“- ¿Italiano? Yo respondí en mi mal español – no, inglés, ¿y tú? – Italiano. Cuando íbamos a salir, cruzó la habitación y me apretó con fuerza la mano. Resulta extraño cuanto afecto se puede sentir por un desconocido. Fue como si su espíritu y el mío hubieran logrado momentáneamente salvar el abismo del lenguaje y la tradición y unirse en completa intimidad. Deseé que sintiera tanta simpatía por mí como yo por él. Pero sabía que para conservar esa primera impresión no debería volver a verlo. Y así ocurrió. Uno siempre establecía contactos de ese tipo de España”
La escena, extraída del libro “Homenaje a Cataluña”, que relata la llegada de George Orwell a Barcelona en 1936 para sumarse a las Brigadas Internacionales, debe de tener mucho en común con decenas de encuentros similares que Manuel Tapial y Laura Arau tuvieron en Turquía mientras esperaban para embarcar en el Mavi Marmara. No sabemos si el amigo italiano de Orwell sobrevivió en el Frente de Aragón. Tampoco sabemos, aún, quiénes de entre los participantes de lo que Manuel Tapial definía desde la cubierta del Mavi Marmara como “una alianza de civilizaciones en la práctica y no en la teoría” siguen vivos y quiénes han fallecido tras el ataque israelí a la flotilla. Los paralelismos entre aquellos extranjeros que vinieron a España y los 700 de la “Flotilla de la libertad” son evidentes. Multinacionalidad y orígenes diversos, viaje a una tierra que no es la suya e incluso la muerte en defensa de una causa. La diferencia también es fundamental. Manuel Tapial, Laura Arau y sus compañeros iban armados con cámaras de vídeo y twitter, no con viejos fusiles mauser.
Eran, y son, defensores de la no violencia activa.
Muchos de los lectores se habrán preguntado quiénes están detrás de la organización de la flotilla a Gaza ahora que en su noveno viaje, y cuando la sangre nubla el horizonte, los medios de comunicación quieren saber a toda prisa quiénes son, qué hacen y cómo han llegado a esta situación los casi 700 activistas encarcelados en Israel. ¿Por qué deciden sumarse a una iniciativa de incierto final, por una causa que no es la suya, en una cultura quizás distante y asumiendo riesgos de cuyas consecuencias el mundo entero está perfectamente informado? ¿Quiénes son y cómo se organizan?.
El núcleo fundacional de la Flotilla por la libertad, compuesta por el movimiento Free Gaza, la organización turca IHH, el barco sueco , los barcos griegos y la Campaña Europea contra el asedio a Gaza surge a partir del ISM (International Solidarity Movement-Movimiento de Solidaridad Internacional) fundado en Cisjordania en 2001 y que lleva desde entonces librando una de las batallas más persistentes, incomprendidas y difíciles de Oriente Medio. Una batalla que además sólo llega a la opinión pública cuando nos encontramos con muertos como los del Mavi Marmara. O cuando una estudiante estadounidense, miembro del ISM, Emily Henochowicz, pierde un ojo en una manifestación de protesta, como sucedió ayer en Qalandia, dándole al mundo una escena que habla por sí misma sobre dos voluntades contrapuestas, la de mirar para contar y la de quienes dispararon, para que no pueda volver a ver.
El ISM- International Solidarity Movement.
Comienzo de la segunda Intifada palestina. En 2001, pocos meses después de que comenzase la segunda Intifada, Adam Shapiro, Huwaida Arraf, actual Presidenta de Free Gaza o Paul Larudee, junto a activistas palestinos como George Rishmawi o la israelí Neta Golan, pasajera también en el pasado de los barcos a Gaza, organizaron una manifestación conjunta de palestinos y extranjeros en la ciudad de Belén. Los habitantes de un pequeño barrio querían que el ejército retirase un puesto de control y alguien pensó que si los extranjeros se ponían delante el ejército israelí no dispararía con tanta facilidad. Tan simple como eso. Funcionó. Y pensaron que si convocaban a más voluntarios para participar en este tipo de actividades alcanzarían mejores resultados. La unión hace la fuerza.
En marzo de 2002 el entonces Presidente Arafat es rodeado en la Mukata e Israel comienza a bombardear. Alrededor de cuarenta extranjeros participantes de una misión internacional de observación burlaron el cerco israelí del edificio y penetraron en la Mukata ofreciéndose como “escudos humanos” para Yasser Arafat. El impacto mediático de aquella acción fue enorme. Un documental lo mostró. A partir de entonces las convocatorias se regularizaron y un año más tarde el ISM mantenía grupos de media docena de voluntarios en diversas localizaciones de los territorios palestinos ocupados. ¿Qué hacían? Viajar en las ambulancias palestinas para evitar que Israel disparase. Interponerse antes los bulldozers que derribaban casas o acompañar a niños que salían de sus casas o escuelas para evitar que fueran atacados por los colonos.
Interposición civil internacional, presencia y documentación de violaciones de los derechos humanos. Aprovechándose de sus pasaportes como un muro que Israel en la teoría no podía traspasar utilizaban ese supuesto privilegio para revertirlo en mayor libertad de movimiento para la población Palestina.
El ISM se ha organizado desde entonces y como se lee en su página web, a través de los principios de la “Resistencia no violenta”. Entendiendo no violencia como no violencia proactiva. A través de la acción directa. Siguiendo los principios de luchas históricas como las de Ghandi o Luther King. Si en el contexto de un conflicto se genera violencia, que la utilice aquel contra quien se protesta, demostrando así su naturaleza real, la del opresor. Y si es necesario resistir, existen procesos de formación en técnicas de resistencia no violenta.
Cada activista que viaja a Palestina y se suma al ISM debe recibir un curso que imparten formadores palestinos en el que se explica, entrena e insiste en dichos principios. Posteriormente firman un papel comprometiéndose a respetar las reglas del movimiento y en función de sus intereses y capacidades se le asignará una tarea u otra: El negociador, el que filma, el que guarda los pasaportes, el que va en primera línea, el que va en la última fila, y así hasta completar el manual de la resistencia no violenta. Una idea simple y que no necesita grandes masas para generar acciones efectivas.
Pero Israel tenía otros planes para ellos. Y decidió detener su crecimiento. ¿de qué manera? Rachel Corrie, una estudiante universitaria de Olimpya, Washington, tan sólo tenía 23 años cuando fue asesinada el día 16 de marzo del año 2003 por un bulldozer israelí mientras intentaba evitar que se derribase la casa de una familia palestina en la ciudad de Rafah, Franja de Gaza. No es casualidad que el barco que navega ahora en la segunda de oleada de buques que tratará de romper el bloqueo a Gaza se llame Rachel Corrie. Ni que, de no haberse retrasado por el sabotaje israelí, estaba destinado a ser el buque insignia de la flotilla.
Tom Hurndall, británico, intentaba proteger a un grupo de niños palestinos cuando un disparo en la cabeza, proveniente de un francotirador del IDF, le asesinó el 12 de abril de 2003. También fue en Rafah. Pero era aún más joven que Rachel. Tenía 22 años. A Brian Avery, de la misma edad que Rachel, una ráfaga de ametralladora le provocó heridas graves en el rostro cuando ayudaba a un grupo de palestinos el día 5 de abril del mismo año. Pocas semanas más tarde, el ISM decidió retirarse de Gaza. Valientes, pero no suicidas.
El ISM continuó trabajando, si bien Gaza se convirtió en terreno vedado. Debido a su peligrosidad y a la dificultad de acceder al territorio, que era progresivamente bloqueado por Israel. Los miembros del ISM no eran capaces de atravesar el paso fronterizo de Eretz y en Cisjordania, la mera sospecha de tener alguna relación con el grupo impide desde entonces su entrada en Israel, provocando una deportación inmediata desde el aeropuerto. Son divertidas las historias sobre cómo logran colarse por los aparentemente sesudos controles de fronteras israelíes haciéndose pasar por jóvenes que se van de “rave” a Tel Aviv o piadosos cristianos que quieren conocer los santos lugares. En todo caso, se cuelan. Cisjordania, que para muchos es casi, la Disneyland de la cooperación o un lugar saturado de “turistas revolucionarios” no es tampoco una broma.
El 13 de marzo de 2009 el ejército israelí disparó una bomba de gas lacrimógeno que impactó directamente sobre el ojo derecho de Tristan Anderson, un activista norteamericano del International Solidarity Service (ISM) nacido en Oakland hace 38 años. Continua, a día de hoy en estado crítico, con parte de su lóbulo frontal extirpado debido a las astillas de los huesos del cráneo incrustadas en el cerebro. Tristan se encontraba en el interior del pueblo de Bil`in, tras haberse disuelto la última de las manifestaciones semanales que sus habitantes organizan desde hace meses con el apoyo de activistas israelíes e internacionales.
Los orígenes de Free Gaza
Volviendo a Gaza y a los barcos que hoy todo el mundo conoce. En verano de 2006, Adam, Huwaida, Paul, Caoimhe Butterly y varias decenas de activistas del ISM, conscientes de que nunca podrían regresar a Cisjordania, y tras organizar un convoy civil de ayuda al sur del Líbano, cruzando la línea de no acceso que Israel había dibujado sobre el río Litani para tratar de aislar el sur del país de la ciudad de Beirut, deciden retomar la posibilidad de organizar un movimiento marítimo contra el bloqueo de Gaza y fundan el Free Gaza Movement.
Tardarían dos años en reunir el dinero necesario y el 23 de agosto de 2008, el Liberty y el Dignity, dos pequeños botes que transportaban a 40 activistas de más de una decena nacionalidades, consiguieron atracar en Gaza después de que ningún barco extranjero lo lograra en casi cuatro décadas. Quedó demostrado que un pequeño grupo activista financiado con donaciones, sin profesionales liberados ni subvenciones de los gobiernos podía introducir tanto personas como mercancías en Gaza. El mecanismo: articulando una fuerte campaña de apoyo a través de los medios de comunicación y través del mecanismo anglosajón de financiación para este tipo de trabajo, a través de la organización de charlas, cenas y proyecciones en las que se recauda dinero. Entre agosto y diciembre de ese mismo año, cinco barcos entrarían en la Franja de Gaza. Y en cada uno de ellos viajaba una persona que no regresaba a su casa y se quedaba en Gaza con el objetivo de reorganizar la estructura del ISM.
El italiano Vittorio Arrigoni, la canadiense Eva Bartlett, la australiana Sharon Lock, la británica Jenny Linell, Georges el griego, Natalie de Beirut, Queeba Butterly de Irlanda, la polaca Ewa Jasiewicz y otro compañero alquilaron dos apartamentos y comenzaron a reunirse con familias palestinas en la frontera para establecer un grupo de acción directa noviolenta o interposición civil ante la próxima invasión israelí del territorio. Serían los únicos extranjeros que contásen la operación Plomo Fundido. Y se hizo como lo hace el ISM, desde las ambulancias palestinas, anunciándole a Israel que dentro de cada vehículo al que atacaban podrían encontrarse con un extranjero. Utilizando el rol del “internacional” para centrar la atención en lo que le sucedía a la población local. También entonces, como ahora, Embajadores y periodistas amigos de Israel repitieron hasta la saciedad que esos “voluntarios” y “pseudoperiodistas” eran activistas relacionados con Hamas y organizaciones terroristas.
Tras la Operación Plomo Fundido, cuando se apagaron los focos, los activistas del ISM que se quedaron en la Franja de Gaza acompañados de una maltesa, Bianza Zammit, que hace apenas dos semanas fue herida por un francotirador israelí mientras grababa una manifestación, un escocés, una danesa y una sueca, continuaron trabajando en su línea de interposición y acompañamiento a los granjeros de la buffer zone y a los pescadores de la Franja abriendo dos blogs en los que mostrar los vídeos de sus acciones y darle voz a las víctimas de la violencia israelí.
Ya desde hacía meses mantenían dos blogs, “Pescando bajo el fuego” y “Agricultores bajo el fuego”. Vittorio, por ejemplo, acompañaba pescadores palestinos y cuando las patrulleras israelíes disparaban, se hacía ver como internacional con una cámara en la mano. Hasta que su barco fue abordado y terminó en una cárcel israelí antes de ser deportado a Italia. El grupo entero salía a recoger la cosecha junto a campesinos palestinos en la llamada “buffer zone”,o “zona tampón” a la que el ejército israelí no permite el acceso. Frente a los francotiradores, el rol del internacional adquiere un significado especial. La muerte de un palestino se suma a una estadística. La de un internacional crea un conflicto diplomático. Ante eso, la violencia, en ciertas ocasiones, disminuye. Los bombardeos de enero de 2009 fueron un caso diferente, como es obvio. Pero el grupo de extranjeros creó también su acción y su blog “Defendiendo a los paramédicos” para denunciar las agresiones que éstos sufren continuamente.
Eva Bartlett, la activista canadiense del ISM que viajaba en esa ambulancia es, hoy en día, la decana (no palestina, obviamente) del bloqueo a Gaza, cómo puede leerse en el interesantísimo blog que mantiene de manera ininterrumpida desde su casa en la ciudad de Gaza. En él se recogen los artículos que escriba para electronicintifada.net o la agencia de noticias IPS.
Ewa Jasiewicz, al igual que Queeba Butterly, que también trabajaron durante tres semanas de bombardeos sobre Gaza en el interior de una ambulancia palestina, se encuentra ahora en una cárcel israelí. Con suerte.
Los activistas del ISM representan, en opinión de muchos, turistas revolucionarios, jóvenes inmaduros y radicales que viajan a Palestina en búsqueda de emociones fuertes e interesantes historias que contar a su regreso. Una lectura más descriptiva los presenta como personas comprometidas en la acción directa no violenta, perfectamente formadas y entrenadas, plenamente conscientes de su papel, de su utilidad y, ante todo, sujetos de un imperativo categórico cada vez más claro: “ante la inacción de la comunidad internacional oficial, es la hora de los hechos y no de las palabras, de la apropiación del espacio por parte de la sociedad civil”.
Desde entonces, cientos de voluntarios han pasado por los Territorios Ocupados Palestinos, presionando junto a la población palestina en los puestos de control que impiden su movilidad, protestando contra las obras de construcción del muro, interponiéndose en toques de queda militares para que los niños puedan ir a la escuela o las ambulancias lleguen a los hospitales, documentando los ataques de colonos contra palestinos en Hebrón y durante la campaña de recogida de la aceituna, introduciéndose en casas con orden de demolición ilegal para dificultarla y, eventualmente, llamando la atención internacional sobre la injusticia que supone la política de expulsión de los palestinos de Jerusalén Este.
Lamentablemente ha tenido que ser una masacre en el mar lo que haya conseguido que sus voluntad de llamar la atención del mundo, llegase a las portadas. Y, en vista de su trayectoria, es difícil creer que, como asegura Israel, tengan lazos con la Yihad global, Hamas y Al Qaeda y además participasen u organizasen un movimiento con armas que haya puesto en peligro a los comandos de élite de la armada israelí tratando de lincharlos y provocando una masacre. Al menos sus 9 años de historia no lo indican y para muestra, un botón, el video de la Presidenta y fundadora de Free Gaza y del International Solidarity Movement, Huwaida Arraf, poniendo en práctica sus técnicas de resistencia.
Fuente: http://periodismohumano.com/sociedad/%C2%BFquienes-son-los-activistas-de-la-flotilla.html
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