares, hay que ver las protestas masivas y la huelga general en Francia y en Grecia y en todo el mundo.

"Pero es esta polarización en torno a esta respuesta a la crisis, la otra cara de esto que es el surgimiento de lo que yo llamo el fascismo del siglo 21, esto es diferente porque no se parece al fascismo del siglo 20, porque todo ha cambiado, pero la fuerza que es ahora la más insurgente en los Estados Unidos es la derecha. El ascenso de la derecha fascista.

"Ellos están organizados en el Tea Party (movimiento de derecha en EEUU, N. del T.), y en el ala derecha del Partido Republicano, los Minute Men (movimiento de derecha en EEUU, N. del T.), el White Power (movimiento de derecha en EEUU, N. del T.), y así sucesivamente. Con esto puede ver el el surgimiento de un movimiento fascista en los Estados Unidos.

"Sin embargo, este ascenso de la derecha fascista lo vemos en todo el mundo. Lo vemos en Europa, todos los países europeos, lo vemos en los países de América Latina, como ejemplo podemos tomar la reunión de Uno América, quienes reunieron a los fascistas de la América Latina de Derecha, la región de América Latina que es feliz cuando hay dictaduras militares y regímenes autoritarios.

"Colombia es realmente un modelo del fascismo del siglo 21: una fachada democrática, un sistema político poliárquico, y debajo de eso hay un control social total, el dominio total de las élites y por el capital, y si te resistes eres masacrado, y cuatro millones de personas han sido desplazados del campo.

"Sí, hay grietas importantes y que abre un espacio para la derecha fascista y el resurgimiento de la izquierda. Y no sé cuál será el resultado de eso es ... Estamos entrando en un período muy peligroso de incertidumbre.

lunes, 24 de enero de 2011

Samuel Ruiz: la importancia de escuchar

Javier Hernández Alpízar

La foto es de 1994. Escribo como la recuerdo, porque no me es posible tenerla a la vista. Apareció en la portada de La Jornada en enero de ese año.

La escena ocurrió en el momento en que el EZLN entregó a la Cruz Roja a Absalón Castellanos, militar retirado y ex gobernador priista (1982 – 1988) de Chiapas. El EZLN lo había apresado durante el alzamiento armado del 1 de enero de ese año. El EZLN hizo un juicio popular en el que rememoró las fechorías del ex gobernador de Chiapas. El prisionero de guerra fue liberado y condenado a vivir “hasta el último de sus días con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó”. (20 de enero de 1994)

La liberación de Absalón Castellanos fue una de las señales de paz del EZLN, que había declarado un alto al fuego en respuesta a las intensas movilizaciones ciudadanas que pidieron diálogo y cese el fuego.

La foto que ahora recuerdo –no sé quién sería el fotógrafo– congeló el momento en que el mediador para la paz de la CONAI (Comisión Nacional de Intermediación, aceptada por ambas partes, zapatistas y gobierno federal) Samuel Ruiz, y el representante del gobierno de Carlos Salinas de Gortari: Manuel Camacho Solís, recibían a Castellanos de manos de los zapatistas.

En la foto, los cuatro personajes se encuentran y cada uno saluda a quien tiene enfrente, le mira a los ojos y le sonríe. El fotógrafo captó algo esencial: la alegría de cada uno por saludar a uno de los suyos.

Samuel Ruiz saluda a un militar zapatista encapuchado, un indígena bajito de estatura que se toca la cabeza con una cachucha, por encima del pasamontañas negro. Debe tratarse del mayor Moisés (si la memoria no me falla), a quien Samuel Ruiz saluda amistosamente. Es uno de los suyos: No en el sentido que la derecha coleta de Chiapas y del DF han pretendido, al mentir diciendo que Samuel Ruiz era parte del EZLN. Pero sí uno de los suyos en el sentido de que los indígenas chiapanecos fueron quienes, así lo dijo Samuel Ruiz, lo convirtieron al Evangelio. Porque el obispo emérito de San Cristóbal venía de una formación abierta al cambio, del Concilio Vaticano II, pero fue la pobreza y la fe de los indios la que le hizo comprender el Evangelio y la necesidad, obligación del amor cristiano, de cambiar las cosas y alcanzar justicia para los indígenas y los pobres.

Por eso los indígenas eran los suyos, era el lado por el que Samuel Ruiz tomó partido siguiendo su fe. Y aunque el obispo nunca se comprometió con la vía armada, tampoco dio la espalda a las causas justas de los indígenas y trató de aportar su granito de arena, como mediador, para una paz con justicia y dignidad.

Los otros dos personajes de la foto también se dan la mano, se miran a los ojos y sonríen. Aunque van vestidos de manera informal, sus ropas son elegantes y caras. Integrante con licencia del gabinete priista de Carlos Salinas de Gortari, Manuel Camacho Solís saluda al ex gobernador priista y militar retirado Absalón Castellanos. Ambos se ven con alegría: la del rescatado que regresa con los suyos, y la del político priista y salinista que cumple su misión y recupera sano y salvo a uno de los suyos.

Dos integrantes del México de arriba y dos integrantes del México de abajo. Era el inicio de un diálogo que el México de arriba, el del gobierno federal, traicionó.

Samuel Ruiz arriesgó su vida por su fe y su compromiso. Fundó, entre otras obras importantes y activas, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, con sede en San Cristóbal en 1989. El FrayBa es hoy una voz de denuncia de las violaciones de derechos humanos y uno de los blancos de la represión contrainsurgente que impulsan los gobiernos, el perredista de Juan Sabines y el panista de Felipe Calderón. Los dos Méxicos, el de arriba y el de abajo, que en esa foto estaban retratados, siguen enfrentados.

Carlos Fazio escribió el libro “Samuel Ruiz, el caminante”, en donde cuenta cómo el católico de Irapuato, Guanajuato, quien siempre admiró la organización y la lucha de los sinarquistas por justicia, se ordenó sacerdote, llegó a ser obispo, participó en el Concilio Vaticano II y después fue enviado como obispo a Chiapas, donde conoció a los indios, su pobreza y su dignidad, los escuchó y comprendió que convertirse al Evangelio es tomar partido por ellos, como lo hizo en su tiempo Fray Bartolomé.

La figura de Samuel Ruiz trasciende el anticlericalismo a priori de ciertas izquierdas jacobinas. Lega además un compromiso de la iglesia de abajo, como el que mantiene el obispo Raúl Vera. E incluso trasciende la interpretación de un movimiento complejo, el sinarquista que, sí, se opuso al PRI “progresista” y “revolucionario”, y estaba formado por campesinos pobres.

En una entrevista con la revista Ixtus, dirigida por Javier Sicilia (publicación ya desaparecida, actualmente Sicilia tiene la revista Conspiratio), Samuel Ruiz explicó por qué no hubo necesidad en Chiapas de Comunidades Eclesiales de Base, necesarias para recomponer el tejido social comunitario ahí donde ya estaba dañado o destruido, sino una iglesia de los pobres donde los indígenas siguen teniendo comunidad. Y explicó algo que es difícil de entender para ciertas ortodoxias (tanto católicas como otras): la exploración de las teologías indias. No es lo mismo que la teología de la liberación, basada en la Biblia y el Evangelio. Es la investigación en las culturas, lenguas y teologías de los indios de los elementos teológicos y espirituales relevantes que los indios deben conservar y cultivar, y que son parte de su herencia cultural y espiritual, sean de origen prehispánico o posterior, pero indio. Esa apertura de mente y de espíritu muy pocos la pueden tener. Samuel Ruiz la tuvo y le permitió comprender a los indígenas, sus hermanos.

Cuando en 2006 inició la Otra Campaña, confesó Pablo González Casanova que inicialmente no entendió la Sexta Declaración de la Selva Lacandona: González Casanova pensaba que los zapatistas debían salir a hablar, a decir, a dar línea, y no a escuchar, como anunciaron e hicieron. Confiesa que platicó con Samuel Ruiz y le dijo eso que pensaba. Samuel Ruiz le confió que los indígenas aprecian mucho ser escuchados. Cuando Samuel Ruiz llegó los escuchó, y ellos confiaron en él porque los escuchaba. Eso mismo proponía el EZLN ahora: Escuchar. Escuchar a todos los de abajo a quienes muchos les quieren decir qué hacer, pero nadie se molesta en escuchar.

Ha muerto Samuel Ruiz. Su ausencia agrava las ausencias que se han venido acumulando en los años recientes, de personas como Carlos Lenkersdorf, Carlos Montemayor, Andrés Aubry, Raúl Jardón, la comandanta Ramona.

El México de arriba y el de abajo siguen activos. El de arriba beligerante, como en los tiempos de la tiranía de Castellanos, ahora con Sabines y Calderón. Y con la soberbia del que piensa que debe ser escuchado, que los de abajo tienen que tomar partido por lo que el de arriba dice e impone.

El México de abajo sigue resistiendo la violencia, y tratando de encontrar un camino a la paz, pero no a la rendición, sino a la paz con justicia, a la paz con dignidad.

En Memoria Jtatik Samuel Ruiz García

En Memoria Jtatik Samuel Ruiz García

Transmisión desde la catedral de San Cristóbal de las Casas, Chiapas

24 enero          
19:00 hrs. Velación

25 de enero    
12:00 hrs. Misa de cuerpo presente
19:00 hrs. Misa por los 51 años de servicio

26 enero         
12:00 hrs. Entierro

Medios que darán cobertura:


la dirección del stream de audio directo es http://giss.tv:8000/komanilel.mp3


Agradecemos su retransmisión y difusión

El clóset de la civilización


De esta manera la civilización habría engendrado a la barbarie.
Fernand Braudel

“¡Bar…bar…bar! A estos fuereños no se les entiende ni soca. Más que hablar, ladran”. Y los llamaron bárbaros. Por decir: los tartajosos, los no griegos, los extraños, los otros.

Como enseña Tucídides, la unidad de la Hélade durante el siglo V aC se logró en la guerra del Peloponeso y con la expulsión de los bárbaros: “Poco tiempo después, todos a una y de común acuerdo, echaron a los bárbaros de Grecia”. Y es que “los bárbaros (…) venían a robar y hacer mal a la ciudad”.

Pero, ¿quiénes son en verdad los bárbaros? ¿Son los ladrones, los malvados? Nos han hecho creer que la barbarie es el horizonte inhóspito de la civilización: territorio salvaje al que todavía no llegan las luces de la razón, los valores de la modernidad, las técnicas del progreso, las sutilezas de la cultura…

No hay tal, de hecho los bárbaros han sido siempre los expulsados, los excluidos, los saqueados. “De esta manera la civilización habría engendrado a la barbarie”, escribe Braudel. Sin embargo, advierte el historiador, los bárbaros regresan, quieren ser admitidos. “Y ese retorno rara vez es pacífico”.

Siempre fue así. Los imperios necesitan una exterioridad salvaje cuya rudeza y primitivismo justifiquen el empleo de la fuerza. Un más allá sin ley del que se puedan tomar riquezas y hombres cuando hacen falta y al que se pueda enviar basura y población sobrante cuando ya no se necesitan. La barbarie no son premodernos marginales en espera de que les llegue la redención. La barbarie es el back yard de los imperios, el closet de la civilización, el lado oscuro y vergonzoso del progreso, el cadáver en el baúl de la modernidad.

Y en nuestros países, que llegaron tarde al banquete del take off y les tocó comer en la cocina con la servidumbre, la barbarie es el retrato de Dorian Grey del desarrollo, los daños colaterales de un crecimiento que –tanto si es rápido como si es lento– siempre resulta cucho, tuerto, contrahecho… vale decir predador, desigual, polarizado.

Malcriada, necia e imprudente como es, la barbarie tiene el mal gusto de asomarse por la sala cuando la civilización está de manteles largos. Como si le gustara echar a perder las fiestas exhibiendo sus garras percudidas, sus greñas mal peinadas, sus pústulas… Y luego le da por quejarse, por lamentarse en público, por gritar improperios, por romper la vajilla…

Esta es parte de nuestra historia de celebraciones frustradas por la irrupción de los bárbaros.

En 1910, en plenos fastos del centenario de la Independencia, el régimen de Porfirio Díaz presumía sus mejores galas –30 años de paz social, crecimiento económico y florecimiento de las artes–. Los hijos de un régimen que se congratulaba de haber sustituido la política por administración desfilaban en sus carruajes por nuestros Campos Elíseos, por la imperial Avenida Reforma, eran los entenados del milagro porfirista. Entonces el peladaje urbano y la chusma rural llegaron a contradecir. La revolución de 1910 fue un escupitajo en la cara polveada de Don Perfidio, del mixteco talqueado en que se había convertido el héroe del 2 de abril. Pero fue también un mentís a las promesas del progreso, un zape a la emperifollada modernidad.

Sesenta años después, en 1968, el régimen celebraba un nuevo milagro mexicano: urbanización, industrialización, ampliación de las clases medias, medio siglo de estabilidad y crecimiento económico a tasas del siete por ciento anual. Un país capaz de organizar Olimpiadas era un país instalado en la modernidad. Pero los estudiantes llegaron a contradecir. No la pobrería obrera y campesina sino los privilegiados con acceso a la educación media y superior. ¡Malagradecidos! El movimiento del 68 fue un escupitajo en la cara de Díaz Ordaz, del “pinche hocicón”, del asesino de Tlatelolco, pero también un tache a la “revolución hecha gobierno” y al “desarrollo estabilizador” como fórmulas de progreso y modernidad.

Un cuarto de siglo más tarde, operadas las políticas de “ajuste estructural”, desregulación, privatización de funciones públicas y apertura económica, los tecnócratas festejaban la puesta en sintonía del país con las recetas del Consenso de Washington. En 1994 no hubo fiestas del Centenario ni Olimpiadas mexicanas, a cambio de eso se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), nuestra garantía de que el malencarado cadenero ahora sí nos permitiría ingresar al selecto antro de los primermundistas. Y en eso estábamos cuando los indios del sur se alzaron en armas. Con el clarinazo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el “pelón Salinas” –de origen, políticamente ilegítimo– llegaba al término de su administración en medio de la ilegitimidad social. Y de pasada los pasamontañas chiapanecos torpedeaban la pretensión de que, por obra del TLCAN, ya éramos miembros del selecto club de la modernidad globalizada.

Han transcurrido otros 16 años y en México no sólo se conmemoran cien años de la Revolución y 200 de la Independencia, el panismo celebra también una década de ocupar la Presidencia. En el 2000 se puso fin a un autoritarismo priísta que parecía eterno y hoy tenemos pluralismo político, alternancia de partidos en cargos públicos, equilibrio de poderes... Con las administraciones de Fox y Calderón, la “dictadura perfecta” inaugurada en el arranque de la posrevolución habría dejado paso a la democracia y con ello a la esperada modernidad política… Y sin embargo el país se cae a pedazos y nunca el futuro fue tan ominoso.

¿Será que algún masiosare se place en sabotear nuestras expectativas de saborear las mieles del progreso? ¿O es que los mexicanos estamos hechos a la mala vida y solitos arruinamos una y otra vez nuestro ingreso a la real modernidad?

Ni lo uno ni lo otro. Lo que pasa es que civilización y barbarie son las dos caras de una misma realidad social, tan inseparables como el rostro amable del doctor Hekyll y la torva faz de mister Hide. México es una sociedad bárbara no porque le haga falta modernizarse más, sino porque así de fea, dispareja y contrahecha es la modernidad capitalista realmente existente.

¿Que si hay de otra sopa? Claro que la hay. Pero para guisarla habrá que romper primero el espejo encantado de la modernidad, desembarazarnos del fetiche del progreso y retomar –o inventar– el camino del buen vivir.

Antes de documentar con algunas perlas el “México bárbaro” del tercer milenio, puede ser útil asomarnos a la experiencia mexicana de John Kenneth Turner, el periodista que hace cien años acuñó la fórmula en un libro de ese nombre publicado en inglés.

A principios del pasado siglo, aun para los gringos con ideas de izquierda, como John, México era un país que se iba de gane y Díaz un “tirano amable”, un “déspota gentil”. De modo que no comprendían por qué Ricardo Flores Magón, Librado Rivera y Antonio Villarreal organizaban guerrillas para sacarlo, motivo por el cual el gobierno estadounidense los tenía en la cárcel.

Para tratar de entender, el periodista entrevista en prisión a los mexicanos y más tarde publica lo que le dijeron. Este es un fragmento: “¿Por qué unos hombres cultos se alzaban en armas contra una República? ¿Por qué deseaban derrocar a su gobierno? “Porque éste había hecho a un lado la Constitución –respondieron–, porque había abolido los derechos cívicos; porque había desposeído al pueblo de sus tierras; porque había convertido a los trabajadores en siervos, peones y algunos de ellos verdaderos esclavos”. Bueno, me dije, si esto es verdad tengo que verlo”. Y lo vio.

Saldo de su viaje fue una serie de reportajes que documentan la guerra de exterminio contra los yaquis, que al caer prisioneros eran llevados a trabajar como esclavos en las haciendas henequeneras de Yucatán; el consumo “a muerte” de la mano de obra forzada que laboraba en las vegas tabacaleras de Valle Nacional, porque era más barato conseguir nuevos trabajadores que mantener vivos a los “usados”; las cárceles privadas; los castigos corporales. En resumen, la ignominiosa barbarie que sustentaba la modernidad porfirista… y cualquier otra modernidad.

Miradas al nuevo México bárbaro:

Lo que va de ayer a hoy. Hace cien años los jóvenes desempleados del centro y el norte eran forzados a trabajar en las plantaciones negreras del sur y el sureste. Hoy los jóvenes desempleados del sur y el sureste se ven forzados a trabajar en las plantaciones negreras del norte y el noroeste.

Exilio dorado. Al principio los pobres se iban a Estados Unidos porque México era un desastre, luego las clases medias se iban a Estados Unidos porque México era un desastre, hoy los ricos se van a Estados Unidos porque México es un desastre…

El tamaño sí importa. No asesinan a un migrante, en un día matan a 72. No escapa un preso, huyen más de 150 de una sola vez. El cierre de Luz y Fuerza del Centro deja 40 mil desempleados. Los migrantes en tránsito afectados por secuestros suman 20 mil. Las bajas mortales por la guerra de Calderón pasan de 30 mil…

¿Ninis? Dice el gobierno que no es correcto llamar ninis a los ninis. Tiene razón. Lo correcto es llamarlos nonis, pues no estudian ni trabajan.

Niño malo. Un narco de 14 años, mata, descuartiza, castra… Los medios están consternados. No por la sociedad que hizo delincuente a un niño, sino porque nuestras leyes no permiten castigarlo como el desgraciado se merece.

*** Al excluir y expulsar a los “sobrantes” la civilización engendra a la barbarie, explicaba Braudel. Pero los excluidos regresan –advertía– y “este retorno rara vez es pacífico”.

Samuel Ruiz García

Samuel Ruiz García

Samuel Ruiz García (n.el 3 de noviembre del 1924, en Irapuato, Guanajuato m.el 24 de enero de 2011 en México D. F.) fue un obispo católico, defensor de los derechos de los pueblos indígenas de México y de América Latina.

Vivió su infancia en Irapuato, y a sus 13 años se fue al Seminario Diocesano de León. En 1947 fue enviado a Universidad Gregoriana, a estudiar teología. Ahí es ordenado sacerdote. En 1954 regresa a León y al poco tiempo es designado rector del seminario.

En 1959 es designado Obispo de San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas, México. Esta diócesis se caracteriza por su extrema pobreza y por tener una población mayoritariamente indígena. Durante años, Ruiz estableció un sistema de ayuda de la diócesis hacia la población indígena.

Samuel Ruiz García prestó su colaboración como mediador en varios conflictos latinoamericanos. En especial cumplió funciones de mediador en el conflicto de Chiapas entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno federal mexicano. Ejerció de obispo en San Cristóbal de Las Casas hasta 1999.

En el año 2000 fue distinguido con el Premio Simón Bolívar de la Unesco por su especial compromiso personal y su papel en tanto que mediador, contribuyendo así a la paz y al respeto de la dignidad de las minorías. Actualmente reside en la ciudad de Santiago de Querétaro, donde oficia misa en la parroquia de la sagrada familia de Nazareth.

El 2001 recibió el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, por su infatigable defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de Chiapas, México, durante más de dos décadas.

Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana.

En abril de 2008 es nombrado por el EPR mediador junto con otros intelectuales mexicanos ante el gobierno federal.

El 25 de enero cumpliría 51 años de haber sido consagrado obispo.

Muere 24 de enero del 2011 a las 10 de la mañana

Hillary, la guerra y la sangre

Carlos Fazio
 
Eduardo del Río (Rius) explicó que la finalidad central de la campaña "¡Basta de sangre!", impulsada por él, Julio Scherer y los moneros de La Jornada, es sacudir a una "sociedad de agachados" que tiene miedo de protestar contra la violencia desatada por la estrategia contra el crimen del régimen de Felipe Calderón.

El punto de partida de la campaña es la condena de toda violencia criminal; está implícito en el mensaje. No obstante, con base en la tautológica retórica oficial ("los responsables de la violencia son los violentos", Calderón dixit), los propagandistas del gobierno y sus papagayos orgánicos en los medios han deslizado que los cartonistas no se "atreven" a meterse con los homicidas que secuestran, balacean, degüellan, descuartizan o pozolean a sus víctimas; "los verdaderos hijos de puta", según los definió Héctor Aguilar Camín. Si se trató de un "coloquialismo trivial" soltado sin pensar, que exhibe la debilidad del chascarrillo, el dicho está haciendo escuela entre los cultores de la "guerra" de Calderón contra los malos, autoerigidos en tribunal de facto para el linchamiento mediático de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por sus informes sobre las flagrantes violaciones humanitarias cometidas por el Ejército, la Marina y la Policía Federal.

En Twitter, el caricaturista José Hernández argumentó que a Calderón se le hace responsable de impulsar una "falsa guerra", simulada con espots engañosos y estériles, que además de ser anticonstitucional es selectiva y electorera y no ha tocado la base patrimonial de los cárteles de la economía criminal. Recordó que los "juguetes" que presume Calderón son para matar seres humanos y que a los delincuentes hay que juzgarlos y condenarlos, no asesinarlos.

En abono de lo anterior, creemos que hace falta responder otras preguntas que expliquen los 40 mil muertos y ocho mil desaparecidos de la guerra irregular de Calderón. ¿Existen objetivos encubiertos que hacen "explicable" o "necesaria" la espiral de violencia desatada por la estrategia de "seguridad" calderonista? ¿Cómo intervienen en esta guerra los grandes empresarios? ¿A quiénes beneficia el terrorismo de Estado derivado de la aplicación de la tortura, los degollamientos, decapitaciones, desapariciones forzosas y ejecuciones sumarias practicadas indistintamente por fuerzas de seguridad del Estado y grupos paramilitares vinculados y/o bajo la protección de éstas?

Hemos insistido en que la estrategia de Calderón no es fallida. Responde a una práctica predeterminada de doble vía, que combina una guerra reguladora por el control de las rutas y los mercados de la economía criminal, con una guerra de contrainsurgencia basada en la estrategia estadunidense de consolidación de territorios, practicada en Colombia y Afganistán. La "lucha" (armada) de Calderón fue diseñada en Washington y forma parte de los acuerdos secretos en el marco de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte y el Plan México (Iniciativa Mérida).

La total subordinación del régimen entreguista de Calderón a las directivas de la Casa Blanca y el Pentágono ha posibilitado un acelerado proceso de reingeniería de las fuerzas militares y policiales locales, que ya son parte orgánica del modelo de privatización de la seguridad contrainsurgente y de control político-social militarizado, local, regional y nacional.

En pleno auge del "capitalismo del desastre" (Naomi Klein), como peón designado por los poderes fácticos para la reconfiguración violenta del territorio mexicano en función de los intereses (legales e ilegales) del capital transnacional, la política de shock y conmoción de Calderón ha sido desplegada para generar caos, confusión y terror en la población. La dualidad terror militar colectivo-tratamiento de shock económico (Milton Friedman/Escuela de Chicago) ha estado presente en el Chile de Pinochet, la Indonesia del general Suharto (Plan Yakarta) y en Irak invadido, bajo la inicial tutela neocolonial de Paul Bremer III.

La doctrina de shock y pavor responde a un modus operandi clásico. Necesita condiciones políticas autoritarias y se aprovecha de una crisis o un estado de shock colectivo, producto de una guerra, un colapso del mercado o una catástrofe (el Katrina en Estados Unidos), para combinar medidas de seguridad represivas con la venta al mejor postor de los pedazos de la red estatal, las tierras, las minas, el petróleo, el agua y otros recursos geoestratégicos a los agentes privados y pescadores de oportunidades como Carlos Slim.

Tras la ocupación militar de Irak, el ex agente de la CIA Mike Battles sintetizó: "Para nosotros, el miedo y el desorden representaban una verdadera promesa". Así, la privatización del gobierno y de la guerra (de ejércitos y policías), y la introducción de un sistema de vigilancia agresiva, con limpieza social, ejecuciones en masa, desapariciones, tortura, fosas comunes, encarcelamiento, reducción de libertades civiles y violación flagrante de derechos humanos, son puestos al servicio del "libre mercado" por el nuevo Estado corporativista.

Con el aporte de un narcoparamilitarismo interrelacionado con grupos políticos, financieros, empresariales y núcleos del poder legal (incluidas porciones del Estado), el miedo y el desorden son los catalizadores de un nuevo salto hacia adelante. Si los grandes magnates (incluidos los de los grandes consorcios mediáticos) no se quejan, es porque en medio de la "guerra" de Calderón siguen haciendo pingües negocios. El trauma colectivo generado por la guerra urbana en Ciudad Juárez, Monterrey, Tijuana o Apatzingán ha servido, además, para dar el pistoletazo de salida a contrarreformas económicas y sociales de corte radical (ley Televisa, extinción de Luz y Fuerza del Centro, cerco al sindicato minero).

En ese contexto, ¿la señora Clinton llega a atizar el estigma de la narcoinsurgencia y el Estado fallido?

viernes, 21 de enero de 2011

Glosario de la "guerra contra el narcotráfico" en México

Gilberto López y Rivas

El gobierno de Felipe Calderón ha trascendido en el ámbito noticioso mundial a partir de su anunciada "guerra contra el narcotráfico". Como además resulta que recientemente anunció que no anunció lo que anunció, considero conveniente ofrecer un glosario de términos claves para mayor comprensión de los analistas extranjeros que frecuentemente se interrogan sobre la escalofriante y trágica realidad mexicana.

1) Guerra contra el narcotráfico. Eufemismo con el que se pretende ocultar:

a) la estrategia de un usurpador para afianzarse en el poder;
b) el emplazamiento del Ejército en todo el territorio como fuerza de ocupación represiva;
c) el apoyo a uno de los cárteles frente a sus rivales a través de una carnicería sin fin;
d) el incremento del enriquecimiento inexplicable de una buena parte de la jerarquía castrense, policiaca, judicial, religiosa y de la clase política en general;
e) el afianzamiento de la injerencia y control de Estados Unidos sobre México;
f) la criminalización de los movimientos sociales;
g) la guerra social contra jóvenes y pobres y la guerra sucia contra los opositores.

2) Guerra sucia. Crimen de Estado que al margen de la Constitución tiene como propósito el aniquilamiento de los considerados "enemigos internos" por medio de su localización, seguimiento, captura, interrogatorio a través de la tortura, mantenimiento en cárceles clandestinas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas armadas, agentes policiacos, de inteligencia y grupos paramilitares que actúan bajo las órdenes –usualmente– de la sección segunda del Ejército.

3) Estado fallido:

a) término utilizado para describir a los gobiernos trasnacionalizados y colaboracionistas que fallan en todas sus tareas sociales, mientras fortalecen sus aparatos y estrategias privatizadoras, desnacionalizadoras y represivas;
b) también es utilizado para justificar la ocupación militar de países, obviamente humanitaria y democratizadora, de Estados Unidos, cuyos ejemplos más recientes son Irak y Afganistán.

4) Crimen organizado:

a) empresa diversificada y floreciente que constituye la faceta clandestina y delincuencial del sistema –también organizado– de explotación imperante;
b) corporación paralela que retroalimenta la economía formal a través de una constante circulación o flujo de efectivo;
c) modus vivendi de al menos 500 mil familias mexicanas.

5) Comandante supremo. Grado que recurrentemente ostenta Felipe Calderón a través de casacas militares de tallas grandes, quepis de cinco estrellas y una águila, en ceremonias, ejercicios y desfiles marciales en los que expresa su vocación frustrada o su trauma por no haber jugado de niño con soldaditos de plomo.

6) Búnker presidencial. Costoso y supuestamente secretísimo espacio donde juega Felipillo a la guerra.

7) "Vamos ganando la guerra". Estribillo repetido por el ocurrente comandante supremo ante el incremento anual en el número de muertes que hasta ahora ofrece más de 34 mil bajas en lo que va de su sexenio; esta declaración puede variar con otras frases igualmente ingeniosas y originales como "la violencia viene de los violentos", "haremos retroceder a la delincuencia", "los mexicanos estamos en pie", etcétera.

8) Retén militar. Bloqueo en calles y carreteras del país utilizado por el Ejército para asesinar a civiles indefensos, a quienes sin excepción se culpa de ser parte del "crimen organizado".

9) Daño colateral. Otro sarcasmo manejado por los voceros de Sedena y los medios desinformativos para justificar los asesinatos de civiles inocentes y desarmados, que incluyen una alta proporción de mujeres y niños y que son perpetrados por fuerzas militares o policiacas en enfrentamientos armados diarios.

10) Fuero militar. Permiso para matar; protección ilegal e inconstitucional para garantizar la impunidad de los militares en los numerosos casos de abusos y asesinatos de población civil.

11) Recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Documentos siempre condenatorios que las autoridades civiles y militares mexicanas tiran al cesto de la basura sin haberlos leído.

12) Iniciativa Mérida:

a) negocio redondo de Estados Unidos y sus socios menores mexicanos en el que se otorga dinero al gobierno mexicano para que lo gaste comprando equipos, servicios y armas a empresas casualmente estadunidenses;
b) medio a través del cual agentes de todos los servicios de inteligencia de Estados Unidos se establecen en México con funciones operativas sancionadas por la Constitución pero apoyadas abierta o solapadamente por el gobierno colaboracionista de Felipe Calderón.

13) Armada de México. Cuerpo castrense –los marines mexicanos– afín a Estados Unidos, cuyos comandos operan cuando en una plaza en pugna el Ejército está tan involucrado con los chicos malos que no resulta confiable; se espera que en poco tiempo este grupo de elite tampoco sea confiable.

14) Procuraduría General de la República, Secretaría de Seguridad Pública y Agencia Federal de Investigación. Organismos costosos e inservibles para contener el avance del crimen organizado, las ejecuciones de los cárteles de la droga en México y garantizar una seguridad pública efectiva, profesional y respetuosa de los derechos humanos de los ciudadanos; por esta razón, el comandante supremo utiliza a las fuerzas armadas que –como se ha demostrado en estos cuatro años– tampoco pueden con la delincuencia organizada, incrementan en gran número las ejecuciones sumarias, no garantizan la seguridad pública de extensas regiones del país y, sobre todo, no respetan los derechos humanos.

15) Estadística aplicada. Incremento sostenido en:

a) la cantidad mensual de muertos por violencia en México;
b) los ingresos irrestrictos de la industria y el comercio de armas en Estados Unidos.

¡No más sangre!

martes, 18 de enero de 2011

miércoles, 12 de enero de 2011

lunes, 3 de enero de 2011

sábado, 1 de enero de 2011

La coyuntura geopolítica de América Latina y el Caribe en 2010

La coyuntura geopolítica de América Latina y el Caribe en 2010

Ponencia presentada en Casa de las Américas, 22-24 de Noviembre 2010

Auge o declinación del imperialismo norteamericano

Hablar de la coyuntura geopolítica de América Latina y el Caribe en el momento actual nos obliga a examinar, en términos globales, la situación del imperio. Al iniciarse la década de los ochentas había ganado creciente gravitación, no sólo en América Latina sino en buena parte del mundo, un discurso que anunciaba la decadencia del imperialismo norteamericano.[i] Una serie de acontecimientos de significación histórico-universal, al decir de Hegel, daban pie a tal predicción: en primer lugar, la catastrófica e ignominiosa derrota de Estados Unidos en Vietnam; cuatro años más tarde, en 1979, el derrocamiento de las tiranías del Sha de Irán y de Somoza en Nicaragua, privando al imperio de la inestimable colaboración de dos de sus principales gendarmes regionales en Medio Oriente y Centro América respectivamente; años después, el derrumbe, siguiendo el tan temido “efecto dominó” de los estrategas del Pentágono, de las dictaduras que Washington había promovido o instalado directamente en América Latina y el Caribe y la impetuosa irrupción de una nueva ola democratizadora que encontró en esta parte del mundo una de sus expresiones más acabadas. En el otro extremo del mundo, el lento inicio del irresistible ascenso de China en el firmamento de la economía y la política mundiales le prestaba aún más verosimilitud a las tesis decadentistas que, en la izquierda latinoamericana, lograron amplia repercusión a lo largo de toda la década. No sólo la izquierda latinoamericana tomó nota y elaboró argumentos sobre esta situación: en el capitalismo desarrollado proliferaron también teorizaciones de diverso tipo que pretendían dar cuenta de este lento pero inexorable ocaso del imperialismo norteamericano. Dos contribuciones sumamente significativas de aquellos años fueron los libros de Emmanuel Todd y del historiador Paul Kennedy y su teoría de la “sobre-expansión imperial” (imperial overstretching).[ii]

No obstante, más pronto que tarde las cosas habrían de cambiar. En la inauguración de la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989) algunos analistas vieron una primera tentativa de recomposición de la primacía imperial -obsesionada por dejar atrás el ominoso legado del “síndrome de Vietnam”- sobre todo luego del inicio de una brutal ofensiva militar en contra de la Unión Soviética -la “guerra de las Galaxias”- que obligó a este país a incurrir en un gasto militar de fenomenales proporciones que, a la postre, acelerarían el catastrófico final del experimento soviético. Pero no sería sino hasta finales de la década y comienzos de la siguiente cuando, caída del Muro de Berlín (1989) e implosión de la Unión Soviética (1991) mediante, amén del triunfo en la Guerra del Golfo (Agosto 2 de 1990 - Febrero 28 de 1991), el discurso sobre la decadencia imperial habría de ser archivado. A partir de ese momento se generalizó la tesis contraria: no sólo que no había ni hubo decadencia imperial -sino apenas un momentáneo tropiezo- sino que, de hecho, el imperio se había “recargado” y aparecía en la escena universal con renovados bríos. Algunos teóricos, como Charles Krauthammer, por ejemplo, construyeron laboriosos argumentos para fundar su tesis sobre la permanencia del llamado “momento unipolar.”[iii] Este nuevo humor social, que permeaba los distintos estratos de la opinión pública mundial y que, por supuesto, prevalecía sin contrapesos en los círculos dirigentes del capitalismo, atraería una pléyade de intelectuales y publicistas que conformarían este estado de ánimo en una nueva y completa doctrina internacional. Hablamos de la obra de autores tales como Thomas Friedman, Robert Kagan, Samuel P. Huntington y Francis Fukuyama, entre otros, quienes en el clima optimista de los nuevos tiempos se dieron a proclamar a los cuatro vientos el carácter imperialista de los Estados Unidos. Sólo que, a diferencia de los anteriores, el norteamericano es un imperialismo benévolo, moral y libertario, que descarga sobre los hombros de la sociedad norteamericana la dura tarea de crear un mundo seguro para la libertad, la democracia y, de paso, los mercados. No hace falta demasiada erudición para corroborar las simetrías entre este razonamiento y el que expresara Sir Cecil J. Rhodes, en la Inglaterra victoriana, sobre la responsabilidad del hombre blanco en llevar la civilización a las salvajes poblaciones del África negra e inculcándoles el amor por la justicia, la democracia, la libertad y… la propiedad privada. Cabe anotar que esta visión idílica del imperio rebalsó con creces el espacio ideológico de la derecha para penetrar profundamente en las interpretaciones de una cierta izquierda manifiestamente incapaz de entender el significado de los nuevos tiempos. Un caso paradigmático de este extravío lo ofrece la obra de Michael Hardt y Antonio Negri, en donde se desarrolla la curiosa tesis de un “imperio sin imperialismo”.[iv]

Los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono, el 11 de Septiembre de 2001, pusieron abrupto fin a esta ensoñación y el imperialismo reafirmó urbi et orbi su disposición a pelear con quien fuera necesario para preservar sus privilegios. Los dichos de George Bush Jr. son bien elocuentes al respecto: “buscaremos a los terroristas en cada rincón oscuro de la Tierra.”[v] El optimismo cedió su lugar a la crispación y a la furia, y a un inusitado proceso de militarización cuyas funestas consecuencias no tardaron en tornarse claramente visibles de inmediato.

En la actualidad, y como fiel reflejo de los cambios registrados en la escena internacional, al finalizar la primera década del siglo veintiuno ya son los grandes estrategas del imperio quienes plantean una visión “declinacionista” del futuro norteamericano. Todos los documentos elaborados por el Pentágono, el Departamento de Estado y la propia CIA sobre los escenarios futuros (en torno al 2020 o 2030) coinciden en señalar que Estados Unidos jamás volverá a disfrutar de la supremacía que supo tener en la segunda mitad del siglo veinte y que ese tiempo ya se acabó. Es más, en un informe especial elaborado por el Pentágono se dice que en los próximos años Washington deberá prepararse para vivir en un mundo mucho más hostil y competitivo, con numerosos rivales y adversarios que cuestionarán su predominio en todos los frentes y que, en consecuencia, las guerras serán una condición permanente durante los próximos treinta o cuarenta años.[vi]

Las razones de fondo que subyacen a este pronóstico son bien conocidas. Por una parte, la relativa pérdida de gravitación económica de Estados Unidos por comparación a la que gozaba a la salida de la Segunda Guerra Mundial. Si en ese momento su contribución al PIB mundial rondaba el 50 % en la actualidad es poco menos que la mitad de esa proporción, y la tendencia es hacia la baja, suave pero hacia la baja. El país sufre, además, de los “déficits gemelos” (fiscal y de balanza comercial) que han adquirido dimensiones extraordinarias. El dólar norteamericano, a su vez, ha visto declinar significativamente su valor en los últimos años y de moneda de reserva de valor que era se convirtió en una divisa cada vez más sostenida por sus propios rivales en la economía mundial, como China, Japón, Corea del Sur y Rusia. Una economía, en suma, en donde los hogares, las empresas y el propio estado se encuentran endeudados en grado extremo. Durante más de 30 años Estados Unidos vivió artificialmente del ahorro y del crédito externo, consumiendo muy por encima de sus posibilidades reales y tanto uno como el otro no son entidades infinitas e inagotables. El estado se endeudó al lanzar varias guerras sin subir los impuestos. No sólo eso, reduciendo los impuestos a los ricos y las grandes corporaciones. Las familias también se endeudaron, impulsadas por una infernal industria de la publicidad que promueve patrones de consumo no sólo irracionales sino brutalmente agresivos con el medio ambiente. A mediados del 2007 un informe de la Reserva Federal de los Estados Unidos advertía sobre el peligroso ascenso del endeudamiento de los hogares norteamericanos que había pasado de ser equivalente al 58 % del ingreso de las familias en 1980 a 120 % en el 2006. Según un estudioso del tema, Eric Toussaint, esa proporción siguió aumentando y hasta situarse, en la actualidad, en un 140 % del ingreso anual de las familias. El mismo autor señala que si se suma la totalidad de la deuda norteamericana, es decir, la de las familias, las empresas y el estado, se llega a un exorbitante 350 % del PIB de los Estados Unidos. Situación insostenible que, finalmente, estalló a mediados del 2008 desencadenando una nueva crisis general en la cual estamos inmersos.[vii]

El resultado de este descalabro económico del centro imperial es que, por primera vez en la historia, un país situado en el vértice de la pirámide imperialista se convierte en el principal deudor del planeta. Tradicionalmente la situación era la inversa: eso fue lo que ocurrió durante el largo reinado de Gran Bretaña en la economía mundial (desde comienzos del siglo diecinueve hasta la Gran Depresión de 1929) y eso también aconteció durante un tiempo en las primeras décadas de la hegemonía norteamericana, entre 1945 y comienzos de los setentas. Pero en la actualidad la situación es completamente distinta y Estados Unidos ostenta la poco gloriosa condición de ser el mayor deudor del mundo.

Un cambiante, y amenazante, escenario estratégico mundial

Lo anterior no podía dejar de tener profundas implicaciones políticas. Tal como lo aseguran numerosos documentos oficiales, Estados Unidos se enfrenta ante un escenario internacional profundamente amenazante: la situación en Medio Oriente parece deslizarse por un tobogán que culmina en el descontrol, y donde el fundamentalismo islámico, alentado por la CIA para repeler la invasión soviética en Afganistán, ahora amenaza a las monarquías petroleras pro-americanas de la región. Israel, a su vez, es el gendarme regional que actúa cada vez con mayor autonomía sabiendo que dispone de suficientes mecanismos extorsivos como para garantizar el incondicional apoyo de Washington a sus políticas sionistas. Sus provocaciones y sus desafiantes políticas racistas y colonialistas han exacerbado sin cesar el polvorín del conflicto palestino-israelí, que bien podría finalizar desencadenando un nuevo holocausto nuclear habida cuenta de la pertinaz ofensiva desatada en contra de Irán por parte de la Casa Blanca y el gobierno sionista de Israel. Siete años de guerra en Irak no lograron estabilizar a ese país y “normalizarlo” para extraer de él el precioso recurso petrolero en la cantidad deseada; por el contrario, la ocupación norteamericana que finalizó con una ingloriosa “retirada sin victoria” de las tropas yankees ha destruido el delicado equilibrio que mantenía a ese país unido y que, roto hoy de manera aparentemente irreparable, se convierte en un factor de desestabilización de toda la región, incluido Turquía, dado el papel de la minoría kurda en su territorio. Más hacia el este las aguas lejos de calmarse se agitan aún con más fuerza: sumido en otra aventura militar en Afganistán, la presencia de sus tropas en el área ha movilizado fuertes sentimientos anti-norteamericanos que también se expanden como un reguero de pólvora hacia su vecino Pakistán, irresponsablemente dotado de un poderoso arsenal nuclear cedido por Washington a fin de contrabalancear el programa atómico de la India, que la estúpida y crónica paranoia de la dirigencia de Estados Unidos atribuía a su condición de “Proxy” soviético.

En el extremo oriente no mejora la situación política global de Estados Unidos: el insólito desafío de Corea del Norte prosigue su curso sin que el imperio pueda interponer obstáculos con suficiente capacidad de disuasión. China se encamina en pocos años más a ser la principal economía del mundo y, además, un formidable poder militar pero de naturaleza eminentemente defensiva. Por su parte, Europa da muestras de una radical incapacidad de conformar una unidad política que le permita constituirse como un actor político gravitante en la arena mundial.

Como no podía ser de otra manera, el impacto de todos estos cambios económicos y políticos tuvo una enorme repercusión en América Latina y el Caribe. Veremos este tema en más detalle en la siguiente sección de este trabajo. Por ahora bástenos con decir que el acontecimiento más significativo en este terreno ha sido la estrepitosa derrota del ALCA en Mar del Plata, en Noviembre del 2005, en la medida en que se trataba del proyecto estratégico más importante del imperio desde la formulación e implementación de la Doctrina Monroe. En realidad, el ALCA no era otra cosa que la culminación del proceso anexionista contemplado en aquella, y que fue abortado gracias a la rebelión de algunos gobiernos de la región y la colaboración de otros.

El reverso de la medalla de todos estos procesos ha sido la desorbitada militarización de la política exterior y, como complemento necesario, el progresivo recorte de los derechos civiles y libertades individuales dentro de las propias fronteras de los Estados Unidos, tema éste que ya ha suscitado numerosas protestas por parte de distintas organizaciones defensoras de las libertades y los derechos humanos. Un indicio muy claro de este proceso es el evidente desplazamiento del Departamento de Estado en el diseño e implementación de la política exterior a favor del Pentágono. Por supuesto, esto no es algo que haya ocurrido de la noche a la mañana: se trata de un proceso y no de un acontecimiento que ocurre sin aviso previo. En todo caso, si hubiera que fijar un momento emblemático en donde esta tendencia se acelera considerablemente el 11 de Septiembre del 2001 sería sin duda alguna la fecha más indicada. Luego de esto el estallido de la Guerra de Irak vendría a acentuar aún más esta orientación, así como la significativa marginación de Colin Powell quien en su carácter de Secretario de Estado aconsejó a la Casa Blanca no declarar la guerra a Irak y ocupar su territorio dado que luego de ello Estados Unidos no podría retirarse del teatro de operaciones. Su tesis fue vapuleada por la intervención del Vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney; por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld; y por la presidenta del Consejo Nacional de Seguridad, Condoleezza Rice, ninguno de los cuales, al decir de Powell, tenía el más mínimo conocimiento de las cuestiones militares y eran incapaces de diferenciar un simple revólver de una pistola.

Esta marginación del Departamento de Estado ha sido acompañada por un fenomenal aumento del presupuesto militar, para lo cual se apeló a pretextos tan remanidos como la necesidad de librar una batalla frontal en la “guerra contra el terrorismo”, o la “guerra contra el narcotráfico” todo lo cual, además, desde el 11S dio pie para la elaboración de una nueva doctrina militar y estratégica: la “guerra infinita.” Una rápida ojeada a la progresión del gasto militar norteamericano revela los descomunales alcances del proceso. En 1992, el presupuesto militar de Estados Unidos equivalía al de los 12 países que le seguían en la carrera armamentista; cuando en 2003 se decide la invasión y posterior ocupación de Irak el gasto norteamericano ya era equivalente al de los 21 países que le seguían en ese rubro. Las complicaciones de esa guerra sumada a la intensificación de las operaciones en Afganistán hicieron que, para el 2008 el gasto militar de los Estados Unidos sólo pudiera ser igualado si se sumaban los presupuestos militares de 191 países. Para el 2010, ya es superior a la totalidad del gasto militar de todos los países del planeta, superando la barrera psicológica del billón de dólares (un millón de millones de dólares), pese a que en sus comunicados oficiales la Casa Blanca habla de una cifra poco superior a los 750,000 millones de dólares. Claro está que esa cifra no contempla el multimillonario presupuesto de la Veterans Administration, encargada de prestar asistencia médica y psicológica a los ex combatientes de las sucesivas guerras del imperio, desde la de Vietnam en adelante. Si a esto se le agregan los gastos realizados por subcontratistas vinculados a actividades de infraestructura (como la Halliburton, por ejemplo) y algunos otros relacionados con la contratación de mercenarios se comprenderá fácilmente las razones por las cuales las cifras que se dan a conocer subestiman notablemente el gasto militar de los Estados Unidos.

La formidable expansión de las bases y misiones militares de los Estados Unidos por todo el mundo es otra de las facetas de este proceso de tenebrosa militarización de las relaciones internacionales impulsado por Estados Unidos. Un recuento de hace poco más de un año arrojaba un número de 872 diseminadas por 128 países. No obstante ello, en meses recientes la Casa Blanca aumentó su presencia en nuestra región mediante cuatro nuevas bases que habrían sido concedidas motu propio por el gobierno de Panamá, dos en el litoral caribeño y otras dos en el Pacífico y una o dos bases aeronavales que el gobierno de Alan García habría puesto a disposición de las tropas norteamericanas en el Perú con el objeto de compensar la pérdida producida por el abandono de la base de Manta en Ecuador.[viii] Hay que aclarar, de todos modos, que la Corte Constitucional de Colombia sentenció que el acuerdo Obama-Uribe es inconstitucional; en realidad, el dictamen fue más allá pues la sentencia establece que el tratado de marras es “inexistente” porque no cumplió con los requisitos fundamentales que lo constituyan como tal. Esta sentencia podría, en principio, obstaculizar la implementación de los planes bélicos del Pentágono en esa región. Pero decimos “en principio” porque el débil espesor de la legalidad colombiana no permite asegurar que la sentencia del máximo tribunal vaya a ser efectivamente aplicada. Otro tanto ocurre con la legislación aprobada por la Asamblea Nacional de Costa Rica autorizando el ingreso de un elevado número de marines a ese país (entre 6 y 14 mil) y de 46 naves de guerra del más diverso tipo. A fines de Noviembre del 2010 tal legislación fue recurrida y hay indicios de que el Tribunal Constitucional de ese país podría llegar a declarar la inconstitucionalidad de esa pieza legislativa. Claro está que, al igual que en el caso de Colombia, esto no significa que no puedan apelarse a argucias especiales en virtud de las cuales se pueda burlar la sentencia de los jueces. Una simple mirada al mapa regional bastaría para comprobar que América Latina y el Caribe se encuentran rodeados de bases militares, la gran mayoría de las cuales fueron instaladas -o acordado su uso- en los últimos años. Bastaría, para circunscribir por completo la gran cuenca de la Amazonía, que las negociaciones en curso entre Washington y París prosperaran para que, mediante el otorgamiento a los Estados Unidos de la base que los franceses tienen en Cayena, en la Guayana Francesa, el control territorial y del espacio aéreo fuera total, con una proyección que, inclusive, llegaría hasta el África Occidental y la Isla Ascensión, crucial para el desplazamiento de las tropas de la OTAN hacia el Atlántico Sur.[ix]

Una última consideración de carácter cuantitativo es la siguiente: al momento actual, el total del personal civil del Comando Sur, cuya sede se encuentra en Miami, excede con creces al número total de funcionarios que, en todas las demás agencias y secretarías del estado federal, se desempeñan en programas o iniciativas relacionadas con América Latina. Nótese que estamos hablando del personal civil del Comando Sur, esto es, con exclusión del personal militar. Esta situación, otra vez, no tiene precedentes en la historia de las relaciones interamericanas.[x]

Finalmente, habría que agregar en este relevamiento de la desorbitada militarización del imperio y de las políticas imperiales la reactivación de la IV Flota, que no se había movilizado nsi siquiera en la Crisis de los Misiles, de Octubre 1962. Mantenida en sus apostaderos en esa ocasión, se reactiva a mediados del 200 en sugestiva coincidencia con el anuncio formulado por el presidente Lula relativo al descubrimiento de un enorme manto petrolífero submarino en el litoral paulista.[xi]

Para resumir: expansión desorbitada del gasto militar, de las bases militares, del personal dedicado a monitorear y controlar a la región en el marco del Comando Sur, la movilización de la IV Flota: ¿hace falta alguna evidencia más para concluir que el imperio se ha lanzado con todas sus fuerzas a recuperar el terreno perdido y a “corregir” el curso de los acontecimientos regionales para adecuarlo a sus intereses? Y no hay duda alguna de cuáles son los objetivos estratégicos de tamaña reacción: en lo inmediato tumbar a Chávez y, de ese modo, lograr el estrangulamiento económico y financiero de Cuba, Bolivia y Ecuador. Pero el objetivo estratégico supremo, más allá de lo inmediato y circunstancial, es posicionar a los Estados Unidos en una situación tal que le permita controlar el acceso a las enormes riquezas concentradas en el corazón de Sudamérica. Se verifica también en el caso estadounidense la tendencia observada en otros imperios: en su fase declinante se acrecienta su agresividad, su peligrosidad. Su prolongada agonía está signada por violentas convulsiones.
 
James Monroe define (para siempre) la política hacia América Latina

Un lugar común en el discurso de muchos analistas de las relaciones internacionales y, lamentablemente, de muchos funcionarios gubernamentales de los países latinoamericanos asegura que nuestra región carece de relevancia y que no suscita mayor interés en Washington. Que lo más que podemos aspirar es a una “negligencia benigna”, a un ninguneo apenas disimulado con algún ocasional gesto aislado, o un oportuno tic diplomático. La razón de esta autodepreciación, según los cultores de esta tesis, es que para la Casa Blanca las prioridades son en primer lugar Medio Oriente, luego Europa, luego Asia Central, luego el Extremo Oriente y, en el mejor de los casos, en quinto lugar, aparecería Nuestra América, mendigando atención y buenos modales.

En realidad, este discurso no surgió endógenamente sino que, gracias a la férrea supervivencia de nuestra colonialidad, fue importado precisamente de Estados Unidos. Ese discurso es al que sistemáticamente Washington apela cuando tiene que relacionarse con sus vecinos al sur del Río Bravo y que la abrumadora mayoría de nuestros gobernantes y una proporción no demasiado menor de nuestros intelectuales han asumido como una verdad revelada e irrefutable. No podemos entrar en mayores detalles para explicar las razones de esta sinrazón. Bástenos con señalar, en línea con las esclarecedoras reflexiones de Fernández Retamar contenidas en su Todo Calibán, la pertinaz influencia de una larga historia de sumisión colonial y neocolonial que hunde sus raíces en la Conquista de América y que hasta el día de hoy atenaza con sus pesadillas el sueño de los vivos, para abusar de un célebre pasaje de Marx en El Dieciocho Brumario.[xii]

La premisa de la irrelevancia ha sido una estrategia muy eficaz utilizada por Washington para desalentar y desmoralizar a los gobiernos latinoamericanos. Pero de su eficacia práctica no puede inferirse que sus fundamentos sean correctos. Son profundamente erróneos, por varias razones.[xiii]

En primer lugar no deja de asombrar que si la nuestra es una región tan irrelevante, que tan poco cuenta en el tablero de la política mundial, que haya sido precisamente ella la destinataria de la primera doctrina de política exterior elaborada por Estados Unidos tan tempranamente como en 1823, es decir, un año antes de la batalla de Ayacucho que puso fin al imperio español en América. Naturalmente, se trata de la Doctrina Monroe que con sus circunstanciales retoques y adaptaciones ha venido orientando la conducta de la Casa Blanca hasta el día de hoy. ¿Cómo explicar tamaña contradicción entre irrelevancia y precocidad? La inconsistencia se vuelve clamorosa cuando se repara que habría de transcurrir casi un siglo para que Washington diera a luz, en 1917, a una nueva doctrina de política exterior, esta vez referida al teatro europeo, convulsionado por la Primera Guerra Mundial y el estallido de la Revolución Rusa en Febrero de ese mismo año. Más allá de la retórica y de tacticismos diplomáticos lo sustancial del caso es que América Latina es la principal región del mundo para la política exterior de los Estados Unidos: es su frontera con el Tercer Mundo, su hinterland, su área de seguridad militar, la zona con la cual comparte la ocupación de la gran isla americana que se extiende desde Alaska hasta Tierra del Fuego, separada de las demás masas geográficas y, más encima todavía, depósito de inmensos recursos naturales. Una periferia sometida al insaciable apetito del imperio, que saquea y domina a pueblos y naciones, generando con ello una vasta zona de crónica inestabilidad y turbulencias políticas que brotan de su condición de ser un riquísima región lindera con el centro imperial y, a la vez, la de peor y más injusta distribución de ingresos y riquezas del planeta. Esas y no otras son las razones de la temprana formulación de la Doctrina Monroe; las razones profundas, también, del más de centenar de intervenciones militares norteamericanas en la región, de tantos “golpes de mercado”, de asesinatos políticos, sobornos, campañas de desestabilización y desquiciamiento de procesos democráticos y reformistas perpetrados contra una región, ¿carente por completo de importancia? En tal caso, ¿no hubiera sido más razonable una política de indiferencia ante vecinos revoltosos pero insignificantes? Precisamente a causa de su relevancia se entiende el sobresalto de Washington ante el surgimiento de cualquier gobierno siquiera mínimamente reformista, aún en países tan pequeños como Grenada (¡344 km2 y 60.000 habitantes al momento de su invasión por los Marines en 1983!) que fueron demonizados por los administradores imperiales por su capacidad de poner en peligro la “seguridad nacional” de los Estados Unidos. Fue Zbigniev Brzezinski quien, al promediar la década de los ochentas y en plena “Guerra de las Galaxias” que la Unión Soviética era un problema transitorio para Estados Unidos, pero que América Latina constituía un desafío permanente, arraigado en las inconmovibles razones de la geografía. De ahí la persistencia del criminal bloqueo contra Cuba durante medio siglo y la excepcional “ayuda militar” prestada a Colombia, país que es el tercer receptor mundial sólo superado por la que se le presta a Israel y, en segundo lugar, Egipto.[xiv]

Petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad

Fue nada menos que Colin Powell, el Secretario de Estado de George W. Bush quien dijo, a propósito de la obstinación de la Casa Blanca para lograr aprobar el ALCA, que: “nuestro objetivo es garantizar para las empresas estadounidenses el control de un territorio que se extiende desde el Ártico hasta la Antártica y el libre acceso sin ninguna clase de obstáculo de nuestros productos, servicios, tecnologías y capitales por todo el hemisferio.”[xv] ¿Irrelevantes? Nótese la importancia de nuestra región como un gigantesco mercado para las inversiones estadounidenses, grandes oportunidades de inversión, fabulosas expectativas de rentabilidad posibilitadas por el control político que Washington ejerce sobre casi todos los gobiernos de la región, y todo esto en un territorio que alberga un repertorio casi infinito de recursos naturales de todo tipo.

Pero además de ello la nuestra podría ser, en función de probables desarrollos tecnológicos, la región que cuente con las mayores reservas petroleras del mundo: esa es la promesa contenida en la Faja del Orinoco y los megayacimientos submarinos recientemente descubiertos por Petrobrás en el litoral paulista. No lo es hoy, pero podría serlo en un futuro próximo. En todo caso, aun en las condiciones actuales, es la que puede ofrecer un suministro más cercano y seguro a Estados Unidos, dato harto significativo cuando las reservas del centro imperial no alcanzan para más de 10 años y las fuentes alternativas de aprovisionamiento son mucho más lejanas y cada vez más problemáticas e inciertas toda vez que han entrado en una zona de creciente inestabilidad política. Medio Oriente se ha convertido en un polvorín que puede estallar en cualquier momento, donde el resentimiento anti-estadounidense alcanza proporciones impresionantes aun en los “Estados-clientes” como Egipto, Arabia Saudita y Turquía. Derrotado en términos prácticos en Irak, al no poder estabilizar ese país creando las condiciones para apropiarse de su riqueza petrolera en las proporciones anheladas; estancado y con graves riesgos de sufrir otra derrota semejante en Afganistán, cegando las cuencas petroleras de Asia Central al paso que las de África Occidental carecen de las más elementales condiciones políticas requeridas para garantizar un flujo estable y previsible de petróleo hacia Estados Unidos, el petróleo venezolano -distante a apenas tres o cuatro días de navegación por un “mar interior” como el Caribe- es un imán que atrae incansablemente los peores designios de la Casa Blanca.

América Latina tiene asimismo grandes reservas de gas, dispone de casi la mitad del total de agua potable del planeta, y es el territorio donde se encuentran varios de los ríos más caudalosos del mundo y dos muy importantes acuíferos: el Guaraní y el de Chiapas. El primero no es el mayor del mundo, que es el Siberiano, pero sí es el que tiene mayor capacidad de recarga, lo que le asegura una duración prácticamente indefinida. Y el de Chiapas ya ha sido considerado como un muy significativo aporte para enfrentar el inexorable agotamiento del suministro de agua que afecta el Suroeste de Estados Unidos y que compromete el acceso al vital liquido de poblaciones como Los Ángeles y San Diego. Si como dicen los expertos en cuestiones militares las guerras del siglo veintiuno serán guerras del agua, ¿cómo podría ser irrelevante un área que concentra casi la mitad del agua dulce del planeta?

América Latina también es rica en minerales estratégicos. Un trabajo reciente de Rodríguez Rejas en relación al tema demuestra que “desde mitad de la década de los noventa, cuando se dispara esta actividad, América Latina cuenta con una parte importante de la producción y reservas de varios minerales cuya principal fuente de destino es EU.” Prosigue esta autora recordando que “entre los diez primeros países mineros del mundo hay seis latinoamericanos: Perú, Chile, Brasil, Argentina, México, Bolivia y Venezuela” y que los países de la región se cuentan “entre los principales productores mundiales de minerales estratégicos y metales preciosos -son catalogados como tales el oro, plata, cobre y zinc-, así como por las reservas probadas de minerales estratégicos con alto precio en el mercado como el antimonio, bismuto, litio, niobio, torio, oro, zinc y uranio entre otros. En varios, el principal receptor de la producción es EU, especialmente en el caso del bismuto (88%), zinc (72%), niobio (52%) y en menor medida la fluorita (45%) y el cobre /45%).”[xvi] En línea con este análisis John Saxe-Fernández sostiene que la agenda militar/empresarial de los Estados Unidos en esta materia se refiere a los abastecimientos de petróleo, gas y el resto de los metales y minerales, “de la A de alúmina a la Z de zinc.” Y para sustanciar esta afirmación el experto señala que ya desde 1980 uno de los principales expertos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos había advertido al Congreso que amén de la fuerte dependencia de las importaciones petroleras este país carecía “de al menos cuarenta minerales esenciales para una defensa adecuada y una economía fuerte.” De esto se desprende la necesidad de que esos minerales puedan ser aportados por los países latinoamericanos, sustituyendo fuentes de abastecimiento mucho más inciertas y lejanas.[xvii] De acuerdo con informaciones proporcionadas por el Mineral Information Institute de Estados Unidos debe importar el cien por ciento del arsénico, columbo, grafito, manganeso, mica, estroncio, talantium y trium que requiere, y el 99 por ciento de la bauxita y alúmina, 94 por ciento del tungsteno, 84 por ciento del estaño, 79 por ciento del cobalto, 75 por ciento del cromo y 66 por ciento del níquel.[xviii] Como lo asegura el Mineral Information Institute, cada estadounidense al nacer consumirá 2.9 millones de libras de minerales, metales y combustibles a lo largo de su vida: 923 de cobre, 544 de zinc, 14,530 de mineral de hierro, 5,93 millones de pies cúbicos de gas, 72,499 galones de petróleo, y así sucesivamente. La infografía que se inserta a continuación ilustra con elocuencia el enorme peso que ejerce sobre el planeta Tierra el sostenimiento del patrón de consumo establecido por el capitalismo norteamericano en ese país. Huelga añadir que los países latinoamericanos son grandes productores de la mayoría de estos minerales, metales y combustibles requeridos por el consumidor estadounidense.




Lo que cada norteamericano necesitará al nacer...

Lo anterior en relación a minerales, metales y combustibles. Pero la riqueza de América Latina no se agota allí. Miremos a la biodiversidad, ¿cómo podría ser irrelevante una región que cuenta con algo más del 40% de todas las especies animales y vegetales existentes en el planeta? Según informa un documento del programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente América Latina y el Caribe alberga a cinco de los diez países con mayor biodiversidad del planeta: Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú, así como la mayor área de biodiversidad del mundo: la cuenca amazónica que se extiende a partir de las estribaciones orientales de los Andes. Esta región contiene la mitad de las selvas tropicales del planeta, un tercio de todos sus mamíferos y algo más de sus especies reptiles, 41 por ciento de sus pájaros y la mitad de sus plantas. Es también la región de más rápida deforestación a nivel mundial aunque posee más del 30 por ciento del agua potable y un 40 por ciento de los recursos acuíferos renovables del planeta. Los Andes, por último, son el hogar del 90 por ciento de los glaciares tropicales, fuentes del diez por ciento del agua potable del planeta. La cuarta parte de la riqueza ictícola existente en los ríos interiores de todo el mundo se encuentra en esta parte del mundo. La mitad de las especies vegetales del Caribe, a su vez, son exclusivas de esa región y no se encuentran en ninguna otra.[xix] Esta exuberante riqueza en materia de biodiversidad constituye un imán poderosísimo para las grandes transnacionales estadounidenses, dispuestas a imprimir -mediante los avances de la ingeniería genética- el sello de su copyright a todas las formas de vida animal o vegetal existentes y, a partir de ello, dominar por entero la economía mundial como lo están haciendo, en buena medida, con las semillas transgénicas. Por algo el tema de los derechos de propiedad intelectual tiene tanta prioridad para Washington, como lo atestiguan las durísimas negociaciones en el seno de la Organización Mundial del Comercio.

Por último, desde el punto de vista territorial, América Latina es una retaguardia militar de crucial importancia. Obviamente, los funcionarios del Departamento de Estado lo niegan rotundamente, pero los expertos del Pentágono saben que esto es así. Por eso el empecinamiento de Washington por saturar nuestra geografía con bases y misiones militares y su obstinación en garantizar la inmunidad del personal involucrado en las mismas. Si fuéramos tan poco importantes como se nos dice, ¿por qué la Casa Blanca se desvive proponiendo políticas que suscitan el repudio casi universal en la región?[xx]

Militarización de las relaciones interamericanas.

La verdadera cacería de recursos naturales desencadenada por el imperio inevitablemente estaba destinada a desencadenar una desorbitada expansión de la presencia militar al Sur del Río Bravo, coto privilegiado de su pillaje.[xxi] Derrotado su gran proyecto estratégico, el ALCA, en la Cumbre de Presidentes de las Américas de Mar del Plata (Noviembre de 2005), bajo la dirección de Hugo Chávez y con la colaboración de Luiz Inacio “Lula” da Silva y Néstor Kirchner, la Casa Blanca sólo retrocedió para cobrar nuevos bríos y lanzarse de lleno a la reconquista de su influencia perdida. Los cambios que se habían sucedido desde finales del siglo pasado: la rebelión zapatista, la elección de Hugo Chávez, el auge del Foro Social Mundial en el primer quinquenio del presente siglo, las elecciones de Lula y Kirchner en Brasil y Argentina respectivamente y, más tarde, el triunfo de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y, en menor medida, del Sandinismo en Nicaragua convencieron a la burguesía imperial que el reordenamiento de la díscola y vasta región que se extiende hacia el Sur difícilmente podría lograrse apelando a los tradicionales mecanismos de la democracia burguesa. Pese a que éstos favorecían de manera sistemática los intereses y las preferencias imperiales los procesos de descomposición del orden neocolonial habían avanzado mucho: la resistencia de Cuba ante el bloqueo y una aberrante campaña de agresiones y sabotajes la hacía aparecer ante los ojos de millones de latinoamericanos como un faro cuya luz se hacía más resplandeciente con el transcurso del tiempo. Y la aparición de nuevos liderazgos radicales, como el de los ya mencionados Chávez, Morales y Correa, y de otros que sin serlo facilitaban sus iniciativas, como Kirchner, Correa y Vázquez en Uruguay, exigía correctivos que obligaban a arrojar por la borda los escasos escrúpulos democráticos de la derecha latinoamericana e imperial. De ahí las tentativas golpistas en Venezuela en 2002, Bolivia en 2008, Honduras en 2009 y Ecuador en 2010, no por casualidad cuatro países integrantes de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA).[xxii] Si bien tres de estas cuatro tentativas fueron derrotadas, en Honduras el desenlace favoreció los planes del imperialismo: el presidente Mel Zelaya fue derrocado, el régimen golpista fue amparado por la abierta complicidad de Washington y el gobierno fraudulento de Porfirio Lobo inmediatamente reconocido por la Casa Blanca y su peón sudamericano, Álvaro Uribe.

El contra-ataque imperial se manifestó no sólo en el terreno de la desestabilización de gobiernos democráticos: sumamente expresiva fue la reactivación de la IV Flota, que había permanecida como una suerte de “célula dormida” del imperialismo desde 1950 y que ni siquiera había sido llamada a las armas durante la muy crítica coyuntura de Octubre de 1962 cuando se produjo la llamada “crisis de los misiles” entre la Unión Soviética y Estados Unidos. Pero el retroceso de los intereses estadounidenses en Sudamérica y el anuncio del presidente Lula del descubrimiento de un mega-yacimiento de petróleo en aguas continentales del Brasil precipitaron el llamado a levar anclas y hacerse a la mar de la IV Flota.[xxiii] Lo mismo puede decirse en relación a la sucesión de bases militares que Estados Unidos ha logrado implantar en esta parte del mundo y que, sin duda alguna, ponen en evidencia la voluntad del imperio de fortalecer su presencia en la región y garantizar la exclusividad en el acceso a los estratégicos recursos que alberga el corazón de América del Sur. (Ver mapa al final de este trabajo)

Un aspecto poco examinado, y que convendría monitorear más cuidadosamente, es el siguiente: si bien es cierto que la Escuela de las Américas (School of the Americas, SOA), el nido en el cual se criaron los militares terroristas que asolaron la región, ya no tiene la importancia de antaño, lo cierto es que persisten todavía numerosos vínculos que articulan al Pentágono con las fuerzas armadas de América Latina y el Caribe. Fundada en 1946 y establecida en Panamá en ese mismo año, en 1984 reinicia sus actividades en territorio continental norteamericano, en Fort Benning, Georgia. La relocalización de la Escuela de las Américas fuera del suelo latinoamericano había sido uno de los puntos contemplados en las negociaciones del tratado Carter-Torrijos en 1977.[xxiv] Atenta a los cambios de los vientos políticos que soplaban en la región en el 2001 esta siniestra institución cambia de nombre y pasa a denominarse “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad” (Western Hemisphere Institute for Security Cooperation WHISC). El cambio es mero maquillaje porque la institución continúa en el mismo sitio, con el mismo edificio, los mismos instructores y enseñando las mismas técnicas de tortura y represión. Lo más grave, salvo pocas excepciones la casi totalidad de los países del área: Colombia, Chile, Perú, Nicaragua, República Dominicana, Ecuador, Panamá, Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Paraguay, México, Jamaica, Belice, Brasil, Canadá, Barbados, Grenada y St.Kitts continuaban enviando, en el 2009, sus oficiales de las fuerzas armadas a la SOA mientras que Argentina, Venezuela, Bolivia y Uruguay dejaron de hacerlo.[xxv]

Para resumir: pese a los cambios sociopolíticos existentes en la región todavía subsisten múltiples lazos que vinculan a las fuerzas armadas latinoamericanas con las agencias militares del imperio. Le asiste plenamente la razón a la especialista argentina Elsa Bruzzone cuando asegura que “debemos deshacernos de la Organización de Estados Americanos (OEA), del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), de la Junta Interamericana de Defensa, en resumen, de todo el sistema interamericano de defensa elaborado por Estado Unidos desde el año 1948.”[xxvi]

El proceso de militarización de las relaciones interamericanas está lejos de ser un resultado accidental del nuevo escenario internacional, sino que refleja las apremiantes necesidades del imperio para asegurarse el control excluyente de los recursos naturales necesarios para mantener su irracional y despilfarrador patrón de consumo. Por supuesto, esto tiene su contrapartida doméstica en la fuerte tendencia hacia la criminalización de la protesta social en numerosos países del área, en una dinámica que no es independiente sino estrechamente relacionada con la que prevalece en el plano internacional. Tal como lo ha observado en numerosos escritos Raúl Zibechi, este proceso es inherente al modelo de desarrollo extractivista, a la acumulación por desposesión (David Harvey) y al saqueo de los pueblos originarios y las masas campesinas latinoamericanas. La conclusión es que no hay extractivismo sin represión, y no hay relaciones interamericanas sin militarización.

Dadas estas condiciones no sorprende el impulso y el abierto auspicio que Washington le está otorgando a las diversas “ofensivas destituyentes” en curso en la región. El caso de Honduras es sin duda el más citado y, tal vez, el más descarado. Allí fue el propio embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, quien advirtió, en un cable ahora revelado por las filtraciones de WikiLeaks, que “las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial y el Congreso Nacional conspiraron contra el ex presidente Manuel Zelaya” y que lo que allí ocurrió fue un golpe de estado y no, como lo asegurara la Secretaria de Estado Hillary Clinton, un prolijo y legal recambio presidencial precipitado por las transgresiones cometidas por el presidente Zelaya. Esto no es nada novedoso sino, por el contrario, la ratificación de una tendencia permanente de la política exterior de Estados Unidos hacia nuestra región y que hoy se manifiesta también en la brutal ofensiva lanzada contra los gobiernos de izquierda como el de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa y, en menor medida, a quienes son considerados como sus “compinches”: los gobiernos de Lula en Brasil y Cristina Fernández en Argentina. Las abiertas amenazas golpistas que se ciernen sobre Guatemala y Paraguay, sobre todo en este último país donde el protagonismo de la “embajada” ha llegado a extremos insólitos, así como la intensificación de la campaña en contra de Cuba puesta de manifiesto en los renovados recursos destinados a financiar las actividades de presuntos “disidentes” y que seguramente se intensificará con la asunción de algunos miembros de la derecha fascista en algunos cargos claves del Congreso (caso de la representante de la mafia anticubana Ileana Ros, por ejemplo, a la jefatura de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes) son claros indicios de que nuestra región deberá estar muy alerta para evitar que sus gobiernos progresistas sucumban ante el feroz ataque de la Roma americana, como gustaba decir José Martí.
Una última reflexión en relación a este asunto: contrariamente a las ilusiones que brotaron al calor de la “obamamanía”, la presidencia de Obama no se apartó un ápice de la senda trazada por sus reaccionarios predecesores. No sólo fue él quien estampó su firma junto a la de Álvaro Uribe al pie del tratado mediante el cual Colombia cedía el uso de siete bases militares a los Estados Unidos -en una movida que equivale a la explícita conversión de ese país sudamericano en un protectorado norteamericano- sino que también admitió sin revisión continuar con el ASPAN -la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte- que, en los hechos, significa extender dentro de los territorios de México y Canadá (pero no a la inversa, si bien esto no está explícitamente prohibido) la jurisdicción de las fuerzas armadas estadounidenses, de algunas de sus agencias federales como la CIA, la DEA y el FBI, recortando significativamente la soberanía de sus vecinos del norte y del sur. No es un dato menor señalar el hecho de que, pese a su enorme importancia y su carácter lesivo para la soberanía de México, el ASPAN no sea un tratado sino simplemente un “compromiso político” o un “acuerdo de cooperación” entre los Ejecutivos de Estados Unidos, Canadá y México, el que, dada su informalidad, no está sujeto al control del Poder Legislativo de los países que establecen el acuerdo, lo cual configura una aberrante anomalía para esta clase de entendimientos. Tal como la manifestara la Canciller mexicana Patricia Espinosa, no existe ningún documento que especifique los términos de este acuerdo: por ejemplo, que armas podrán ser introducidas en México, el tamaño de la fuerza norteamericana, el ámbito territorial de su intervención, si existen o no inmunidades diplomáticas para los involucrados en esta operación. Tal como lo declarase la funcionaria arriba mencionada, “No hay documento firmado. No es un tratado internacional; es un documento que refleja el compromiso de ambos gobiernos de trabajar de manera conjunta”. El único documento escrito es, según la Canciller, apenas el comunicado conjunto emitido por los gobiernos de los tres países, ¡Nada más! El ASPAN tiene por objetivo coordinar los esfuerzos de lucha contra lo que se ha dado en llamar las “amenazas comunes”, mismas que fueron identificadas como “las organizaciones transnacionales del crimen organizado, el narcotráfico, el tráfico de armas, las actividades financieras ilícitas, el tráfico de divisas y la trata de personas”. Gracias a este “compromiso” las fuerzas ocupantes pueden ignorar la normativa internacional en la materia, porque no hay ningún vínculo formal que las obligue a ello. Pocas veces se constató tan flagrante e ignominiosa cesión de soberanía como el ASPAN, llevada a cabo de manera solapada, arbitraria y antidemocrática, lo que arroja un ominoso manto de sospecha sobre los gobiernos signatarios y carcome insanablemente sus pretendidas credenciales democráticas. Obama convalidó esta monstruosidad, lo cual retrata nítidamente cuál su total sujeción a las directivas establecidas por la clase dominante en Estados Unidos. ¡Menos mal que era tenido por “progresista”![xxvii] 27

Una conclusión esperanzada

No obstante todo lo antes expuesto, es preciso subrayar que a pesar de las formidables presiones de todo tipo ejercidas por Estados Unidos, Washington no pudo neutralizar la creciente influencia comercial y económica de China y, en algunos casos, como Rusia, la influencia ejercida también en la órbita militar. Este acelerado proceso de multipolarización económica y política, que contrasta abiertamente con el indisputado predominio militar de Estados Unidos, ha abierto un importante espacio para afianzar la autonomía y autodeterminación de Nuestra América. Países como Rusia han recuperado su gravitación en el área y otros como China, Irán, India y Sudáfrica juegan un papel cada vez más importante en los delicados equilibrios geopolíticos de la región.

Una prueba del menguado poderío norteamericano en el área la ofrece la sola enumeración de algunas derrotas que Estados Unidos experimentó en años recientes en esta parte del mundo. Sin ánimo de exhaustividad podríamos citar el desplante sufrido en la elección del Secretario General de la OEA, en Mayo del 2005, cuando por primera vez fue electo un candidato que no contaba con el apoyo de Estados Unidos. Poco después Washington sufriría una nueva derrota en Mar del Plata, cuando en Noviembre del 2005 naufragaría el ALCA. Estados Unidos experimentó también un duro revés al fracasar el golpe de estado en Venezuela, en 2002, y similares tentativas en Bolivia, 2008, y Ecuador, 2010. Lo mismo ocurrió en Junio del 2009, en San Pedro Sula, Honduras, cuando contrariando las explícitas posturas de Estados Unidos y sobreponiéndose a sus intensas presiones la Asamblea General de la OEA derogó la resolución adoptada en Punta del Este, en 1962 que había expulsado a Cuba del seno de la organización. Washington tampoco pudo impedir la realización de ejercicios navales conjuntos entre las marinas rusa y venezolana en el Mar Caribe (un “mar interior” de los Estados Unidos para los halcones del Pentágono) en Noviembre del 2008, en coincidencia con la visita del presidente de Rusia, Dimitri Medvédev a la República Bolivariana de Venezuela. Tampoco tuvo éxito la Casa Blanca en sus empeños por impedir la liberación de rehenes de las FARC en Colombia, pese a los denodados esfuerzos realizados por su peón Álvaro Uribe Vélez. No corrió mejor suerte el intento de impedir que el gobierno de Rafael Correa en Ecuador ordenara la inmediata evacuación de la base de Manta, ni tampoco pudo ser desestabilizado ese gobierno por el ataque de las fuerzas armadas de Colombia, con apoyo logístico de personal y equipo localizado en Manta, a un campamento de las FARC establecido al sur de la frontera colombo-ecuatoriana. Tampoco tuvo éxito en precipitar la caída de Correa mediante una abortada intentona de golpe de estado en Septiembre del 2010. Washington tampoco pudo impedir que el gobierno de Evo Morales expulsara al provocador embajador de Estados Unidos en ese país, Philip Goldberg, de tenebrosa participación en la partición de la ex Yugoslavia y la creación de Kosovo. Pese a sus presiones la Casa Blanca no pudo frustrar el proyecto de creación de la Unión Sudamericana de Naciones, que suplantó exitosamente a la OEA en desbaratar los golpes de estado en contra de Evo Morales y Rafael Correa, y la puesta en marcha de un Consejo Sudamericano de Defensa. Finalmente, tampoco pudo Estados Unidos frustrar la creación, en la II Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) y la XXI Cumbre del Grupo de Río, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que iniciará sus funciones a partir de julio de 2011 luego de la III Cumbre CALC a realizarse en Venezuela.

Derrotas significativas, más el imperio no se da por vencido. Vuelve a la carga y, tal como lo enseña la historia, al igual que sus predecesores: el imperio británico, el español, el portugués, el otomano y el propio imperio romano, es en las fases de decadencia cuando se los imperios se tornan más virulentos y agresivos. Conviene, por eso, recordar algunas enseñanzas. La de Martí, cuando decía que los norteamericanos “creen en el derecho bárbaro, como único derecho: ‘esto es nuestro, porque lo necesitamos.” Y ahí arremeten contra los pueblos que tienen aquello que excita el apetito del imperio. Las del Che, cuando en las Naciones Unidas sentenciaba que “No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así, nada.” Y las de Fidel, cuando nos aconsejaba…

“No subestimar al enemigo imperialista [...] ¡El enemigo imperialista cometió el error de subestimarnos a nosotros! …nuestra patria se enfrenta al imperio más feroz de los tiempos contemporáneos, y [...] que [...] no descansará en sus esfuerzos por tratar de destruir la Revolución [...] crearnos obstáculos [...] por tratar de impedir el progreso y el desarrollo de nuestra patria [...] ese imperialismo nos odia con el odio de los amos contra los esclavos que se rebelan. [...] a ello se unen las circunstancias de que ven sus intereses en peligro; no los de aquí, sino los de todo el mundo.”

Mapa



Posiciones militares de EEUU

Notas


[i] Un excelente compendio de esas discusiones se encuentra en Luis Maira, compilador: ¿Una nueva era de hegemonía norteamericana? (Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1985). En Estados Unidos, los principales contribuyentes a ese debate fueron Robert Gilpin The political economy of international relations (Princeton: Princeton University Press, 1987); Paul Kennedy, The rise and fall of the Great Powers. Economic change and military conflict from 1500 to 2000. (New York: Random House, 1987); Robert O. Keohane, After Hegemony. Cooperation and discord in the world political economy (Princeton, Princeton University Press, 1987); Henry R. Nau, The Myth of America’s Decline (New York and Oxford, Oxford University Press, 1990); Joseph S. Nye, Jr., Bound to lead. The changing nature of American power (New York: Basic Books, 1990) y también su “The changing nature of world power”, Political Science Quarterly, Vol. 105, Nº 2, 1990; Bruce Russett, “The mysterious case of vanishing hegemony; or is Mark Twain really dead?”, International Organization 39 (Spring 1985); Duncan Snidal, “Hegemonic stability theory revisited”, en International Organization 39 (Autumn 1985); Susan Strange, “The persistent myth of the lost hegemony”, International Organization 41 (Autumn 1987).
[ii] Cf. Paul Kennedy, The rise and fall of the Great Powers. Economic change and military conflict from 1500 to 2000. (New York: Random House, 1987); Emmanuel Todd, Après l’empire. Essai sur la décomposition du système américain (Paris: Gallimard, 2002)
[iii] Charles Krauthammer, “The unipolar moment”, en Foreign Affairs, Vol. 70, Nº 1, 1990-1991. Ver así mismo Immanuel Wallerstein, The decline of American Power (New Press. 2003); Chalmers Johnson The Sorrows of Empire: Militarism, Secrecy, and the End of the Republic (New York: Metropolitan Books, 2004) y la obra de quien quizás sea el más radical teórico de la supremacía norteamericana, Robert Kagan, Of Paradise and Power: America and Europe in the New World Order (New York: Knopf, 2003)
[iv] Ver su Imperio (Buenos Aires: Paidós, 2002). Hemos examinado y criticado esa tesis en nuestro Imperio & Imperialismo. Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri (ediciones varias)
[v] La frase fue pronunciada en un discurso en ocasión de la graduación de los guardacostas estadounidenses el 21 de Mayo del 2003. Cf. http://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/releases/2003/05/20030521-2.es.html
[vi] En el documento del Departamento de Defensa, National Defense Strategy (Washington: Junio 2008), por ejemplo, se abre con la siguiente afirmación: “Los Estados Unidos, nuestros aliados y socios, enfrentan un amplio espectro de desafíos, entre los cuales se cuentan las redes transnacionales de extremistas violentos, estados hostiles dotados de armas de destrucción masiva, nuevos poderes regionales, amenazas emergentes desde el espacio y el ciberespacio, desastres naturales y pandémicos y creciente competencia para obtener recursos. El Departamento de Defensa debe responder a estos desafíos y a la vez anticipándose y preparándose para los de mañana.” (pg. 1, énfasis nuestro) Y poco antes, en su mensaje introductorio, el Secretario Robert M. Gates decía que “estamos involucrados en un conflicto que no tiene parangón alguno con lo que hemos enfrentado en el pasado.”
[vii] Cf. Karen E. Dynan and Donald L. Kohn: “The rise in U.S. Household indebtedness: causes and consequences” (Washington, D.C.: Federal Reserve Board of Washington, August 2007), pg. 40. Agradecemos a Eric Toussaint los datos suministrados en una comunicación personal el 26 de Marzo del 2009.
[viii] Cf. Alfredo Jalife-Rahme, “¿Más siete de Colombia? Las 865 bases militares de EEUU en 40 países”, en Rebelión, 10-08-2009 y Johnson, op. cit.
[ix] Las principales bases norteamericanas -no todas- en América Latina y el Caribe son las siguientes: Guantánamo; Puerto Rico; Comapala, en El Salvador; Palmerolas, en Honduras; Aruba; Curaçao; Mariscal Estigarribia, Paraguay, frontera Bolivia; Pedro Juan Caballero (DEA, Paraguay, sobre mismo la frontera Brasil); 7 bases más en Colombia; 4 en Panamá; Perú, acaba de ofrecer para sustituir a Manta; Malvinas (formalmente a cargo del Reino Unido y la OTAN, pero en la práctica bajo control estadounidense); Cayena, en la Guayana Francesa.
[x] Comunicación personal del investigador argentino de las relaciones internacionales Juan Tokatlian.
[xi] No es un dato menor el hecho de que la movilización de la IV Flota se produjo sin que mediara una comunicación oficial de Washington a los jefes de estado de América Latina y el Caribe. Quienes recibieron la noticia fueron los Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la región.
[xii] Cf. Roberto Fernández Retamar, Todo Calibán (Buenos Aires: CLACSO, 2004) En uno de sus pasajes más luminosos el poeta y ensayista cubano dice que “el colonialismo ha calado tan hondamente en nosotros que sólo leemos con verdadero respeto a los autores anticolonialistas difundidos desde las metrópolis.” (pp. 39-40, énfasis en el original)
[xiii] Hemos examinado este asunto en nuestro “La mentira como principio de política exterior de Estados Unidos hacia América Latina”, en Foreign Affairs en Español, Volumen 6, Nº 1, 2006, pp.61-68.
[xiv] En su muy ilustrativo libro El Gran Tablero Mundial, Brzezinski pasa prolija revista a las distintas regiones y subregiones del mundo, con la sorprendente excepción de América Latina. Interrogado en una conferencia que dictara en la Universidad de Columbia (en Nueva York) por esa sorprendente ausencia replicó con sinceridad que en un sentido estricto América Latina y el Caribe no eran “regiones externas” sino que formaban parte del corazón mismo del imperio, “zonas interiores” del centro imperial estadounidense. Su status, por lo tanto, no era equiparable al Medio Oriente o a África Sub-Sahariana. Sobran los comentarios.
[xv] Esta sección re-elabora algunos párrafos de nuestro artículo “La mentira como principio de política exterior de Estados Unidos hacia América Latina”, op. cit.
[xvi] Rodríguez Rejas, María José “La centralidad de América Latina en la estrategia de seguridad hemisférica de Estados Unidos”, en Rebelión, 3 de Noviembre de 2010, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=115986

[xvii] John Saxe-Fernández, “América Latina: reserva estratégica de Estados Unidos”, en OSAL (Buenos Aires: CLACSO, 2009) Año X, Nº 25, Abril.
[xviii] Cf. Mineral Information Institute, http://www.mii.org
[xix] Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (UNEP), State of Biodiversity in Latin America and the Caribbean en http://www.cbd.int/gbo/gbo3/doc/StateOfBiodiversity-LatinAmerica.pdf, pp. 1-3.
[xx] Sobre el tema ver John Saxe-Fernández, Terror e Imperio. La hegemonía política y económica de Estados Unidos. (México: Random House Mondadori-Arena Abierta, Colección Debate, 2005); Luis Suárez Salazar, Madre América. Un siglo de violencia y dolor (1898-1998) (La Habana: Editorial de Ciencias sociales, 2003) amén de los numerosos trabajos de Ana Esther Ceceña en el marco del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica de la UNAM, entre ellos: El águila despliega sus alas de nuevo. Un continente bajo amenaza [en colaboración con Rodrigo Yedra y David Barrios], (Quito : FEDAEPS, 2009) y El Gran Caribe. Umbral de la geopolítica mundial [en colaboración con Rodrigo Yedra, Daniel Inclán y David Barrios], publicado por el mismo sello editorial el año 2010. Véase asimismo el trabajo de Sonia Winer, Mariana Carrolli, Lucía López y Florencia Martínez : Estrategia militar de Estados Unidos en América Latina, Cuaderno de Trabajo Nº 66, (Buenos Aires : Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, 2006) http://www.centrocultural.coop/uploads/cuaderno66.pdf
[xxi] Pese a tener cerca del 5 por ciento de la población mundial Estados Unidos consume el 25 por ciento del petróleo producido en el planeta.
[xxii] A estos cuatro casos habría que agregar el golpe de estado perpetrado contra Jean- Bertrand Aristide en Haití, en 2004, aunque no se trata de un fenómeno estrictamente comparable con los demás.
[xxiii] Sobre esto ver nuestro “La IV Flota derrotó a Imperio”, en Rebelión, 21 Agosto 2008, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=71635. Añadimos: no sólo “hacerse a la mar”. Tal como lo señaláramos más arriba la IV Flota dispone de navíos especialmente adaptados para remontar los ríos interiores de Sudamérica.
[xxiv] La SOA instruyó, hasta su transformación, unos 61 miembros de las fuerzas armadas latinoamericanas. Entre ellos sobresalen algunos de los más siniestros tiranos y asesinos de la región, entre ellos Leopoldo F. Galtieri y Roberto Viola (Argentina); Manuel Contreras (Chile); Vladimiro Montesinos (Perú), Manuel Noriega (Panamá), Hugo Banzer (Bolivia) y Roberto D’Aubuisson, jefe del “escuadrón de la muerte” que tuvo a su cargo la matanza de los jesuitas en El Salvador.
[xxvi] Cf. Natalia Brite, “Sistema “interamericano” o soberanía regional”, entrevista a Elsa Bruzzone, en http://alainet.org/active/36888
[xxvii] Sobre el ASPAN ver la exposición hecha por Carlos Fazio http://clasefazio.wordpress.com/2010/04/13/aspan-plan-mexico-y-soberania-nacional-exposicion-de-clase/ La información oficial del gobierno mexicano sobre el ASPAN se encuentra en http://www.sre.gob.mx/eventos/aspan/faqs.htm