viernes, 3 de junio de 2011

George Orwell para presidente

de Radio Chimia, el Lunes, 30 de mayo de 2011 a las 8:43
 
Mientras más se empeña la propaganda de las agencias de prensa –además de los fabricantes de consensos, de Televisa al diario de su preferencia– en hacernos creer que vivimos en democracia, ocurren más “hechos aislados” que desmienten la democracia publicitada.

En Grecia, la gente sale a protestar porque la han reducido a la quiebra, a la ruina. En el Estado español, los indignados piden democracia y les dan futbol, o peor, brutalidad policial, como en Cataluña.

La hasta hace poco segunda potencia económica capitalista, rival de los Estados Unidos por la hegemonía del mundo, Japón, es hoy víctima de un desastre nuclear que supera solamente Chernobil, si acaso.

Los países que en México nos habían puesto como modelos de democracia, de desarrollo, de integración “global”, son hoy los centros de las protestas por no tener lo que nos dijeron que era cotidiano.

El mundo que nos vendieron como vanguardia y modelo a seguir enseña las costuras. Sin seguridad ambiental, sin democracia, sin empleo, sin seguridad en sus economías de verdad: las que se padecen en las mesas de los ciudadanos.

No obstante, en México el análisis académico, al menos en las pláticas públicas de los investigadores, sigue siendo autoinculpatorio. La larga tradición autoritaria de México, su subdesarrollo, la precariedad de su democracia, lo lejos que está de los modelos a seguir: Europa y los Estados Unidos.

La ignorancia viste de toga y birrete y pontifica, con los suspiros de las élites mexicanas colonizadas por parecerse a los modelos.

No hay una mirada crítica, no se aprecia un pensar con los pies en la tierra y el territorio para observar que somos hermanos en el dolor de los pueblos del “Viejo Mundo”, pues los mexicanos, al igual que los pueblos en Islandia, Grecia, Estado español, Italia, Marruecos, Túnez, Libia y Egipto, queremos la democracia: porque hoy no existe. Al igual que los catalanes, los madrileños, los vascos, necesitamos una democracia de verdad y no los sueños de humo de Televisa.

Al igual que Grecia, Italia e Islandia, necesitamos un cambio en la política económica que no le pase el costo de los platos rotos a los de abajo, mientras el presidente del Fondo Monetario Internacional intenta violar camareras. Al igual que Egipto y cualquier otro país árabe, africano o europeo, necesitamos sacudirnos una tiranía.

Si el mundo contempla la verdad: que estamos, en los hechos, bajo un gobierno militar, cuyo vocero civil es apenas su imagen pública. Si hay conciencia de las decenas de miles de muertos y los miles de desaparecidos, así como del macartismo a la mexicana que permite, en Tamaulipas, a los soldados interrogar de manera prepotente y amenazante a civiles por portar una calcomanía pacifista que dice “No+militares”, el régimen mexicano no puede ser visto como un régimen con “democracia precaria”.

Puede ser visto como un gobierno de hecho, cuya política económica ha generado a uno de los hombres más ricos del mundo, quizá el más rico, mientras a la población mexicana la equiparó con el nivel de vida centroamericano.

Los medios comerciales, incluso aquellos que sirven al espectro electoral convencionalmente conocido como “izquierda”, sólo tienen espacio para las campañas electorales, quedan en la marginalidad o la invisibilidad una caravana de indígenas triquis desplazados por una guerra irregular, paramilitar, en Oaxaca, marcha que ha recorrido desde Oaxaca a la Ciudad de México e intentará retornar a Copala, de donde los paramilitares los expulsaron.

La desaparición forzada de personas es responsabilidad del gobierno mexicano, expresó el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, al publicar una lista de mujeres y hombres desaparecidos en el primer tramo de la guerra paramilitar del gobierno mexicano contra los zapatistas.

Noticias aparentemente aisladas, como el asesinato del nigeriano Isaac Chinedu, en manos de policías, en la Ciudad de México, por cerrarle accidentalmente el paso a la policía auxiliar (denunciado por el abogado Carlos Servín en Kaos en la RED) y el secuestro del catedrático de la UNAM Miguel Ángel Beltrán y su expulsión a Colombia, donde hoy es preso de conciencia, son piezas de un rompecabezas atroz.

Si en esa perspectiva retomamos el análisis de Gaspar Morquecho, en Alainet (http://alainet.org/active/46835), que muestra cómo es oligárquica la opción entre las fuerzas electorales desplegadas por los grupos de Carlos Salinas, Camacho Solís, Felipe Calderón y López Obrador. Así como explica, a nivel estatal en Chiapas, cómo se recompuso la oligarquía con la complicidad del PRI y los partidos de la actual Morena: PRD, PT y Convergencia. Y concluye que lo más probable es el retorno de Salinas, cuyos cuadros alimentan también a su competencia de “izquierda”, con personajes como Camacho Solís, Ebrard Casaubón, Alberto Anaya y Adolfo Orive, vemos que nos encontramos en una democracia sin alternativas, pues las elites comparten las matrices priistas y panistas que han impuesto el neoliberalismo. Por eso Gaspar Morquecho la llama “democracia electoral neoliberal”. (http://www.kaosenlared.net/noticia/mexico-2012-democracia-neoliberal-chiapas-ezln-coyuntura)

Además del probable regreso de Salinas, con Peña Nieto, que podría implicar para el EZLN el cobro de la factura por haberse levantado en armas el día que entró en vigor el TLC de América del Norte, ninguna de las “marcas” electorales que contienden representa diálogo para los indígenas rebeldes, todas ellas le han tratado como enemigo, lo cual se verifica en el apoyo “plural” al actual jefe de la contrainsurgencia en Chiapas Juan Sabines.

La sola posibilidad de que hubiera sido planteado que las exitosas candidaturas PAN- PRD se convirtieran, en Michoacán, en una candidatura común PRD- PAN – PRI, es un síntoma. En Chiapas se vive la unidad de los tres partidos y sus socios menores en un gobierno contrainsurgente que se dispone a incrementar la militarización, bajo pretexto de “cerrar” la frontera sur.

Tal vez con una fórmula electoral nacional así, evitarían cualquier final muy cerrado en los votos. Llevarían por candidato a George Orwell, quien podría haber titulado su novela: 2012.

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