lunes, 31 de octubre de 2011

El robo neoliberal


Hermann Bellinghausen
 
No podemos confiar en ellos. Cuando los vemos, escuchamos, padecemos, necesariamente hay que recordar que nos engañan, y ellos no se engañan, saben perfectamente que lo que han hecho, hacen y pretenden seguir haciendo con el país desde 1982 no funciona. No en los términos de una nación soberana, justa y democrática. Supongamos sin conceder que en 1988 hicieron su fraude patriótico porque creían que su modelo económico neoliberal era buena medicina para México, e iniciaron un experimento piloto –ejemplar para América Latina– de integración al mercado global y las felicidades múltiples del libre comercio. En 2011 ellos, sus sucesores y sus socios beneficiados billonariamente nos siguen vendiendo la misma basura, insisten en las reformas estructurales aun con el país roto y la economía extraviada en el casino global donde no existe el futuro. Desempleo, desigualdad profunda, miseria de millones, descomposición social, agonía de la educación pública, desmantelamiento de la producción agrícola y la vida campesina, arrasamiento del suelo, el subsuelo, el agua y el aire: es lo que consiguieron.
 
En un amplio reportaje sobre la bancarrota de Gran Bretaña (Broken Britain, Harper’s, noviembre de 2011), el veterano corresponsal de Guardian y Observer, Ed Vulliamy, ofrece un retrato demoledor de lo que ha sucedido en Albión desde los tiempos de Margaret Thatcher, oficiante mayor del neoliberalismo brutal, su profeta en Europa y aliada de hierro del expansionismo estadunidense. En la misma cuna del capitalismo desató la privatización de la propiedad pública (ciudadana), derechos incluidos, y propició la venta al capital extranjero del carbón, los chocolates, las empacadoras de té, los equipos de futbol, las universidades, el gas, los trenes, los bancos (y los bancos de los parques), las carreteras, las calles, el agua, los calzones. Merced a su agresiva y abusiva política, sostenida por conservadores y laboristas por igual, las islas británicas enfrentan uno de los peores momentos en su historia moderna. Sus dueños hoy son tiburones alemanes, chinos, rusos, australianos, franceses, árabes. La nación no se pertenece y el desempleo, la deuda pública, la descomposición social, la rabia, la frustración, el alcoholismo masivo de la población, ya no se pueden ocultar con bodas reales y Olimpiadas que suceden en el mundo paralelo de la televisión y los espacios cerrados por las medidas de seguridad.

Vullaimy, por cierto, acaba de publicar el libro Améxica: la guerra en la frontera (Farrar, Strauss & Giroux, 2010), sobre los cárteles mexicanos. Sabe en qué espejos buscar.

Casi hay vergüenza en su recuento del Londres actual, antes y después de las revueltas callejeras (riots) de este año, síntoma de la desesperación juvenil, y subraya la manera cínica en que fueron descalificadas y aplastadas por el poder sin la menor consideración social. Londres es la ciudad con más cámaras de vigilancia pública en el planeta, y Gran Bretaña tiene instalado 20 por ciento de estos dispositivos en el mundo, en un clima de crecientes racismo, falta de libertad, autoritarismo policiaco, corrupción legalizada. No extraña que la historieta política V de Vendetta (y película de los hermanos Wachowsky, 2006), hoy tan popular e icónica, se desarrolle precisamente en un Londres bajo dictadura y mentira. El cuento no lo es tanto.

Con todas las diferencias y salvedades, resulta irresistible trasladar esa lectura a México, sobre todo a partir del TLC. Gobiernos y partidos distintos, da igual, han vendido hasta lo que creíamos invendible. Hoy ven al país reventado y aun así insisten hasta ensordecernos con la venta de Pemex. En matar ya de una vez la economía soberana que queda, mientras los ex gobernantes se acomodan estratégicamente en los altos salarios de las empresas que ellos beneficiaron con largueza cómplice para entregarlas al saqueo y la depredación del país. Exactamente lo mismo ha ocurrido en Gran Bretaña de los 80 a la fecha.

El actual presidente, sin duda el peor que hemos tenido, ya de plano necesitó poner al país en guerra para apuntalar su proyecto neoliberal, radical en tanto bien comprometido con el gran capital, y que casi se les escapa de las manos, o eso creyeron, en 2006. Estamos a merced del control por la fuerza. Aquí también hay circo a montones, bodas, juegos internacionales, reality shows, periodismo inmoral de chismografía y espionaje. Tenemos nuestros Rupert Murdoch.

Las columnas económicas de La Jornada (México S. A., Dinero, Economía Moral) lo documentan con tenacidad y claridad dolorosa y cotidiana: nos siguen saqueando, se ríen de nosotros, no paran de mentir. Tenemos el mayor desempleo del mundo (sin contar el éxodo laboral fuera del país, un ejército de desempleados netos). Suman millones gracia al presidente del empleo (¿o se refería al de la fuerza?) Entre peor la gente y la tierra, más ganan ellos. Todos somos esclavos de Wall Street.
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/31/opinion/a12a1cul

miércoles, 26 de octubre de 2011

Inmensa verdad

“Son las mayorías y su realidad objetiva el lugar adecuado para apreciar la verdad o falsedad del sistema social vigente”.

Ignacio Ellacuría

Discurso del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrila, en la ONU contra el bloqueo

Del amor: Juan Gelman y Rodolfo Maderos

¡Con Cuba, sin dudarlo!

Resultados votación ONU contra bloqueo (2011)

sábado, 22 de octubre de 2011

¿Quién mató al Che?



guernicamag.com

Traducido del inglés para Rebelión por Atenea Acevedo, S. Seguí y Germán Leyens. Revisado por Caty R.



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Photograph via Flickr by Christian Zamora
Este mes se cumple el 44 aniversario del asesinato del Che Guevara. Un análisis de documentos del gobierno de EE.UU. recolectados en un nuevo libro* revela un complejo plan de la CIA.
El Che y la CIA en Bolivia
¿Por qué eligió el Che Bolivia? Sin salida al mar, Bolivia era el país más pobre, más analfabeto, más rural y más indígena de Latinoamérica. También era el país más inestable de América Latina, con más de 190 cambios de gobierno desde que llegó a ser una república independiente en 1825. Como México entre los años 1910 y 1920, y Cuba más recientemente, Bolivia era un país latinoamericano cuya revolución en 1952 se basó en la participación popular. Y, claro está, Bolivia es vecina a la patria del Che, Argentina.
Constantio Apasa, un minero boliviano, resumió la situación política de su país en el año en el que llegó el Che: “Cuando el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) llegó al poder en 1952, pensamos que era un partido de los trabajadores y que las cosas cambiarían. Pero entonces los políticos del MNR organizaron una policía secreta y se llenaron los bolsillos. Reconstruyeron el ejército que habíamos destruido, y cuando fue suficientemente grande, el ejército los echó. Ahora el ejército tiene nuevas armas que no podemos igualar”. El golpe militar de 1964 terminó con el reino de doce años del MNR. Todos los oficiales que llegaron a dirigir Bolivia fueron entrenados en EE.UU.
El Che llegó a Bolivia vía Uruguay a principios de noviembre de 1966, disfrazado de empresario uruguayo. Su apariencia era tan engañosa –la barba afeitada, gafas con montura de carey, traje de negocios a medida– que Phil Agee, el agente de la CIA en Uruguay encargado de recibir al Che y que posteriormente dejó la agencia y se convirtió en un partidario de la Revolución Cubana, escribió que el Che evitó fácilmente a los funcionarios uruguayos a pesar de un panfleto de advertencia que Agee había preparado y salió del aeropuerto en Montevideo. De hecho, Fidel dijo al autor Ignacio Ramonet que incluso Raúl Castro no pudo reconocer al Che cuando se encontró con él antes de que saliera de Cuba hacia Bolivia.

Discurso de Leonard Cohen

martes, 18 de octubre de 2011

Dice René

"cuando se lee poco se dispara mucho..."

René Pérez Joglar

Crímenes de Estado


Por:     Fecha:  octubre 17, 2011 
Bajo la llamada razón de Estado los gobiernos han cometido toda clase de abusos contra la población civil. Y en México, el gobierno de Felipe Calderón ha utilizado métodos ilegítimos, violentando el marco constitucional, para producir miedo a los ciudadanos, someterlos y reprimirlos a nombre de la razón de Estado. Secuestro, tortura, asesinato o ejecución extrajudicial son algunos de los crímenes cometidos por el Ejército, la Marina y la Policía Federal… todo en nombre de la guerra contra el narcotráfico.
Calderón asegura que su gobierno no ha cometido crímenes de Estado, que su gobierno no es autoritario, ni es el que asesina, mutila y desaparece a las víctimas como ha ocurrido en las dictaduras militares en Argentina, Chile o en Bosnia Herzegovina.
Felipe Calderón falta a la verdad. Miente. Miente, aún teniendo pleno conocimiento de los crímenes de Estado. Miente a pesar de haber sido  informado a través de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de que el Ejército es la institución con mayor número de quejas por violaciones a derechos humanos que van desde las torturas, pasando por violaciones,  desapariciones forzadas y ejecuciones sumarias.
Felipe Calderón miente, porque sabe que durante su gobierno el número de denuncias contra el Ejército ha crecido un 400 por ciento y se sitúa en más de 5 mil expedientes. Miente porque también sabe que en enero la CNDH recibió, en total, 6 mil 916 expedientes de queja, de los cuales, 5 mil 638 fueron contra dependencias, entre las que se encuentran la Policía Federal, la Procuraduría General de la República y las policías municipales de cada estado.
Felipe Calderón miente, porque sabe que la Marina, el heroico cuerpo armado de la Marina Armada de México sigue los pasos del Ejército y desde hace tiempo ha empezado a torturar, ejecutar extrajudicialmente y desaparecer personas. Felipe Calderón miente, porque fue informado oportunamente por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que el año pasado recibieron 198 quejas contra miembros de la Secretaría de Marina por cateos ilegales, detenciones arbitrarias, tratos crueles e inhumanos, torturas y asesinatos. Peor aún: el número de denuncias contra marinos aumenta vertiginosamente; en el último año, según el ombudsman Raúl Plascencia, se recibieron alrededor de 500.
Felipe Calderón miente también, porque sabe que la penetración del crimen organizado en las policías estatales y municipales es muy alta y que sus crímenes de Estado también.
Y miente, porque sabe que aunque México no es Argentina, Chile, ni Bosnia,  la realidad de esos países en sus muy distintas historias dictatoriales tiene que ver con Centros Clandestinos de Detención (CCD’s), miles de desaparecidos y fosas comunes; tres elementos que actualmente se aplican a la realidad de México con 30,000 desaparecidos, casi 60 mil muertos, 250 mil desplazados, 9,000 cadáveres sin identificar sepultados en fosas comunes y decenas de CCD’s.
Las víctimas de los crímenes de Estado de este gobierno tienen nombre y apellido y algunos periodistas llevamos cinco años contando las historias que hay detrás de cada persona violentada por los aparatos del Estado y por el crimen organizado. La impunidad de las fuerzas de seguridad estatales es absoluta. No hay condenas. Quienes nos hemos dedicado a reportear las dos violencias somos vistos con recelo, como si sólo estuviera permitido hablar de una de esas violencias. Es evidente que abordar la violencia de los cárteles de la droga es más popular, pero la otra violencia es igual de destructora y provoca la misma estela de dolor y sufrimiento, con el agravante de utilizar los recursos gubernamentales para delinquir.
Aquí, algunos ejemplos de crímenes de Estado del gobierno de Felipe Calderón:
1.- Jorge Otilio Cantú, asesinado por el Ejército el pasado mes de abril en Monterrey. El joven fue acribillado cuando iba a su trabajo porque aparentemente les pareció sospechoso a ocho soldados confesos que  siguen impunes. Fueron ellos los que sembraron armas, movieron el cadáver  y manipularon la escena del crimen para hacerlo pasar por sicario. Su padre salió públicamente a defender su honorabilidad y a desmentir con pruebas los dichos del Ejército que no tuvo más remedio que retractarse y aceptar su crimen, un crimen de Estado aún impune.
2.- Jehú Abraham Sepúlveda Garza, desaparecido por la Marina el 12 de noviembre del año pasado. Fue detenido por agentes de tránsito del municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León por estacionarse en un lugar prohibido. Entregado por estos a policías ministeriales, quienes finalmente lo entregaron a los marinos.
3.- Jesús Fernando Lozano Vázquez, de 18 años, torturado por el Ejército en junio del año pasado en Cadereyta, Nuevo León. Fue secuestrado junto a otros tres jóvenes. Los cuatro fueron torturados durante cuatro días. El delito sigue impune.
4.- Cuatro menores de edad violadas por soldados del Ejército en Michoacán, hecho registrado el 2, 3 y 4 de 2007 en Michoacán y cuyos nombres se reservan por su edad y seguridad. El caso fue abordado por Human Rights Watch. Aún impune.
5.- Jethro Ramsés Sánchez Santana, asesinado por soldados el pasado primero de mayo en Cuernavaca, Morelos. Fue secuestrado junto a su amigo Horacio Cervantes Demessa. Ambos se divertían en una feria, uno tuvo un altercado con un mesero, fueron detenidos por policías federales quienes los entregaron a un grupo de militares a cargo del Teniente Guerra de la 24 Zona Militar. Fueron torturados, Cervantes Demessa fue golpeado y abandonado en un paraje de Coatetelco en el municipio de Miacatlán y contó lo sucedido. Jethro murió a causa de la tortura. La Sedena se negó a dar los nombres de los soldados asesinos.
6.- Comerciante de Ciudad Juárez secuestrado y extorsionado, en septiembre pasado, por 12 elementos de la Policía Federal plenamente identificados y denunciados por el senador Ramón Galindo.
Y así podríamos seguir, con una lista de cientos de personas violentadas por los aparatos del Estado a lo largo y ancho del país, gente que ha caído en el profundo agujero de la impunidad endémica que padece México; gente que sigue esperando justicia y reparación; gente que desmiente con hechos las declaraciones de Felipe Calderón.
En México, el Estado si asesina, tortura, secuestra, viola, mutila y desaparece.

http://www.sinembargo.mx/opinion/17-10-2011/2655

Cazadores de hombres

Por:     Fecha:  septiembre 22, 2011
 
Hace unos meses, el gobernador de Quintana Roo mandó llamar al General Bibiano Villa para asegurarle, frente a testigos, que en su estado no permitiría tortura de inocentes ni levantones. Se refería a las tácticas de guerrilla reconocidas y promovidas por el propio Villa, hoy secretario de Seguridad Pública de este estado sureño. Paralelamente en diversos estados de la República, procuradores, gobernadores y asesores en seguridad (estos últimos casi todos emanados del Ejército o de academias norteamericanas) se preguntan en voz alta si no sería una buena idea adoptar las mismas medidas que aplicó en su momento el Plan Colombia. El gobierno de aquel país, apoyado por Estados Unidos, quería erradicar a quienes consideraban el enemigo a vencer: los narcotraficantes y todas sus redes populares: desde el campesino pobre que siembra, pasando por el criminal de quinto patio que controla el narcomenudeo, hasta llegar al líder mafioso que carga orgulloso su arma de alto poder y a unos cuantos periodistas incómodos para el Sistema.
Las tácticas de guerrilla paramilitar que se promueven en los pasillos de los ineptos y desesperados gobernadores, son música para sus oídos. La idea es no sólo fomentar, sino alimentar tanto como sea posible lo que los militares norteamericanos y su vocero George E. Crawford denominan la doctrina de los cazadores de hombres. Esta se basa no en una guerra entre iguales, es decir, dos ejércitos armados (los cárteles y los cuerpos policíacos militarizados) con estrategias propias, sino en implicar a soldados y policías en una suerte de guerra sucia cuya principal estrategia es lograr que los narcotraficantes incurran en una masacre mutua en la que las balas del Estado están presentes. Para ello es preciso que ciertos cuerpos policíacos, militares y paramilitares lleven a cabo asesinatos estratégicos que fomentarán una disputa entre los enemigos que el Estado desea vencer. Asimismo, es necesario que se den y publiciten ampliamente los mensajes que supuestamente se envían los grupos criminales cuando asesinan a sus enemigos.
La idea es bastante simple: en lugar de que sea la autoridad la que persiga abiertamente a los criminales, se producen ataques de diversas magnitudes que permiten dejar huellas claras para que los medios recojan el mensaje y la sociedad se los crea.
Tomemos la última masacre de Veracruz como ejemplo. Recientemente, la Marina llevó a cabo un operativo en Boca de Río. En él, se llevaron a un grupo importante de sicarios, operadores policíacos locales y miembros de los zetas. Ayer, a pesar de la presencia militar y del operativo de vigilancia de la Semar, sin el menor miramiento, dos camionetas dejaron 32 cuerpos torturados y mutilados en medio de una zona altamente transitada. Para facilitar la investigación, no solamente aparecen con una manta, sino que en menos de seis horas el gobernador Javier Duarte anuncia que ya tienen identificados a todos los cadáveres, a los culpables y que está perfectamente claro el móvil y los responsables. ¿A nadie le parece increíble semejante declaración?
En contraste con estos juicios express, cada vez más evidentes en todo el país, los mismos gobernadores, junto a sus procuradurías, han exigido al gobierno federal que envíe a la Marina y al Ejército pues ellos mismos no tienen capacidad de respuesta ante los narcotraficantes, ni confían en sus policías, ni logran después de años, esclarecer simples homicidios o delitos menores.
La estrategia militar de la cacería humana, en contraste con la guerra tradicional, simplifica toda acción, porque pueden evitarse todas las restricciones políticas y legales que la acción policíaca real exige. A donde se mueven las cabezas criminales, allí llegan los operativos que confrontan a unos con otros, según nos cuentan las autoridades, sin investigación previa aparente.
Las guerras contra el narco, tanto en Colombia como ahora en México, se convirtieron muy rápido en campañas de ejecuciones extrajudiciales, que por la magnitud de las muertes y la sanguinaria brutalidad con que se evidencian, fuerzan a la sociedad a repeler todo acercamiento al fenómeno, conformándose con respuestas simplistas que le dan tranquilidad emocional: se matan entre ellos, todos son criminales, no merecen tu empatía, no cuestiones al Estado porque te haces cómplice del mal.
La aniquilación de delincuentes es una práctica antigua de violencia de Estado en diversos países, y cuando las autoridades son incapaces de proteger a la sociedad y detener a los delincuentes para procesarlos dentro del sistema de justicia penal, recurre a prácticas de asesinato clandestino que, bajo el argumento de que son delincuentes, se legitima a través del discurso oficial.
Basta leer con cautela los tuits del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa y los del General Bibiano Villa, en que los cuerpos encontrados son reducidos, a través de la retórica política, a criminales que merecían la muerte. El problema es que al no juzgarlos a través del sistema de justicia, se debilita al Estado con cada muerte, y paradójicamente se alienta al mundo a creer que en realidad los delincuentes tienen a México bajo su poder total.
Duarte tuiteó ayer: “Aquí la violencia ahora se le relaciona con el combate al crimen y no a la actividad criminal, se acabaron las extorsiones eso nadie lo dice”; unos minutos antes, escribió basándose en un informe de la Semar: “Los 35 ultimados tienen antecedentes penales, se les relaciona con la delincuencia organizada y están en los registros de plataforma México”. Mientras tanto, su procurador componía los dichos y las cifras del mandatario, aduciendo que apenas se estaban investigando.
Cada vez escuchamos a más procuradores y gobernadores que salen, sin que hayan pasado siquiera 24 horas de cometido un asesinato, a dar informes como si fueran jueces supremos; determinan que las personas asesinadas era narcotraficantes, asesinos, secuestradores o cómplices de algún cartel en un tono celebratorio.
En este caso de Veracruz, a unas horas de aparecidos los cadáveres las autoridades declararon que los muertos eran parte de los presos que habían escapado del penal. La pregunta es pertinente: si escaparon, ¿no querían salvar su vida y seguir cometiendo delitos? Y ¿ahora resulta que los cárteles enemigos están haciendo la tarea que las policías locales no saben hacer pero con pena de muerte instantánea? ¿y qué, la Marina no nos dijo que había desarticulado al grupo de sicarios y narcolíderes más poderoso de Boca del Río?
Esto me recuerda la frase de Barack Obama cuando asesinaron a Osama Bin Laden: “Justice was served”. Se ha hecho justicia, dijo ante el clamor norteamericano; pero en realidad celebró el asesinato como ritual de venganza. Justicia hubiera sido llevarlo a juicio y demostrar que por las vías civilizadas se puede castigar a los asesinos. Permitir a la sociedad pasar por un proceso de aprendizaje social sobre el alto costo del odio racial y de los antagonismos de la política religiosa, pero el costo de tener vivo al enemigo es demasiado grande. ¿No debemos sospechar -como sospecha el resto del mundo-, que no es normal que luego de más de 50 mil asesinatos, los cárteles en lugar de ser más débiles tienen más fuerza mortal?
Me parece que el discurso antiterrorista de Duarte no es una casualidad sino un síntoma de su propensión dictatorial. La historia dirá si teníamos razones para sospechar de las masacres paramilitares como sucedáneo de justicia de un Estado inepto y corrupto, y de una sociedad que se conforma con un trago de sangre vengativa al día, porque ya no cree en la posibilidad de beber el gozo de la justicia real que genera el aprendizaje de legalidad.

lunes, 17 de octubre de 2011

Mensaje de René González al pueblo de Cuba

Mensaje de René González grabado en video por sus hijas. (Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado)

Estas palabras son para mi pueblo, al que se las debo desde el día en que salí de la cárcel y que no han podido ser enviadas por las circunstancias que rodeaban la necesidad de que tuviéramos un viaje seguro antes de que pudiéramos dirigírselas.

Es difícil, realmente, dirigirse a un pueblo que se quiere tanto y del que uno se siente parte a través de una cámara, pero necesitaba comunicarme con ustedes y decirles cuánta gratitud tenemos por todo lo que han hecho, explicarles que nos hemos sentido muy acompañados por los miles de mensajes, las cartas de los niños, de todos los colectivos de trabajo y de estudio que desde Cuba nos han enviado sus mensajes, el apoyo que nunca nos ha faltado y que nos ha alimentado en estos años de injusticia, que ya son demasiados.

Para mí este momento de felicidad que compartimos es, sencillamente, un paréntesis en una historia de abusos en la que todavía no se ha hecho un ápice de justicia. El hecho de que yo esté ahora fuera de la cárcel solamente significa que se agotó una avenida de abusos al que había sido sometido; pero todavía tenemos cuatro hermanos a los que tenemos que rescatar y que necesitamos que estén junto con nosotros, con sus familiares; que estén entre ustedes dándoles lo mejor de sí y no en esos lugares en que están, donde se levantan, se despiertan cada mañana, van a un comedor en el que no deben comer, andan entre gente que no deben andar, y realmente necesitamos seguir esta lucha para sacarlos a ellos adelante.

Para mí esto es solamente una trinchera, un lugar nuevo en el que voy a seguir luchando para que se haga justicia y los Cinco podamos regresar junto a ustedes.

Quiero mandar un saludo especial a los familiares de los otros cuatro hermanos, que realmente me han conmovido a través de su alegría. Realmente llega profundo cuando uno habla por teléfono con una persona que sabe que tiene a su hijo preso, a su esposo preso y recibe la libertad mía como si fuera la libertad de uno de los suyos. A mí, realmente, eso me conmueve y me compromete, y tenemos que seguir haciendo esta lucha, porque ellos no merecen estar donde están.

A todo mi pueblo, a todos los que en estos años nos han acompañado en todo el mundo, que han sido miles, a través de los cuales hemos podido poco a poco ir rompiendo este bloqueo informativo, ir rompiendo el silencio que las grandes corporaciones de la prensa han hecho sobre el caso, les extiendo, de parte de los Cinco, mi más profundo agradecimiento, mi compromiso de seguirlos representando a ustedes como se lo merecen, que en definitiva es lo que estamos haciendo los Cinco, porque no somos solamente Cinco, somos un pueblo completo que ha resistido durante 50 años, y gracias a eso es que nosotros estamos resistiendo todavía, porque nos inspiramos en ustedes, porque sabemos que los representamos y nunca les vamos a fallar y siempre estaremos a la altura que ustedes se merecen.

Un abrazo para todos.

Les queremos los Cinco desde dondequiera que estemos.

25 LEMAS DEL 15 M.



1. "No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros"
 
2. "Me sobra mes a final de sueldo"
 
3. "No hay pan para tanto chorizo"
 
4. "¿Dónde está la izquierda? al fondo, de la derecha".
 
5. "Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir".
 
6. "Se alquila esclavo económico"
 
7. "Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos"
 
8. "Error 404: Democracia not found"
 
9. "Error de sistema. Reinicie, por favor"
 
10. "Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba"
 
11. "Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente de nuestro gobierno no sabe inglés...y la oposición tampoco"
 
12. "Mis sueños no caben en tus urnas"
 
13. "Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE"
 
14. "Nos mean y dicen que llueve! "
 
15. "No falta el dinero. Sobran ladrones"
 
16. "¿Qué tal os va por España"?- Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien ¿no?- no, que no nos podemos quejar."
 
17. "No es una crisis, es una estafa"
 
18. "No apagues la televisión... Podrías pensar"
 
19. "!!Tengo una carrera y como mortadela!!"
 
20. "Manos arriba, esto es un contrato"
 
21. "Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"
 
22. "Rebeldes sin casa"
 
23. "Democracia, me gustas porque estás como ausente"
 
24. "Nosotros buscamos razones, ellos victorias"
 
25. "Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean"

"10 Estrategias de Manipulación” que utilizan para hacernos un ganado arreado.

NOAM CHOMSKY.

1. La estrategia de la distracción

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar (ver "Armas silenciosas para guerras tranquilas")

"El terror se basa en la incomunicación y el aislamiento " (Rodolfo Walsh)

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones

Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: Dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana (Delincuencia), u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de, estrictas, políticas y leyes de seguridad en perjuicio de su propia libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales, privatizaciones y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos (Como se viene haciendo con ciertas privatizaciones). Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado de bienestar mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si se hubiesen aplicado de una sola vez.

4. La estrategia de diferir

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa, pero necesaria” (Como la actual reforma a la edad de las pensiones del Gobierno y la oposición española), obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “después de esto todo irá a mejor y el sacrificio podrá ser evitado”. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad o enfermos mentales

La mayoría de la publicidad televisiva dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y una entonación particularmente infantil, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más grande sea el engaño al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantil. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos años de edad" (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”).

6. Utilizar el aspecto emocional más que reflexivo

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar Shock, una suerte de corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. (Ejemplo mostrar una y otra vez a víctimas de un desastre, un atentado o de una crisis económica, para utilizarlas como justificante y así llevar a cabo “Decisiones impopulares, pero necesarias”) Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Nada grande se puede hacer con la tristeza" (Arturo Jauretche)

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad

Hacer que el público sea incapaz de comprender las técnicas que influyen directamente en él y los métodos utilizados para su control y esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible con el acceso a la menor cantidad de información verdadera, de forma que la distancia de la ignorancia que se planea entre las clases inferiores y superiores parezca, sea y permanezca inalcanzable para las inferiores"

“La mayoría de los profesores enseñan hechos, los buenos profesores enseñan ideas y los grandes profesores enseñan cómo pensar” (Jonathan Pool)

"La ignorancia es el peor enemigo de la civilización, y la ignorancia suele ser, en sus efectos, tan malvada como la propia maldad" (Eugenio María de Hostos)

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad

Promover al público a creer que es “La moda” ser simple, estúpido, vulgar e inculto. Instando a tratar como a “Bicho raro” a quien piensa más de la cuenta. ¿Irónico no?

9. Reforzar la auto-culpabilidad
Hacer creer, al individuo, que él es el único culpable de su propia desgracia, por causa de su poca inteligencia, mínimas capacidades, o de su insuficiente esfuerzo. Así, en lugar de rebelarse en contra del injusto sistema económico en el que vive, el individuo se auto-desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción.

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “Sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder de manipulación y utilización de los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Granados Chapa, el laudero

Por

Es envidiable su capacidad para ofrecer contexto y memoria sobre los hechos cotidianos. Sin importar cuál fuera el tema, acostumbraba poner al servicio de su audiencia un amplísimo archivo de información
 
No hay teoría que sirva para fabricar a un buen periodista ni escuela capaz de asegurarle éxito al mejor de sus alumnos en este complejo oficio. Igual a como ocurre con el laudero, el talento del periodista se obtiene después de años dedicados a observar muy de cerca al extraordinario violín y también gracias al coraje requerido para imitarle con la obra propia. 
 
Los mejores periodistas son los que recorrieron el camino del gran artesano: la suya es la ciencia de copiar la virtud del maestro hasta encontrar la subjetiva singularidad. No hay milagro religioso, ni suerte hereditaria que en automático reproduzcan el genio del buen oficiante. El único referente cierto es la tarea bien hecha de quien antecede y también la necedad personal por continuar con la apasionante tradición de expresarse libremente. 

El viernes 14 de octubre el maestro Miguel Ángel Granados Chapa decidió colocar un punto final sobre el extenso texto de su carrera periodística. No lo hizo con la prosa que lo caracteriza, sino a partir de unas cuantas frases que impusieron un vacío grande. Dos días después dejó esta vida el más impresionante de los lauderos y los aprendices nos quedamos huérfanos. Su habilidad para oficiar será insuperable. 

Granados Chapa fue un hombre que, a diferencia de tantos otros, logró eludir las trampas del cinismo y la frivolidad que merodean nuestra era. No cayó deslumbrado por el poder, tampoco pretendió convertirse en el consejero del príncipe; y porque no quiso encerrarse en la cárcel de la arrogancia, su influencia creció imparable en la libertad para decir y pensar. 

Su principal agenda fue la de la plaza compartida por todos y no la de la facción, el grupo, la corriente o la clientela. El suyo fue un razonamiento fuerte en convicciones y sin embargo no solía imponerse con argumentos de autoridad. Alérgico a la condescendencia que esconde desprecio hacia el semejante, este periodista dedicó abundante ingenio para nutrir a la inteligencia plebeya. 

Es envidiable su capacidad para ofrecer contexto y memoria sobre los hechos cotidianos. Sin importar cuál fuera el tema, acostumbraba poner al servicio de su audiencia un amplísimo archivo de información pertinente. Sabía que para hacerse escuchar no basta con hallar la tesis justa; comunicar es un acto que implica conectar con el conocimiento de la comunidad donde se conversa. 

Nunca reveló el periodista su más potente secreto: ¿era su memoria un prodigioso centro de documentación o guardaba el infinito fichero, escrito y organizado por su propia mano, donde fue recopilando datos, narraciones, perfiles y expedientes de nuestra sociedad? 

La lengua de Castilla fue su principal herramienta y supo usarla con enorme destreza. La cercanía con las palabras lo condujo a la Academia Mexicana de la Lengua. Mucho antes hizo compromiso con la buena prosa y esta es otra de sus enseñanzas. Porque construyeron escuela, extrañaremos esos textos impecablemente escritos. 

Además de periodista, Granados Chapa se formó como abogado e historiador. Si bien ratificó que el buen reportero se hace en la calle, nunca negó que el periodista lucubra y reflexiona en su contacto con aulas y libros. 

No hay informador serio que pueda ahorrarse el engorroso trámite de estar bien informado. Por ello, en todas las expresiones de su quehacer público fue un profesional sinceramente disciplinado. Columnas, conferencias, programas de radio y libros de su autoría exhiben un personaje riguroso que supo ir más allá de su talento. 

Miguel Ángel perteneció a una generación que en México debió plantarse con firmeza frente al autoritarismo del Estado. Militó en las filas que abandonaron el “Excelsior” en 1976, fue fundador de “Proceso” y también de “La Jornada”. Lanzó por primera vez la columna “Plaza Pública” en “Cine Mundial” y más tarde la llevaría a “Reforma”. 

Su andar, a la vez mesurado y contundente, fue construyendo un aura de admiración. Pudo no ser querido por algunos, pero acumuló montañas de respeto. Es orgullo para un oficio que se entristece por momentos debido a la maltrecha dignidad. 

Se despidió Miguel Ángel seguro de que la pudrición no sería destino inexorable porque hay razones suficientes para hacer que lo bueno renazca. Contó de la música, el arte y la ciencia que salvan al ser humano de sus yerros. El laudero sabio no dudó nunca: la belleza existe del otro lado de la gresca. 

Dijo Granados Chapa en su críptico mensaje de despedida que ya no tendríamos más encuentros con él. Se equivocó: ahí donde exista buen periodismo nos toparemos los mexicanos una y otra vez con el maestro.

Carta de mujeres a Granados Chapa

Carta de mujeres a Granados Chapa

Proceso 1824 16/10/11


Querido y admirado maestro Miguel Ángel:

Tu presencia aquí, en este nuestro México tan complejo como rico, es muy apreciada y valiosa. Tú ya lo sabes, pero consideramos oportuno recordártelo.

Con tu palabra y reflexión aportas visiones que abren caminos a nuevas maneras de asumir los retos que enfrenta la sociedad mexicana, en tiempos difíciles que claman por más ciudadanía consciente, como la que tú ejerces desde tu periodismo crítico y propositivo.

Para quienes trabajamos con la pretensión de construir una sociedad más justa, equitativa e incluyente, en un marco de convivencia pacífica y de respeto irrestricto a los derechos humanos, tu trabajo periodístico y sensibilidad social constituyen factores con un valor insoslayable, que enriquecen la vida ciudadana y favorecen la posibilidad de ese país que tanto soñamos y anhelamos.

Como mujeres que cuestionamos las costumbres sociales e institucionales que pertenecen a pasados rancios y construimos desde abajo realidades ciudadanas más justas, estamos conmovidas por el anuncio de tu retiro del trabajo periodístico que has estado ejerciendo a través de tu columna Plaza Pública desde hace ya algunos años.

Tu trayectoria, congruencia y excelencia profesional han sido, son y serán un modelo a seguir para muchas generaciones de estudiantes de periodismo y comunicación.

Tu huella ha quedado indeleble en tu caminar por Excélsior, Proceso, Canal Once, Radio Educación, La Jornada, Mira, Reforma, Radio UNAM y muchos otros espacios desde los cuales has dado siempre lo mejor de ti, con una ejemplar actitud hacia la precisión informativa y la sintaxis, fundamental para erigirse en un grande de la comunicación, como tú has sabido serlo.

La vida institucional de México necesita críticos visionarios que funcionen como catalizadores efectivos de quienes utilizan el poder político como propiedad privada. Tú has sido un ejemplo vivo de una vida profesional impecable y una particular sensibilidad hacia los problemas fundamentales del país.

Muchas de nosotras hemos crecido leyéndote, escuchándote, reflexionándote y sintiéndote. Nuestras visiones de México han sido enriquecidas con tus acercamientos y análisis con perspectiva distinta, realista y soñadora a la vez, pero siempre propositiva.

Tu anuncio en Reforma –“esta es la última vez que nos encontramos…”– nos ha caído como una cubeta de agua fría. Te hemos seguido cada día, y tu palabra ha sido durante muchos años el desayuno que ha nutrido nuestros ánimos por construir un México distinto, más generoso, justo, equitativo y con mayores oportunidades para todas las personas.

Con aprecio y admiración.
Equidad de Género: Ciudadanía, Trabajo y Familia, A. C.
Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México Foro de Mujeres y Políticas de Población

domingo, 16 de octubre de 2011

Discurso íntegro de Miguel Ángel Granados Chapa, al recibir la medalla Belisario Domínguez en el Senado de la República en 2008

Aunque mi oficio, parte de él consiste en tejer palabras, no encuentro las que rebelen con precisión, los sentimientos con que hoy recibo la Medalla de Honor que lleva el nombre del doctor Belisario Domínguez, otorgada por el Senado de la República.

Me limito, entonces, a expresar con llaneza un gracias escueto, pero suficiente ante la unánime decisión de los integrantes de este cuerpo legislativo, de encontrar en mi trayecto profesional sustancia bastante para merecer la alta distinción que hoy se me otorga. La entiendo como un reconocimiento a la tarea de informar y de suscitar opiniones, un reconocimiento al periodismo en general y en particular al que se ha afanado por promover y dar cuenta del cambio democrático en nuestro país, el periodismo que sin falsa objetividad se propone contribuir en comunión con sus lectores y oyentes, a la construcción de una sociedad fundada en la equidad y la justicia, una sociedad donde como humildemente quiso Morelos, queden moderadas la opulencia y la miseria.

El Doctor Domínguez era miembro de esta Cámara cuando arrostró con plena conciencia la muerte con tal de expresar sus convicciones, su condena al régimen usurpador y criminal de Victoriano Huerta, quien con la misma frialdad que ordenó asesinar al Presidente Francisco I. Madero, dispuso de la vida del propio Senador Domínguez, cuya muerte se agregó a las que la dictadura había ordenado para eliminar a los diputados Serapio Rendón y Adolfo Gorrión. En la valiente protesta por esas tres ejecuciones, el Diputado Eduardo Neri las condenó en su Cámara con tal fuerza que el déspota clausuró el Congreso al día siguiente el 10 de octubre de 1913.

No es casual que al instituir medallas para honrar a mexicanos distinguidos, las Cámaras del Congreso hayan escogido los nombres de esos combatientes con la palabra frente al huertismo.

Por cierto la Medalla Eduardo Neri, otorgada por los diputados, acaba de ser discernida y será entregada a don Miguel León Portilla, el gran humanista mexicano único recipiendario de las dos preseas del Poder Legislativo, pues en este lugar le fue entregada en 1995 la Belisario Domínguez.

El Senador Domínguez y el Diputado Neri, pertenecieron a la Vigésimosexta Legislatura, disuelta por la dictadura pretoriana usurpadora y que había acompañado al Presidente Madero en sus tenues, pero definidos intentos por transformar a México después del Porfiriato.

Pocas legislaturas han tenido frente a sí desafíos descomunales como la dispersada por Huerta, que en carceló a no pocos de sus integrantes.

Cambiando lo que haya que cambiar, porque el México de la Guerra Civil de 1913 no es el México de la difícil convivencia de 2008 a la Legislatura No. 60, la elegida hace dos años, le cumple una misión semejante a la de aquella coyuntura, dar la cara a uno de los momentos más críticos de la vida nacional, más difícil cuanto que parece que nos hayamos inermes frente a él.

No es que la sociedad mexicana carezca de experiencia ante las crisis, la ha adquirido a fuerza de golpes, de caer y levantarse, de deplorar lo perdido y comenzar de nuevo, pero pocas veces en la historia habían convergido adversidades de tan distinta índole y semejante gravedad que hacen de las sombrías horas que corren, horas de definición, de las que emergerá la sociedad disminuida y en riesgo de descomposición y aún de enfrentamiento o engrandecida para superar la magnitud del desafío para que sea por una vez madre providente de sus hijos.

No se requiere vocación de Casandra para avizorar un futuro preñado de vicisitudes lesivas de la convivencia, porque el pasado reciente y el presente las han incubado.

No se requiere tampoco padecer un ánimo infectado de pesimismo para advertir que día con día crecen las adversidades y aún surgen otras más entorno nuestro, desde el seno mismo de la sociedad, pero también sin que nos ciegue el optimismo, un optimismo que fuera trágicamente irreal como bautizó en que en sus días intentaba prevalecer don Daniel Cosío Villegas, percibimos que la energía social de los mexicanos es capaz de enfrentar esas adversidades con fortuna, sobre todo si utiliza nuevos instrumentos o de modo diferente emplea aquellos de que la República se dotó desde la hora de su fundación.

Aquí mismo, en esta casa, en esta representación del Federalismo tan caro a nuestra voluntad de unión están en curso procesos legislativos que resulta de un nuevo ensamble de instrumentos, circunstancias donde se combinan la formalidad de las instituciones y el dinamismo vital de la participación social directa, mentira que se trate de factores antagónicos y aún excluyentes.

Por lo contrario, la constitucionalidad de las tareas realizadas por los legisladores se alimenta con la movilización de los ciudadanos, que ya se pronunciaron en general en las urnas, pero pueden y quieren expresarse también en la calle, en los caminos en torno a asuntos puntuales, en procura de solución a sus problemas para acuciar legítimamente a sus legítimos representantes.

Lejos de demonizar a la movilización ciudadana, hemos de reconocer y valorar sus cualidades motrices. La calle, la gente en la calle, las multitudes que clamaron contra la inseguridad impulsaron la presentación de iniciativas de reforma legal, de creación de nuevos instrumentos contra el hampa.

De no ser por la vitalidad, por la viveza de los ciudadanos en acción, podría ocurrir que no se emprendieran las mutaciones legales que propicien un más eficaz combate a las varias formas de delincuencia, el terrorismo incluido que nos agobian y amenazan.

Movimiento social semejante se había manifestado, lo hace hoy mismo y se expresará también más adelante en torno de la reforma petrolera que necesita nuestro país.

La calidad del proceso legislativo en curso, sería otra, de no haberlo precedido el amplio debate nacional sobre un tema, que como pocos, no puede ser abordado sin la presencia de la sociedad. Ese debate social, una de cuyas porciones principales fue albergada por ésta Cámara, resultó de una feliz combinación de rasgos de nuestra república, la fortaleza del Poder Legislativo y el ejercicio de las libertades públicas, las que permiten a la gente reunirse y manifestar su parecer sobre los graves asuntos que conciernen a sus intereses y sus convicciones, que hoy, juntos legisladores y la gente digan lo que hay que hacer para poner al día, en estricto apego a la Constitución la industria petrolera nacional.

Esas libertades públicas requieren un fortalecimiento que impida retrocesos dañinos para la convivencia nacional. Nunca eliminados por entero como inexplicable hierba envenenada crecen tendencias al autoritarismo, a la criminalización de la protesta social, a la guerra sucia no enderezada sólo contra los opositores al régimen, sino contra ciudadanos en reclamo de sus derechos.

Permítanme, ciudadanas Senadores, ciudadanos Senadores instarlos a establecer un mecanismo social que impida o condene cuando ocurra la desaparición forzada de personas, que afecta hoy a decenas, cientos, quizá de mexicanos a quienes autoridades federales o locales levantaron como si fueran los captores delincuentes, es decir, los detuvieron, pero no los sometieron a juicio como deben proceder de acuerdo con la ley, y acaso los privaron de la vida como lo hacen los matones profesionales.

Ya hay legislación vigente al respecto. Pero se requiere mejorarla para hacerla compatible con instrumentos internacionales suscritos por México, y obligatorios, por lo tanto, para sus instituciones.

Una legislación que haga del Estado el cumplidor de la ley, y no su infractor en perjuicio de las personas, sería admirablemente completada por una Ley de Amnistía que haga salir de las cárceles a presos políticos que hoy mismo como en los peores tiempos del autoritarismo padecen prisión injusta.

Es imprescindible hoy restaurar las bases de la convivencia, del acuerdo en lo fundamental.

La sociedad diversa no puede ser homogeneizada, sino por la fuerza. La unidad impuesta lleva imbíbito el riesgo de la unanimidad, del pensamiento único; necesitamos identificar propósitos comunes impulsados desde la diferencia; necesitamos saber y obrar en consecuencia que los distintos, los otros no son por ello peligrosos; necesitamos saber que no son enemigos, sino acaso, adversarios.

El poder del dinero y el poder criminal de las armas sustraen ya ahora con marcas crecientes de la vida en común al imperio de la ley y la capacidad rectora del Estado. El ímpetu feroz de la delincuencia organizada parece no reconocer límites, los rompe todos; sorprende cada día con su ubicuidad y sus desplantes osados y crueles.

Los poderes fácticos, los que gobiernan sin haber sido elegidos, los que buscan y obtienen ganancia de negocios que atentan contra el interés general gobiernan en mayor medida que los gobiernos; la lucha de unos y otros poderes ilegítimos contra la sociedad, su éxito en el propósito de dominarla es favorecida por una situación económica, material cada vez más adversa, menos propiciatoria que la prosperidad y la expansión de la potencialidad humana.

Muchos creemos percibir la difusión de una desesperanza, de un desánimo social, un desencanto con las formas democráticas, un cinismo social que como los depredadores en infortunios impuestos por la naturaleza aprovechan la desgracia ajena para medrar.

Pero eso que nos ocurre, los fenómenos en sí mismos, y los que provocan esta desesperanza, no son una condena, son enfermedades del espíritu colectivo susceptibles de ser curadas, no con pociones mágicas que a la postres mas envenenan, en que sanan, sino con el empuje que más de una vez ha permitido ejercer y acrecentar la energía de los mexicanos.

No nos deslicemos a la desgracia, menos aún caigamos de súbito en su abismo, cada quien desde su sitio, sin perder sus convicciones, pero sin convertirlas en dogma que impidan el diálogo, impidamos que la sociedad se disuelva.

No es un desenlace inexorable, podemos frenarla, hagámoslo, y con la misma fuerza reconstruyamos la casa que nos albergue a todos o erijámosla si es que nunca la hemos tenido.

Muere Granados Chapa, una pluma "fundamental" del periodismo mexicano - Nacional - CNNMéxico.com

Muere Granados Chapa, una pluma "fundamental" del periodismo mexicano - Nacional - CNNMéxico.com

Hoy hemos perdido mucho...

Falleció el periodista y crítico Miguel Ángel Granados Chapa

Comunicador de larga trayectoria, murió a los 70 años en la ciudad de México.
La Jornada en línea
Publicado: 16/10/2011 19:36
México, DF.  El periodista Miguel Ángel Granados Chapa falleció este domingo a los 70 años.
Nacido en Hidalgo en 1941, y autor de la columna Plaza Pública desde 1977 —que comenzó a publicarse en Cine Mundial— se despidió él mismo de sus lectores el pasado viernes en la edición del diario Reforma.
“Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”, escribió.
Estudió de manera simultánea las carrera de Derecho y Ciencias de la Comunicación en la UNAM, donde fue profesor de periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y desde cuya emisora de radio transmitía un noticiero matutino. Posteriormente estudió un doctorado en Historia en la Universidad Iberoamericana.
Ocupó la subdirección editorial de Excélsior, fue fundador y director del semanario Proceso y subdirector del diario La Jornada.
Asimismo, fue jefe de noticieros de Canal Once, director general de Radio Educación y dirigió la revista Mira. En 2008 recibió la medalla Belisario Domínguez del Senado, y en tres ocasiones ganó el Premio Nacional de Periodismo. En 1981 por artículo de fondo, en 2004 en reconocimiento a su trayectoria y en 2006 por su columna Plaza Pública.
Granados Chapa fue autor de varios libros, entre los que sobresalen: La Banca nuestra de cada día (1982), Alfonso Cravioto, un liberal hidalguense (1984), Votar, ¿para qué? manual de elecciones (1985), Comunicación y política (1986), ¡Nava sí, Zapata no!: la hora de San Luis Potosí: crónica de una lucha que triunfó (1992), ¡Escuche Carlos Salinas! (1996), Constancia hidalguense (1999) y Fox & Co. biografía no autorizada (2000).
Se desempeñó entre 1994 y 1996 como consejero ciudadano en el Consejo General del Instituto Federal Electoral. En 1999 compitió bajo las siglas del PRD para la gubernatura de Hidalgo.
Se informó que a petición del periodista, las exequias tendrán carácter íntimo y sólo se espera la presencia de su familia.

La cosa más importante del mundo


Naomi Klein

Si algo sé, es que el uno por ciento ama una crisis. Cuando la gente entra en pánico y está desesperada, y parece que nadie sabe qué hacer, es el momento ideal para lograr que se apruebe su lista de deseos de políticas pro empresariales: privatizar la educación y la seguridad social, recortar los servicios públicos, deshacerse de las últimas restricciones al poder empresarial. En medio de la crisis económica, esto es lo que actualmente sucede en todo el mundo. Sólo hay una cosa que puede bloquear esta táctica, y, afortunadamente, es grande: el 99 por ciento. Y ese 99 por ciento está tomando las calles, desde Madison hasta Madrid, para decir: "No, no pagaremos tu crisis".

Esa consigna comenzó en Italia, en 2008. Rebotó en Grecia y Francia e Irlanda, y finalmente llegó a la milla cuadrada en la que la crisis empezó.

"¿Por qué protestan?", preguntan los perplejos expertos en la televisión. Mientras, el resto del mundo pregunta: "¿Por qué se tardaron tanto?", "Nos preguntábamos cuándo iban a aparecer". Y, sobre todo dice: "Bienvenidos".

Mucha gente hace paralelismos entre Ocupa Wall Street y las llamadas protestas contra la globalización, en Seattle, en 1999, que atrajeron la atención mundial. Esa fue la última vez que un movimiento descentralizado, global y encabezado por jóvenes, apuntó directamente contra el poder empresarial. Y me enorgullece haber sido parte de lo que llamamos "el movimiento de movimientos".

Pero también hay importantes diferencias. Por ejemplo, elegimos a las cumbres como nuestros blancos: la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el G-8. Las cumbres son transitorias por naturaleza, sólo duran una semana. Eso hizo que nosotros también fuéramos transitorios. Aparecíamos, llegábamos a los titulares mundiales, y luego desapareceríamos. Y, en el frenesí del hiperpatriotismo y militarismo posterior a los ataques del 9/11, fue fácil borrarnos del mapa, al menos en Norteamérica.

En cambio, Ocupa Wall Street eligió un blanco fijo. Y no ha puesto fecha límite a su presencia en este lugar. Eso es sabio. Sólo cuando te mantienes fijo puedes echar raíces. Esto es crucial. Es un hecho, en la era de la información, que demasiados movimientos brotan, como hermosas flores, pero rápidamente mueren. Es porque no tienen raíces. Y no tienen planes de largo plazo de cómo se van a sostener. Cuando llegan las tormentas, el agua se las lleva.

Ser horizontal y profundamente democrático es maravilloso. Estos principios son compatibles con el duro trabajo de construir estructuras e instituciones que sean lo suficientemente robustas para que puedan sobrellevar las tormentas que vienen. Tengo mucha fe en que esto pasará.

Algo más que este movimiento hace bien: se comprometieron con la no violencia. Se rehúsan a darle a los medios las imágenes de ventanas rotas y luchas callejeras, que tanto anhelan. Y esa tremenda disciplina ha implicado que, una y otra vez, la historia sea la deplorable y no provocada brutalidad policiaca. De la cual vimos más todavía el miércoles (día 5) por la noche. Mientras, el apoyo a este movimiento crece y crece. Más sabiduría.

Pero la gran diferencia, tras una década, es que en 1999 nos enfrentábamos al capitalismo en la cúspide de un frenético auge económico. La tasa de desempleo era baja, las carteras de acciones tenían un alto valor. Los medios estaban borrachos de dinero fácil. En aquel entonces se trataba de comenzar negocios, no cerrarlos.

Hicimos notar que la desregulación detrás del frenesí tenía un precio. Era dañino a los estándares laborales. Era dañino a los estándares medioambientales. Las empresas se volvían más poderosas que los gobiernos y eso era dañino para nuestras democracias. Pero, para ser honesta con ustedes, mientras fueran buenos tiempos, enfrentarse a un sistema económico basado en el egoísmo era una tarea difícil, al menos en los países ricos.

Diez años más tarde, parece que ya no hay países ricos. Sólo un montón de gente rica. Gente que se enriqueció saqueando la riqueza pública y agotando los recursos naturales en el mundo.

El punto es que hoy, todos pueden ver que el sistema es profundamente injusto y se sale de control a toda velocidad. El egoísmo sin restricciones ha destrozado la economía global. Y también está destrozando al mundo natural. Sobrepescamos nuestros océanos, contaminamos nuestra agua con la fracturación hidráulica y las perforaciones en aguas profundas, nos enfocamos en las formas más sucias de energía en el planeta, como las arenas bituminosas de Alberta. La atmósfera no puede absorber la cantidad de carbono que le metemos, con lo cual creamos un peligroso calentamiento. El nuevo modelo de lo normal son los desastres en serie: económico y ecológico.

Estos son los hechos. Son tan evidentes, tan obvios, que es mucho más fácil conectarse con la gente de lo que era en 1999, y construir rápido el movimiento.

Todos sabemos, o al menos intuimos, que el mundo está de cabeza: actuamos como si no tuviera fin lo que en realidad es finito: los combustibles fósiles y el espacio en la atmósfera para absorber sus emisiones. Y actuamos como si hubiera estrictos e inamovibles límites a lo que abunda: los recursos financieros para construir el tipo de sociedad que necesitamos.

La tarea de nuestro tiempo es darle la vuelta a esto: retar esta falsa escasez. Insistir en que tenemos los recursos como para construir una sociedad incluyente y decente, y al mismo tiempo respetar los verdaderos límites que la Tierra puede aguantar.

El cambio climático implica que tenemos una fecha límite para hacerlo. Esta vez, nuestro movimiento no puede distraerse, dividirse, agotarse y ser borrado del mapa por los acontecimientos. Esta vez tenemos que triunfar. Y no hablo de regular los bancos e incrementar los impuestos a los ricos, aunque eso es importante.

Me refiero a cambiar los valores subyacentes que gobiernan nuestra sociedad. Eso es difícil de acomodar en una sola demanda, amigable para los medios. Y también es difícil resolver cómo hacerlo. Pero, no por ser difícil se vuelve menos urgente.

Eso es lo que veo que ocurre en esta plaza. En la manera en que se alimentan unos a otros, se dan calor unos a otros, comparten información libremente y se proveen de servicios de salud, clases de meditación y talleres. Mi letrero favorito aquí es: "Me importas". En una cultura que entrena a la gente a evitar la mirada del otro, a decir, "deja que se muera", eso es una declaración profundamente radical.

Peleamos contra las más poderosas fuerzas económicas y políticas del planeta. Eso asusta. Y conforme este movimiento crezca, de fortaleza en fortaleza, asustará cada vez más. Siempre estén concientes de que habrá la tentación de cambiar de blanco, a uno más chico, como, por ejemplo, la persona a tu lado. No caigas en la tentación. Esta vez, tratémonos como si planeáramos trabajar uno al lado del otro, en la lucha, durante muchos, muchos años. Porque la labor que tenemos ante nosotros demanda nada menos que eso.

Tratemos a este hermoso movimiento como si fuera la cosa más importante en el mundo. Porque lo es. Realmente lo es.

www.naomiklein.org.

Twitter: @naomiaklein.

Este texto es el discurso que dio el pasado 6 de octubre en la Plaza Libertad, ante los participantes en Ocupa Wall Street. Fue publicado en el periódico que editan los manifestantes, The Occupied Wall Street Journal.

Traducción: Tania Molina Ramírez.

sábado, 15 de octubre de 2011

Soy Migrante

Esta si es mala noticia

Se retira del periodismo Miguel Ángel Granados Chapa



“Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias y otras formas de hacer que renazca la vida, permitan a nuestro país escapar de la pudrición que no es destino inexorable. Sé que es un deseo pueril, ingenuo, pero en él creo, pues he visto que esa mutación se concrete”.


Al final de su texto publicado el viernes, Miguel Ángel Granados Chapa anunció: “Esta es la última vez que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”.

El periodista hidalguense, de 70 años, padece una enfermedad desde hace varios años. En septiembre pasado suspendió su “Plaza Pública” durante varias semanas por haber sido hospitalizado.

Ese mismo septiembre, Granados Chapa terminó el programa matutino que tenía en Radio UNAM.

“Plaza Pública” comenzó en 1977 en la revista Cine Mundial y continuó durante el paso de su autor por los diarios Unomásuno, La Jornada, El Financiero y Reforma, mientras era distribuida a decenas de periódicos del país.

AMPLIA TRAYECTORIA

Abogado de profesión, Granados Chapa tiene una de las trayectorias más largas en la prensa mexicana. Además de los medios ya mencionados, ejerció el periodismo en Excélsior, la revista Proceso, Canal 11, Radio Educación y la revista Mira. En tres ocasiones recibió el Premio Nacional de Periodismo. En 1998 fue candidato por el PRD a la gubernatura de Hidalgo, la cual perdió.

En 2008 recibió la Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República y fue electo miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

Hace dos años, Granados Chapa dijo que su retiro sólo sería provocado por “la enfermedad o la muerte”.

Crazy Horse A Tribute

Chant to the sun

Ghost Dance - Native American - Power Drums - Spirit Pride

viernes, 14 de octubre de 2011

Otra carta - Jaime Sabines

Otra carta


Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco.
Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste
—untado con el bálsamo para la tristeza como para morirme—
apareces distante, intocable, junto a mí.
Me miras como a un niño y se me olvida todo
y ya sólo te quiero alegre, dolorosamente.
He pensado en la duración de Dios,
en la manteca y el azufre de la locura,
en todo lo que he podido mirar en mis breves días.
Tú eres como la leche del mundo.
Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo.
¿Qué puedo darte sino el cielo?
Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres
—medalla, ojos de Dios, globo de plata,
moneda de miel, mujer, gota de aire—
pero la luna está en el cielo y sólo es luna,
inagotable, milagrosa como tú.
Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.
Con la alegría que da hacer un poema,
o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla,
te aproximas a mí y me construyes
en la balanza de tus ojos,
en la fórmula mágica de tus manos.
Un médico me ha dicho que tengo el corazón de gota
-alargado como una gota- y yo lo creo
porque me siento como una gruta
en que perpetuamente cae, se regenera y cae
perpetuamente.

Bendita entre todas las mujeres
tú, que no estorbas,
tú que estás a la mano como el bastón del ciego,
como el carro del paralítico.
Virgen aún para el que te posee,
desconocida siempre para el que te sabe,
¿qué puedo darte sino el infierno?
Desde el oleaje de tu pecho
En que naufraga lentamente mi rostro,
te miro a ti, hacia abajo, hasta la punta de tus pies
en que principia el mundo.
Piel de mujer te has puesto,
Suavidad de mujer y húmedos órganos
en que penetro dulcemente, estatua derretida,
manos derrumbadas con que te toca la fiebre que soy
y el caos que soy te preserva.
Mi muerte flota sobre ambos
y tú me extraes de ella como el agua de un pozo,
agua para la sed de Dios que soy entonces,
agua para el incendio de Dios que alimento.

Cuando la hora vacía sobreviene
sabes pasar tus dedos como un ungüento,
posarlos en los ojos emplumados,
reír con la yema de tus dedos.
¿Qué puedo darte yo sino la tierra?
Sembrado en el estiércol de los días
miro crecer mi amor, como los árboles
a que nadie ha trepado y cuya sombra
seca la hierba, y da fiebre al hombre.

Imperfecta, mortal, hija de hombres,
verdadera,
te ursupo, ya lo sé diariamente,
y tu piedad me usa a todas horas
y me quieres a mí, y yo soy entonces,
como un hijo nuestro largamente deseado.

Quisiera hablar de ti a todas horas
en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.

En los parques, en que hay pájaros y un sol en hojas por el suelo,
donde se quiere dulcemente a las solteronas que miran a los niños,
te deseo, te sueño.
¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!
(Te invito a comer uvas esta tarde
o a tomar café, si llueve,
y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche.)



De: La señal

Jaime Sabines y Pink Floyd

Jaime Sabines y sus poemas, acompañado de Pink Floyd



- Bajo mis manos crece
- Espero curarme de ti
- Esta noche vamos a gozar
- He aquí que estamos reunidos
- La luna
- Lento amargo animal
- Los amorosos
- Me dueles
- No es nada de tu cuerpo
- No es que muera de amor
- Pensándolo bien
- Te quiero a las diez de la mañana
- Tu cuerpo está a mi lado
- Yo no lo sé de cierto

Discurso de Javier Sicilia en el 2do encuentro del MPJD con el Poder Ejecutivo en el Castillo de Chapultepec




 Buenos días, Sr. Presidente, Primera Dama, Sra. Procuradora, Sres. Secretarios de Estado y demás servidores públicos que lo acompañan; buenos días compañeros de viaje en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; buenos días ciudadanos de esta nación.

Antes de iniciar este segundo diálogo, quiero leer unos versos del peruano César Vallejo: “Jamás, hombres humanos,/ hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,/ en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!/ Jamás tanto cariño doloroso,/ jamás tan cerca arremetió lo lejos,/ jamás el fuego nunca/ jugó mejor su rol de frío muerto!/ Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal/ y la migraña extrajo tanta frente de la frente!/ Y el mueble tuvo en su cajón dolor,/ el corazón, en su cajón, dolor,/ la lagartija, en su cajón, dolor”.

Al final de mi intervención le entregaré, Sr. Presidente, la fotografía de Pedro Leyva, el primer asesinado del Movimiento, y esperemos que el último, como prenda de la justica que usted, como representante del Estado, debe a la familia de Pedro, a la comunidad de Ostula y a las víctimas de esta guerra.

Hace más de tres meses, Sr. Presidente, nos reunimos en este mismo lugar donde --- volvemos a recordarlo-- residió el imperio de quienes se equivocaron creyendo que con las armas extranjeras se resolverían los problemas de México, pero también donde se firmaron los Tratados de Paz de El Salvador. En aquella ocasión le mostramos, con nuestra presencia, lo que su estrategia de guerra había enterrado durante cinco años bajo el desprecio de las abstracciones estadísticas –40 mil muertos, 60 mil desaparecidos, 120 mil desplazados, que en estos últimos tres meses han aumentado de manera terrible-- y bajo el insulto de ese absurdo epíteto de guerra nombrado “bajas colaterales”, que esas cifras, esas “bajas colaterales”, esos innombrables, tienen nombre, historia, y sus familias un dolor y una destrucción indecibles; le mostramos también que los muertos culpables son también seres humanos que un Estado corrupto y omiso arroja día con día a la delincuencia, destruyéndoles su esqueleto moral y político, y advertimos con ello que su estrategia de guerra está multiplicando el dolor y no logra construir la paz que requiere la nación.

De aquel primer diálogo surgieron cosas importantes: primero, el reconocimiento del diálogo abierto, de cara a la nación, como un fundamento de la democracia que pocas veces se ejerce en nuestro país; segundo, un lenguaje distinto, frente a la visibilización del dolor, en la vida política de la nación; tercero, el reconocimiento, por parte suya, de la deuda que tiene con las víctimas de esta guerra; cuarto, el apoyo, por parte de algunos funcionarios que honran su condición de servidores públicos, a muchas de las víctimas que hemos visibilizado –se los agradecemos, y si no damos sus nombres, como debería ser con todo agradecimiento, es para protegerlos—y quinto, las 4 mesas de trabajo para dar cauce a las seis demandas que están contenidas en el documento leído el 8 de mayo en el zócalo de la ciudad de México, que competen al poder Ejecutivo, y que para nosotros son fundamentales para crear un piso común que permita hacer la paz en la nación y salvar nuestra incipiente democracia --es insolito el hecho de que más de 10 subsecretarios o equivalentes hayan interactuado durante 3 meses con representantes de la sociedad civil.

A pesar de esos logros, Sr. Presidente, a pesar de los avances que se han dado en esas mesas de trabajo y que acabamos de escuchar y de ver, y sin dejar de tomar en cuenta que el tiempo que duraron es poco para la cantidad de asuntos que surgieron en ellas, las restas, para desgracia del país y vergüenza del Estado, siguen siendo mayores que las sumas.

Aunque usted aceptó, para empezar a resarcir la deuda que el Estado tiene con las víctima, hacer justicia a aquellas que presentamos en el documento del 8 de mayo y en el diálogo del 23 de junio, la única justicia que hasta el momento se ha hecho ha sido en el caso de mi hijo Juan Francisco y de su amigos asesinados el 27 de marzo –los otros 30 casos permanecen prácticamente en la misma situación--. Aunque usted respondió a una de nuestras demandas –una demanda que ya tenía muchos años de expresarse-- con la creación de la Procuraduría Social para Atención a Víctimas del Delito –debería llevar el nombre de Víctimas de la Violencia y del Abuso del poder--, dicha Procuraduría, de la que nos enteramos –nuevamente un desprecio del poder hacia los ciudadanos—por los periódicos, no sólo carece de presupuesto y de condiciones operativas reales, sino que tiene serias deficiencias que es necesario corregir. Si realmente existe una voluntad verdadera –y no como hasta ahora parece, demagógica y mediática-- para con las víctimas, revisémosla, junto con quienes ha asumido la responsabilidad de coordinarla, para hacer una Procuraduría que realmente esté a la altura del dolor y de la emergencia que vive la nación y perdure en el tiempo. Aunque sabemos también –y eso sí nos produce satisfacción—que se trabaja en la redacción de una buena Ley de Víctimas de la Violencia y del Abuso de Poder que esperamos que esté, ésta sí, verdaderamente a la altura de la emergencia nacional y que esperamos, esta vez, revisar pronto con ustedes y pronto verla operando, esa Ley, por más ejemplar que sea, servirá de poco sin una sólida Procuraduría Social para Atención a las Víctimas y sin una Comisión de la Verdad –hoy más que nunca necesaria, frente a lodo en el que se está convirtiendo el país- y sin una Ley de Seguridad Ciudadana y Humana que camine hacia la paz que necesita la nación, y no hacia la exacerbación de la violencia legítima como pretende la actual propuesta de Ley de Seguridad Nacional que se discute en las Cámaras.

Su decisión, Sr. Presidente, de que los militares asuman la seguridad pública del país, lo menos que requiere es un mapa de ruta que defina tiempos y límites de su presencia en las calles, ya que se pone en serios riesgos la endeble democracia mexicana al subordinar el poder civil a la lógica de la seguridad militar. Esa decisión, en la que usted se empeña, argumentando que la corrupción y la debilidad de los cuerpos policiacos son también causa de la presencia de las organizaciones criminales nos parece equivocada, porque el problema del crimen organizado no se reduce a la condición corrupta de los aparatos de seguridad del Estado. Se encuentra también en el hecho de que las organizaciones criminales se han infiltrado en las estructuras económicas, políticas, de seguridad y judiciales de México. Allí no advertimos de parte del Ejecutivo una política ni definida ni contundente –como lo ha denunciado recientemente ante autoridades de los Estados Unidos un empresario mexicano.

Todo ello convierte a su estrategia de guerra en una guerra sin fin donde los flujos de dinero y las complicidades políticas continúan intactas y los ciudadanos en México quedamos atrapados entre la lógica del mercado y la del orden militar, llenos cada vez más de muerte y de miedo. Además, y usted lo sabe bien, porque lo ha señalado reiteradas veces, su estrategia de guerra no ha disminuido un ápice el mercado del consumo de drogas en nuestro vecino del norte y los agentes criminales continúan ganando miles de millones de dólares anuales por ese consumo.

En este sentido, como lo ha afirmado usted, Sr. Presidente, México no es un Estado fallido, sino un Estado fracturado. Existe una fractura entre la política de seguridad que se ejerce y las libertades que la Constitución garantiza a los habitantes de este país; una fractura que se profundiza en el entramado político al militarizarse el territorio nacional; una fractura en el ánimo nacional por la sordera de la clase política ante la exigencia de reformas –en particular de la reforma política-- que den respuesta a la emergencia que vivimos --los procesos electorales se perciben cada vez más como el gran negocio de los partidos políticos y de los medios de comunicación que pretenden convertir a los ciudadanos en mercancía--; una fractura que muestra a una ciudadanía alejarse cada vez más de un sistema político que ha sido infiltrado por diversas fuerzas del crimen; una fractura que se advierte en la libertad de tránsito cancelada en grandes porciones del territorio de nuestro país a causa del temor cierto a ser secuestrado y desaparecido; una fractura que irrumpe en los hogares de miles de mexicanos, dejando muerte y desamparo, terror e incertidumbre, porque quien violenta, asalta y asesina se presenta con el uniforme de la autoridad y el rostro de la delincuencia –desde nuestro primer encuentro aquí, en este mismo sitio, Sr.  Presidente, se han sumado a las ya casi 50 mil muertes 4 mil más; entre ellas la de nuestro compañero Pedro Leyva Domínguez--; una fractura entre los ciudadanos y los cuerpos de seguridad del Estado, entre las fuerzas armadas y los habitantes del país que cimbra, sino es que cancela, la esperanza de una sociedad democrática en ciernes; una fractura entre los mexicanos y nuestros hermanos del sur y centroamérica, a quienes en este país, y gracias a la incopetencia, apatía y complicidad de las autoridades, se les viola y martiriza, extorsiona y asesina –desde esa tragedia su gobierno no ha escuchado la verdad del padre Solalinde, ha preferido defender una institución corrompida, como es el Instituto Nacional de Migración, a garantizar la vida de quienes cruzan nuestro territorio para encontrar, junto con nuestros hermanos mexicanos, una posibilidad de vida mejor en los Estados Unidos, y contribuir con su trabajo al desarrollo de aquella nación.

Los desafíos de esta fractura del Estado mexicano obligan, Sr. Presidente, a reconfigurar el entramado social –las comunidades de los pueblo indios son un ejemplo de lo que significa el tejido social-- para encontrar otra vez el amalgama que cohesione a una patria resquebrajada por una emergencia nacional que todos los partidos políticos, incluyendo el suyo, continúan ignorando en aras de sus elecciones --sí, de sus elecciones, porque no son  las de la mayoría de los mexicanos que vivimos en un país sin suelo y sin sentido y que miran cómo ustedes ahondan esa horrenda fractura con sus guerras verbales que no son más la expresión de una política siniestra y de unas elecciones ignominiosas que ignoran el dolor, el desencanto, la desesperación de millones de mexicanos y la emergencia nacional.

Esa fractura, que no hemos dejado de constatar y de evidenciar a lo largo de nuestro caminar por el país, y que es consecuencia de décadas de dejar hacer, de complicidades criminales entre sectores importantes de las élites políticas y económicas del país, de la destrucción sistemática del tejido social y sus ámbitos morales en nombre del capital y del dinero, y de la pasividad ciudadana de la que fuimos parte antes de que la violencia y la crueldad nos despertaran para decir, exigir y buscar con todos los mexicanos de buena voluntad la paz para México, se ha hecho más honda con su política de militarización del país, Sr. Presidente. Sus decisiones, además de generar más violencia y terror, están provocando el surgimiento de grupos paramilitares que, en esta atmósfera enrarecida y atroz, se sienten autorizados para ejercer, asesinando impunemente a más mexicanos, loque estúpidamente llaman justicia.

En este sentido, Sr. Presidente, nos preocupa sobremanera que, después de lo que hablamos hace tres meses en este mismo sitio, después de las propuestas que hemos hecho en las mesas de trabajo, de las mismas propuestas de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, a las que nos hemos sumado, para crear una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana que construya la paz, después de nuestro andar uniendo el dolor del país en una respuesta pacífica, usted haya afirmado que cobra más muertos la delincuencia que todos los regímenes autoritarios, que –cito textualmente sus palabras—“esa plaga que es el crimen y la delincuencia, es una plaga que hemos decidido exterminar en nuestro país, tómese el tiempo que se tiene que tomar y los recursos que se necesiten”. Ese tono lleno de violencia y de desprecio, lleno de presagios siniestros, no se diferencia del tono con el que el gobernador Javier Duarte se expresó frente a los 35 cadáveres arrojados sobre las calles de Boca del Río: “Es muy claro –dijo con la suficiencia de lo inhumano—, en Veracruz no hay cabida para la delincuencia”. “Estamos combatiendo como nunca antes el crimen, Estamos aquí enfrentando ese problema nacional con valor y entereza. Lo estamos  haciendo de manera coordinada, vinculante, estrecha y cercana con la política del presidente Felipe Calderón”.

La atmósfera de violencia y de horror, que día con día crece, está contaminando las palabras y los discursos. En ellos hay una amenaza mayor, que detectamos con reprobación los ciudadanos: la del autoritarismo y su rostro más brutal, el militarismo y el fascismo: “Es hora –escribió, en este sentido el periodista René Delgado, y nosotros lo suscribimos delante de usted para que responda a las víctimas y a la nación—de exigir definiciones y aclaraciones sobre el rumbo que el país toma antes de que la tentación fascista frente a la criminalidad [tentación que reverbera en sus palabras, en las del gobernador Duarte y en la irrupción de los paramilitares—arrase con la civilidad”, esa civilidad que los ciudadanos de este país no hemos dejado de demostrar a pesar del horror.

No sabemos si todavía es tiempo de que la clase política se comprometa en verdad con la ciudadanía para enfrentar la emergencia nacional. Pero en este momento, en las condiciones que vive el país, lo único que advertimos es que las próximas elecciones serán, como ya se anuncian y no hemos dejado de señalar, las de la ignominia, una ignominia que sólo redundará en el ahondamiento de esa fractura a la que nos hemos referido.

No sabemos si todavía es tiempo –queremos creer que sí—de que se nos escuche –durante estos tres meses hemos llenado de suficientes contenidos nuestra crítica a su estrategia de guerra, Sr. Presidente, y a la Ley de Seguridad Nacional que la avala y que quieren imponernos-- y se redacte una Ley de Seguridad Ciudadana y Humana que garantice los derechos y las libertades de los mexicanos, y que precise y acote las responsabilidades de las fuerzas públicas y sus servicios de inteligencia. Es urgente que la seguridad se focalice en la restructuración real, es decir, con y para la gente, del tejido social, con prioridad en los jóvenes. El presupuesto y las leyes para estos rubros tienen que evidenciar que el Estado mexicano elige la prevención y no la represión como opción fundamental para detener la violencia que vive el país, que siembra vida y no muerte, que da opciones a los jóvenes y no los hacina en el olvido y las cárceles.

No sabemos si ustedes quieren en verdad tomar el camino de la paz –hasta ahora, en la multiplicación de los cadáveres, en la impunidad y la corrupción que habita en los aparatos  del Estado, en el terror que vive la población a causa de la delincuencia y de la respuesta violenta de los gobiernos, en la violencia verbal y llena de cinismo de la lucha electoral, en la ausencia de una sólida reforma política, en esa fractura que la partidocracia ahonda día con día, parece que no--. Nosotros, sin embargo, Sr. Presidente, y pese a los intentos por minimizarnos y denostarnos, no hemos dejado de andarlo y de mostrarles a todos la emergencia nacional: el país arde, los muertos se contabilizan por decenas de miles de asesinados, de desaparecidos, de huérfanos, de viudas y de padres y madres que hemos perdido a nuestros hijos, de tejidos sociales desgarrados por la codicia y de un terror ciudadano. Nosotros, es verdad, no representamos a todos ni nunca lo hemos pretendido, pero representamos el dolor de los más desprotegidos, el de las víctimas negadas y criminalizadas por el propio gobierno y el de muchos ciudadanos de a pie que saben que el rostro de esas víctimas es también el rostro del dolor de todo el país; somos los sobrevivientes de nuestros muertos que hemos mostrado al mundo que cada uno de esos cuerpos sin vida que aparecen en los medios maniatados, destrozados, cubiertos de sangre, tienen un nombre y una historia que tenemos obligación de rescatar; tienen también a alguien que los llora y que muchas, muchísimas de esas vidas sacrificadas con brutalidad extrema son inocentes, ciudadanos como nosotros que fueron levantados, secuestrados, asesinados por criminales, policías, militares o autoridades sin escrúpulos amparadas en la impunidad. Detrás de las fosas comunes de las estadísticas se esconden historias diferentes: víctimas de carne y hueso, pero también victimarios, homicidas crueles que saben que mientras las víctimas y ellos carezcan de identidad y de historia su impunidad está garantizada. Por eso es tan importante que junto con el rescate de sus nombres y de sus historias, junto con un memorial de nuestros muertos, junto con la Fiscalía de Atención a Personas Desaparecidas, junto con la Ley de Víctimas de la Violencia y del Abuso del Poder, junto con una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana, se cree también una Comisión de la Verdad. Sólo así garantizaremos que la paz tanga la justicia y la dignidad que merecemos.

Nosotros no tenemos poder ni lo queremos –a pesar de que algunos se empeñen en buscar intereses en el Movimiento para denostarlo--. No somos --para parafrasear a aquellos que hace 17 años mostraron el dolor de los negados del mundo indígena y nos dijeron que si no cambiaba el rumbo del país iríamos a la perdición—robles ni elefantes; somos simplemente  caña, hormiga, los más pobres de los pobres, las víctimas, las bajas colaterales, las viudas, los huérfanos, los que no tenemos nombre porque perdimos a nuestros hijos, los despreciados, los negados que desde hace seis meses nos pusimos a caminar para volvernos un puente que busca unir en el dolor, el amor, el acogimiento y el diálogo, el norte con el sur, el este con el oeste, el centro con los cuatro puntos cardinales, la izquierda con la derecha, el gobierno con los ciudadanos.

Desde allí, desde esa dignidad que nos ha llevado a lo largo y ancho de todo el país a abrazar, a besar, a consolar, a dialogar y a hablar con firmeza y verdad con todos; desde allí, y frente a la sordera de los criminales y de la clase política que se empeña en ahondar más la fractura del Estado y el dolor de la patria, llamamos a todos los mexicanos de buena voluntad a buscar formas alternativas de organización pacífica y no-violenta. Por ello, desde este recinto lleno de símbolos, de cara al diálogo que tenemos con usted Sr. Presidente como representante del Estado y manteniendo, pese a las decepciones, el diálogo franco y abierto que tenemos y tendremos con los demás Poderes, convocamos a todos los líderes del dolor, a todos los ciudadanos de buena voluntad y a todas las organizaciones civiles que busquen construir la paz en nuestro amado México, más allá de diferencias ideológicas, políticas y sociales, a reunirnos la noche del 31 de octubre, en todas las plazas, zócalos, cementerios, escuelas, panteones, centros ceremoniales, en todo espacio público que nos haya quitado la delincuencia y la incapacidad gubernamental, allí donde los señores de la muerte hayan dejado dolor y hayan pretendido destruir la esperanza, para juntar nuestros dolores, recordar a nuestros muertos y manifestar nuestra voluntad de paz, de amor y de justicia. Salgamos esa noche a nombrar a nuestros muertos. Llevemos junto a sus nombres y fechas de nacimiento y muerte fotografías, prendas, todo aquello que los haga de nuevo presentes entre nosotros, para que todo México sepa que alguna vez habitaron en esta casa que tiene una deuda inmensa con su memoria y la justicia y la paz que les debemos y nos debemos, para que todo México sepa también que ningún ciudadano permitirá más que se construya ningún proyecto político sobre el odio, la corrupción, la impunidad, la guerra y la muerte.

Por eso exigimos a todos los órdenes de gobierno y a todos los partidos políticos que han convertido el proceso electoral en un mercado donde, ignorando el dolor del país, el latido del corazón de la Paatria y la emergencia nacional, se compran votos, voluntades y dignidades a:

1) Un drástico y transparente deslinde de todos los partidos políticos del crimen organizado. Lo que significa que no deberán aceptar un solo peso del narcotráfico, de la delincuencia o por fuera de la ley; que no deberán aceptar un solo candidato o candidata que tengan vínculos con la delincuencia organizada; que denunciarán cualquier amenaza o extorsión que amenace el proceso electoral.

2) El mapa de ruta de la desmilitarización del país, el fortalecimiento de las instituciones civiles y la garantía de seguridad y respeto a los derechos humanos de los ciudadanos. No queremos más muertos ni más desaparecidos.

3) La justicia que se les debe a nuestros muertos y la aparición de todos los desaparecidos de esta guerra. Con idependencia de este dialogo, es obligación de Estado garantizar el acceso a la justicia, por lo que la atención a los caso individiuales y colectivos de debe prevalecer para mantener los espacios de atención hasta ahora construidos.

4) Un acuerdo nacional de inversión de largo plazo en la educación y empleo que garantice a los jóvenes de México varias opciones de educación así como el rescate de dicha población en las regiones de mayor riesgo donde el crimen organizado ha encontrado en ellos su ejército de reserva.

5) La restauración del tejido social mediante el respeto a las diferencias regionales y el reconocimiento de las autonomías indígenas con todos los derechos que eso implica.

6) El rescate de los caminos de México que devuelva el seguro y libre tránsito de los ciudadanos por los territorios de la nación.

Llamamos así a los mexicanos y mexicanas a hacer uso de todas las formas pacíficas de resistencia civil contra la violencia. Es el momento, frente al horror y la fractura del Estado, de darnos las formas de organización necesaria y siempre pacíficas para resistir juntos tanto la violencia criminal como la oficial y refundar el Estado. En esta hora de emergencia nacional, debemos articularnos de manera plural e incluyente, desde abajo y entre todos y todas, para impulsar cambios de fondo que recuperen el piso común que nos une y sin el cual esta casa llamada México terminará por derruirse.