lunes, 6 de abril de 2009

La rosa roja

Escrito por Carlos Penelas

Quien considera detenidamente su origen,
ve que todos los Estados reposan sobre la violencia.
Francesco Guicciardini (1483-1540)


He adherido recientemente a la Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia. La primera marcha que se hará en el planeta para denunciar la locura, la enajenación, el absurdo y la incoherencia que genera el Poder. La primera marcha en nombre de la solidaridad, de la bondad, de la belleza; del aire y del viento. En nombre de la amada, de los sueños, de la libertad, de las aves y de los peces, de los árboles, de los artesanos, de los solitarios, del poema. En nombre de los hijos y en nombre de los padres. Por un mundo sin guerras y sin violencias. Marcharemos por las calles de octubre, por las calles de enero. Felices combatientes de la utopía, felices camaradas de la ilusión, de los barcos y puertos, levantando veletas, plazas, violines y tejados. Pasajeros del silencio marcharemos por las calles de España, por las calles de Pekín, por las calles de Austria, por las calles de Montevideo y de Buenos Aires, por las de Londres y las de Nueva York. Despiertos, iluminados por las noches y el alba, insurrectos de amor, insurrectos de paz, de melodías. Así caminaremos: fraternalmente juntos, esperanzados. Con la mirada clara del misterio, del secreto deseo de escuchar lo que somos. De esta forma marcharemos por las plazas de octubre. Sin piedras ni puñales. Elevando desde la conjura de los necios una galera naranja abandonada en el tranvía.

Marcharemos contra los mitos del Estado, contra el fetichismo del Poder. Hablaremos de moral, de insumisión, de un humanismo sin fronteras. Repetiremos a Horacio: “El hombre justo y tenaz no se doblega a la muchedumbre ni a los tiranos, ni a la mano de Júpiter tonante. Si el mundo cae en pedazos, sus ruinas lo golpearán sin producirle miedo.” Recordaremos a Gandhi y a Thoreau, a Cassirer y a Nicolai, a Rudolf Rocker. Levantaremos los nombres que condenaron la violencia, esa larga historia de derrotas y sangre que levantó héroes y verdugos y esclavos. Diremos Camus en contra de los prejuicios maliciosos, en contra de las revelaciones definitivas, en contra de la sumisión y el dogmatismo.

La fatalidad se opone a lo libertario. “La sociedad es el resultado de nuestras necesidades; el gobierno es el resultado de nuestra corrupción...” señaló Thomas Paine. Lo que permanece vivo es siempre la pasión, la apetencia de libertad, la sinceridad de la imaginación. Marcharemos contra la angustia y la desesperación, contra el aislamiento y la apatía. Hacia la racionalidad específica de lo irracional. Entre margaritas locas y vagabundos hablando de caballos.

Desde siglos la paradoja es brutal. Diversas corrientes ideologías queriéndonos persuadir sobre la bondad de sus ideas acuden al lenguaje de la metralla. Son cultivadores de la violencia. Por el camino del terror llevan banderas, himnos, monumentos, campos de concentración. Encarnecen derechos humanos, cualquiera sea su rótulo es parte de la barbarie y la regresión. La sociedad no altera la irracionalidad de los sistemas basados en la propiedad privada o en las imposiciones estatales. Afloran lacras, prejuicios y odios raciales; la homofobia, hombres providenciales, ensayos nucleares, la carrera armamentista, profetas del mito totalitario, el mesianismo estentóreo de una nueva revolución. De pronto todos somos actores, de pronto todos somos espectadores. Con Artaud nace el teatro de la crueldad, entre la ilusión y el simulacro. Afuera, la escritura putrefacta de lo real.

Marcharemos contra las formas obscenas; deshaciendo en el aire las violetas del lecho. La violencia se manifiesta en la complicidad y la locura del sistema. Marcharemos contra la alucinación de lo visible, contra la superficialidad, contra la pornografía de la información, contra la promiscuidad y la fascinación del vértigo. Marcharemos contra el hambre y la injusticia, contra el horror, contra la muerte. La violencia se manifiesta en la complicidad de la indiferencia. Marcharemos contra la miseria y la banalidad, desnudando el apogeo de lo indigno, de la especulación simbólica y política. La violencia se manifiesta en la culpabilidad, en un acto criminal, en la omnipotencia del burócrata, en las estadísticas. Neutralizan la mirada, la risa, la espontaneidad. Marcharemos en defensa de La Boétie para señalar la estupidez y la pasividad, contra la saturación y las apariencias. Contra el aburrimiento y los charlatanes, contra el embrutecimiento colectivo. Llenos de sol y harina y collares desnudos.

La primera marcha mundial por la Paz y la No violencia. La primera marcha desde el sueño y la utopía, levantando vientos, ríos y fonógrafos. Llevando flores y relojes por las calles del mundo, llevando paraguas y bonetes, llevando miradas, universos, abrazos; cantando. La primera marcha mundial desde la alegría. Sin leyes, sin órdenes, sin corbatas. Dejando atrás, para siempre, la injuria. Marcharemos buscando el mundo que anhelamos. Sin temores ni humillación u odio. Marcharemos sin recetas milagrosas, sin falsificadores, sin disfraces. Allí estaremos. Jubilosos, primitivos, rebeldes. Con el emblema del poema: la rosa roja.

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