lunes, 5 de octubre de 2009

Mercedes Sosa, In memoriam


Por la blanda arena que lame el mar



Mercedes Sosa le dio gracias a la vida por haberle dado los dos materiales que forman su canto: dicha y quebranto. Con su canto le pidió a Dios que la muerte no le sea indiferente, que la reseca muerte no la encontrara vacía y sola sin haber hecho lo suficiente. Nació en San Miguel de Tucumán el 9 de julio de 1935 en un hogar humilde del cual salió a caminar por la cintura cósmica del sur. Pisó en la región más vegetal del viento y de la luz. Sintió al caminar toda la piel de América en su piel y andaba en su sangre un río que liberó en su voz su caudal. Mercedes siempre le cantó a la vida aún en medio de la violencia que sacudía a su Argentina en la década de los setenta del siglo pasado. En 1979 fue detenida en la ciudad de La Plata junto con todo el público que había ido a verla cantar. El hostigamiento y el cerco que se fue formando en torno de ella la obligaron a exiliarse en París y luego en Madrid. En teoría, Mercedes Sosa podía entrar y salir del país, no tenía causa judicial alguna, pero no podía cantar. Si se calla el cantor calla la vida porque la vida, la vida misma es todo un canto. Si se calla el cantor, muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría. Si se calla el cantor se quedan solos los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto se persignan, ¿quién habrá de luchar por su salario?

En un país en que la vida humana no tenía valor alguno, y cientos de ellas se perdían en la oscuridad de las mazmorras, los usurpadores del poder pensaban que la canción con contenido era peligrosa. Por eso había que acallar a los cantores, como una manera de silenciar a la gente. Mercedes no cantaba por cantar. Sus canciones estaban cargadas de contenido social y político porque ella no permanecía ajena al compromiso y la militancia con la que quería colaborar para construir un mundo más justo y equitativo. Qué ha de ser de la vida si el que canta no levanta su voz en las tribunas por el que sufre, por el que no hay ninguna razón que lo condene a andar sin manta. ¡Que se levanten todas las banderas cuando el cantor se plante con su grito, que mil guitarras desangren en la noche una inmortal canción al infinito! Mercedes se ha ido con su soledad, fue a buscar poemas nuevos. Está ahora con Violeta Parra, Benjo Cruz, Atahualpa Yupanqui, Alí Primera, Víctor Jara, Alfredo Zitarrosa y Otilio Galíndez. Su voz antigua de viento y de sal le requebró el alma y se la llevó. Se fue hacia allá, como en sueños, dormida, Mercedes, vestida de mar.

Alí Ramón Rojas Olaya
Instituto Pedagógico de Caracas

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