“¿se votó adelantar las elecciones o las infecciones?
(aedes aegypti)”
“la única psicosis que se trata es la individual.
La colectiva se denomina gobernabilidad.”
(aforismos implicados)
(aedes aegypti)”
“la única psicosis que se trata es la individual.
La colectiva se denomina gobernabilidad.”
(aforismos implicados)
Advertencia previa a la cumbre en Londres
Crisis: temen por 90 millones de muertes
Ocurriría en los países pobres. Son estadísticas que tomó la directora del Banco Mundial para instar a los líderes del G20 a contribuir a la protección del mundo en desarrollo. Pronosticó que, si no acuden en su ayuda, podría desatarse una oleada de disturbios sociales.
"Tenemos que analizar el impacto de todo esto en los países en desarrollo. De no ser así, sin querer parecer alarmista, la consecuencia podrían ser alborotos sociales y crisis políticas. Es en interés de todos el impedirlo" aseguró la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala.
Una oleada de disturbios sociales y crisis políticas podría desencadenarse en los países más pobres del mundo si los líderes del G20 no acuden en su ayuda, según la directora gerente del Banco Mundial, Ngozi Okonjo-Iweala.
En declaraciones al dominical The Observer, la ex ministra nigeriana instó a los representantes de países que se reunirán en Londres el próximo 2 de abril, a contribuir a la protección del mundo en desarrollo frente a los peores efectos de la crisis financiera.
¿90 millones de muertes? Veo y 100 millones más. El capitalismo mundial es como los campeonatos de póker que ahora podemos ver en las señales de cable. Pagan con dineros ajenos, no para ver sino para alucinar. Los gobiernos, las organizaciones gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales disputan sus presas en el mismo parque jurásico. Todos los predadores todos, tienen como hipótesis de supervivencia comerse antes que lleguen sus rivales, a los predadores pequeños (perejiles se decía en una época) y a los herbívoros (incluso grandes como fuera el supercoop). La cena está servida y allí los vemos en Qatar afilando cuchillos y despuntando tenedores. No sé si la guerra es la continuación de la política por otros medios, o es al revés. Quizá la concepción amplificada de la guerra (económica, ecológica, familiar, empresarial, profesional, comercial) nos habilita a pensar que todo es guerra y que la paz es apenas la resaca de las noches de cuchillo y niebla de la historia. Decir que todo es guerra no implica alucinar que los mosquitos que transmiten el dengue usen casco. En realidad, la epidemia es otro de los rostros de la guerra, y no es por cierto producto de la pobreza. Es un producto de la riqueza, de la absurda concentración de macro beneficios en pocos bolsillos (y no solamente los de la mesa de enlace, sino de varias mesas de dinero que siguen operando). La directora del Banco Mundial no quiere ser alarmista. Desde su lugar de sierva del gran capital, ¿qué podría alarmarla? Pedirle a los líderes responsables de masacres y genocidios que resuelvan el problema, es igual que pedirle al aedes que recapacite y no pique más. Y como decía ese cartel en la 9 de julio de la Capital Federal: NO AL DENGUE. (¿lo habrá leído el mosquito?). Algún funcionario psicótico creyó que así se combatía la epidemia. Ya estoy leyendo carteles tipo: RETROCEDE CHAGAS; MÁRCHATE SIDA. A poner carteles absurdos algunos le dicen prevención. O sea: no hay alarmismo pero tampoco hay alarmas. Ni del calentamiento global (como decía una paciente, con la única excepción de su marido que no se calentaba ni global ni localmente) ni de las inundaciones (recordemos a Randazzo, ministro del interior, aunque parece que no del exterior, diciendo que el alud de Tartagal no se podía haber evitado) ni de la masacre de cromagnon, ni siquiera del control de alcoholemia al ministro de las retenciones, al cual, vaya paradoja, no quisieron retenerlo. No hay alarmismo ni hay alarmas porque el sistema predador sabe que su garantía de supervivencia es la destrucción total. Hasta la matanza de focas tiene más difusión que la matanza de mil millones de personas, si bien, hay que admitir, el humano es más reciclable que los simpáticos mamíferos. Lo que resulta intolerable es imaginar (no al estilo John Lennon, pero bueno cada uno tiene la imaginación que se merece) que puedan suceder “alborotos sociales y crisis políticas”. El hambre, la sed, la falta de vivienda, las condiciones de vida denigrantes, la trata de personas, la destrucción del suelo, el agua y el aire, no son dignos de alarmismos ni alarmotes. Pero que alguien se alborote, o que pueda haber sacudones, vibraciones, estremecimientos al estilo del “que se vayan todos”, eso resulta intolerable. NUNCA MÁS dicen los saqueadores del planeta. NUNCA MÁS dicen los que asesinaron y asesinaron setenta veces siete y más también, en la versión más aniquiladora de cualquier evangelio. Cuando surge la Alianza para el Progreso, fue para expulsar a Cuba de la organización de los estados americanos. Eso es la alianza y el progreso del capitalismo: destruir todo intento de socialismo. Cuando el capitalismo ayuda, es igual a una cruz roja formada por patovicas(1). “Si el bueno critica es malo; si el malo aplaude es peor” sentenciaba una fábula. Por cierto: los malos y las malas aplauden. Pontifican. Se alarman. Se preocupan. Se estremecen. No les molestan los muertos y heridos de la guerra contra las poblaciones indefensas, que algunos denominan “salvatajes financieros”. La ayuda real al total de los países emergentes (¿emergentes de qué? ¿del propio sistema predador?) es el 10% de lo utilizado para rescatar uno solo de los bancos colapsados. La protección del mundo en desarrollo es el eufemismo habitual que usan los gendarmes del Imperio. La traducción libre, estilo Petit Larousse, sería: protección irrestricta del Gran, Mediano, Pequeño y hasta Misérrimo Capital, contra todo alboroto, pataleta, berrinche, algazara, rabieta, o pensamiento crítico, de aquellos que ya no están emergiendo, sino que a partir de los dorados salvatajes, vuelven a sumergirse. La única esperanza será China, no ya como referente de la revolución campesina y proletaria, sino como el capitalista más grandote de todos los capitalistas, que chantajea, sin alarmismos, pero con billones de dólares acumulados, que “¡a no jodel, porque salimos a vendel dolales!” Los soldados de Iwo Jima son ahora operadores bancarios, financistas reciclados, convocados por un Imperio en llamas, que tiene como únicas armas la emisión y el lavado. No solamente no queremos, no solamente no podemos, lo que pasa es que no queremos perdonar a nuestros deudores. Esos ellos, el 2 de abril se reunirán en Londres, la capital internacional de los bucaneros. En la Argentina será feriado, porque recordamos, a nuestra manera, la triste historia de la hermanita perdida que se llevó a muchos hermanos, durante y después de la guerra. Hay más combatientes suicidados que muertos en combate. ¿Será que la paz de los países emergentes es una resaca para los opresores, pero un combate cotidiano para los oprimidos?
Propongo que el 2 de abril sea el Día Internacional del No Perdón. Ni para los siervos del gran capital, ni para los que no se alarmaron frente a la posible epidemia del dengue.
No será, pero quizá es justicia.
(1) En Argentina, denominación del personal de seguridad de locales bailables, que tienen en su trayectoria el asesinato de adolescentes.
Crisis: temen por 90 millones de muertes
Ocurriría en los países pobres. Son estadísticas que tomó la directora del Banco Mundial para instar a los líderes del G20 a contribuir a la protección del mundo en desarrollo. Pronosticó que, si no acuden en su ayuda, podría desatarse una oleada de disturbios sociales.
"Tenemos que analizar el impacto de todo esto en los países en desarrollo. De no ser así, sin querer parecer alarmista, la consecuencia podrían ser alborotos sociales y crisis políticas. Es en interés de todos el impedirlo" aseguró la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala.
Una oleada de disturbios sociales y crisis políticas podría desencadenarse en los países más pobres del mundo si los líderes del G20 no acuden en su ayuda, según la directora gerente del Banco Mundial, Ngozi Okonjo-Iweala.
En declaraciones al dominical The Observer, la ex ministra nigeriana instó a los representantes de países que se reunirán en Londres el próximo 2 de abril, a contribuir a la protección del mundo en desarrollo frente a los peores efectos de la crisis financiera.
(Crítica de la Argentina 24-03-09)
¿90 millones de muertes? Veo y 100 millones más. El capitalismo mundial es como los campeonatos de póker que ahora podemos ver en las señales de cable. Pagan con dineros ajenos, no para ver sino para alucinar. Los gobiernos, las organizaciones gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales disputan sus presas en el mismo parque jurásico. Todos los predadores todos, tienen como hipótesis de supervivencia comerse antes que lleguen sus rivales, a los predadores pequeños (perejiles se decía en una época) y a los herbívoros (incluso grandes como fuera el supercoop). La cena está servida y allí los vemos en Qatar afilando cuchillos y despuntando tenedores. No sé si la guerra es la continuación de la política por otros medios, o es al revés. Quizá la concepción amplificada de la guerra (económica, ecológica, familiar, empresarial, profesional, comercial) nos habilita a pensar que todo es guerra y que la paz es apenas la resaca de las noches de cuchillo y niebla de la historia. Decir que todo es guerra no implica alucinar que los mosquitos que transmiten el dengue usen casco. En realidad, la epidemia es otro de los rostros de la guerra, y no es por cierto producto de la pobreza. Es un producto de la riqueza, de la absurda concentración de macro beneficios en pocos bolsillos (y no solamente los de la mesa de enlace, sino de varias mesas de dinero que siguen operando). La directora del Banco Mundial no quiere ser alarmista. Desde su lugar de sierva del gran capital, ¿qué podría alarmarla? Pedirle a los líderes responsables de masacres y genocidios que resuelvan el problema, es igual que pedirle al aedes que recapacite y no pique más. Y como decía ese cartel en la 9 de julio de la Capital Federal: NO AL DENGUE. (¿lo habrá leído el mosquito?). Algún funcionario psicótico creyó que así se combatía la epidemia. Ya estoy leyendo carteles tipo: RETROCEDE CHAGAS; MÁRCHATE SIDA. A poner carteles absurdos algunos le dicen prevención. O sea: no hay alarmismo pero tampoco hay alarmas. Ni del calentamiento global (como decía una paciente, con la única excepción de su marido que no se calentaba ni global ni localmente) ni de las inundaciones (recordemos a Randazzo, ministro del interior, aunque parece que no del exterior, diciendo que el alud de Tartagal no se podía haber evitado) ni de la masacre de cromagnon, ni siquiera del control de alcoholemia al ministro de las retenciones, al cual, vaya paradoja, no quisieron retenerlo. No hay alarmismo ni hay alarmas porque el sistema predador sabe que su garantía de supervivencia es la destrucción total. Hasta la matanza de focas tiene más difusión que la matanza de mil millones de personas, si bien, hay que admitir, el humano es más reciclable que los simpáticos mamíferos. Lo que resulta intolerable es imaginar (no al estilo John Lennon, pero bueno cada uno tiene la imaginación que se merece) que puedan suceder “alborotos sociales y crisis políticas”. El hambre, la sed, la falta de vivienda, las condiciones de vida denigrantes, la trata de personas, la destrucción del suelo, el agua y el aire, no son dignos de alarmismos ni alarmotes. Pero que alguien se alborote, o que pueda haber sacudones, vibraciones, estremecimientos al estilo del “que se vayan todos”, eso resulta intolerable. NUNCA MÁS dicen los saqueadores del planeta. NUNCA MÁS dicen los que asesinaron y asesinaron setenta veces siete y más también, en la versión más aniquiladora de cualquier evangelio. Cuando surge la Alianza para el Progreso, fue para expulsar a Cuba de la organización de los estados americanos. Eso es la alianza y el progreso del capitalismo: destruir todo intento de socialismo. Cuando el capitalismo ayuda, es igual a una cruz roja formada por patovicas(1). “Si el bueno critica es malo; si el malo aplaude es peor” sentenciaba una fábula. Por cierto: los malos y las malas aplauden. Pontifican. Se alarman. Se preocupan. Se estremecen. No les molestan los muertos y heridos de la guerra contra las poblaciones indefensas, que algunos denominan “salvatajes financieros”. La ayuda real al total de los países emergentes (¿emergentes de qué? ¿del propio sistema predador?) es el 10% de lo utilizado para rescatar uno solo de los bancos colapsados. La protección del mundo en desarrollo es el eufemismo habitual que usan los gendarmes del Imperio. La traducción libre, estilo Petit Larousse, sería: protección irrestricta del Gran, Mediano, Pequeño y hasta Misérrimo Capital, contra todo alboroto, pataleta, berrinche, algazara, rabieta, o pensamiento crítico, de aquellos que ya no están emergiendo, sino que a partir de los dorados salvatajes, vuelven a sumergirse. La única esperanza será China, no ya como referente de la revolución campesina y proletaria, sino como el capitalista más grandote de todos los capitalistas, que chantajea, sin alarmismos, pero con billones de dólares acumulados, que “¡a no jodel, porque salimos a vendel dolales!” Los soldados de Iwo Jima son ahora operadores bancarios, financistas reciclados, convocados por un Imperio en llamas, que tiene como únicas armas la emisión y el lavado. No solamente no queremos, no solamente no podemos, lo que pasa es que no queremos perdonar a nuestros deudores. Esos ellos, el 2 de abril se reunirán en Londres, la capital internacional de los bucaneros. En la Argentina será feriado, porque recordamos, a nuestra manera, la triste historia de la hermanita perdida que se llevó a muchos hermanos, durante y después de la guerra. Hay más combatientes suicidados que muertos en combate. ¿Será que la paz de los países emergentes es una resaca para los opresores, pero un combate cotidiano para los oprimidos?
Propongo que el 2 de abril sea el Día Internacional del No Perdón. Ni para los siervos del gran capital, ni para los que no se alarmaron frente a la posible epidemia del dengue.
No será, pero quizá es justicia.
(1) En Argentina, denominación del personal de seguridad de locales bailables, que tienen en su trayectoria el asesinato de adolescentes.
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