Artículo I
Queda decretado que ahora vale la verdad. Que ahora vale la vida. Tomados de las manos marcharemos todos por el camino verdadero.
Artículo II
Queda decretado que todos los días de la semana, incluso los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.
Artículo III
Queda decretado que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas; los girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de las sombras; las ventanas deben permanecer abiertas todo el día, para que fluya el verde donde crece la esperanza.
Artículo IV
Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire y como el aire confía en el campo azul del cielo.
Párrafo único: El hombre, confiará en el hombre como un niño confía en otro niño.
Artículo V
Queda decretado que los hombres han sido liberados del yugo de la mentira. Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa con su mirada limpia, porque la verdad será servida antes del postre.
Artículo VI
Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y la verdad. La alegría será una bandera generosa, para siempre desplegada en el alma del pueblo.
Artículo VII
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será no poder dar amor a quien se ama y entender que el agua es la que le da a la planta el milagro de la flor.
Artículo VIII
Queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor. Y que sobre todo tenga siempre el cálido sabor de la ternura
Artículo IX
Queda permitido a cualquier persona, a cualquier hora de vida, el uso de traje blanco (el traje blanco era el vestido de gala de los militares y de la clase política argentina).
Artículo X
Queda decretado por definición, que el hombre es un animal que ama y que por eso es bello, mucho más bello que la Estrella de la Mañana.
Artículo XI
Se decreta que nada será obligado ni prohibido, todo está permitido, incluso jugar con los rinocerontes y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.
Párrafo único: Sólo una cosa queda prohibida: amar sin Amor.
Artículo XII
Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el Sol de las mañanas que vendrán. Expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal para defender el derecho a cantar en la fiesta del día que llega.
Artículo final
Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual será suprimida de los diccionarios y del pantano engañador de las bocas. A partir de este instante la libertad será algo vivo y transparente como un fuego o un río o como la semilla del trigo, y su hábitat será siempre el corazón del hombre.
¿Quién era él?
Enrique Ángel Angelelli (17 de julio de 1923 – 4 de agosto de 1976), hijo de italianos inmigrantes, nació en la ciudad de Córdoba, de la que llegó a ser Obispo Auxiliar. Desde esa posición se involucró en varios conflictos laborales y convocó a campañas de solidaridad para mitigar el hambre y el abandono de los desposeídos.
El 24 de agosto de 1968, asumió como Obispo de la Diócesis de La Rioja, en el noroeste de Argentina, designado por el Papa Pablo VI.
Allí se dio a la tarea de organizar sindicatos de mineros, de campesinos y de trabajadoras domésticas, lo cual lo llevó a ser atacado a pedradas dentro de una de sus iglesias.
El 4 de agosto de 1976, mientras conducía por una solitaria carreteta en compañía del sacerdote Arturo Pinto, fue embestido por un vehículo que volcó su camioneta causándole la muerte.
La Iglesia argentina aceptó la ‘historia del accidente automovilístico’, pero muchos de sus miembros estuvieron en contra.
Todavía 10 años más tarde, la jerarquía católica se negaba a usar la palabra ‘asesinato’ para referise a la muerte del prelado.
El 2 de agosto de 2006, dos días antes del aniversario número 30 de su muerte, el entonces Presidente de Argentina Néstor Kirchner, declaró el 4 de agosto Día Nacional de Duelo (ayer la presidenta Cristina Fernández develó una placa en homenaje a monseñor Angelelli).
En esa ocasión el cardenal Jorge Bergoglio, en su homilía durante una misa en la Catedral de La Rioja, dijo que Angelelli “removió piedras que cayeron sobre él y lo empaparon de su propia sangre”, pero no hizo mención del ‘accidente’ que llevó a la muerte del Obispo.
No obstante, Bergoglio sentenció la ocasión con esta frase: “La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”. Era la primera vez que una autoridad de la curia argentina usaba la palabra ‘martir’ para invocar a Angelelli.
Queda decretado que ahora vale la verdad. Que ahora vale la vida. Tomados de las manos marcharemos todos por el camino verdadero.
Artículo II
Queda decretado que todos los días de la semana, incluso los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.
Artículo III
Queda decretado que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas; los girasoles tendrán derecho a abrirse dentro de las sombras; las ventanas deben permanecer abiertas todo el día, para que fluya el verde donde crece la esperanza.
Artículo IV
Queda decretado que el hombre no precisará nunca más dudar del hombre. Que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire y como el aire confía en el campo azul del cielo.
Párrafo único: El hombre, confiará en el hombre como un niño confía en otro niño.
Artículo V
Queda decretado que los hombres han sido liberados del yugo de la mentira. Nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa con su mirada limpia, porque la verdad será servida antes del postre.
Artículo VI
Por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y la verdad. La alegría será una bandera generosa, para siempre desplegada en el alma del pueblo.
Artículo VII
Queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será no poder dar amor a quien se ama y entender que el agua es la que le da a la planta el milagro de la flor.
Artículo VIII
Queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor. Y que sobre todo tenga siempre el cálido sabor de la ternura
Artículo IX
Queda permitido a cualquier persona, a cualquier hora de vida, el uso de traje blanco (el traje blanco era el vestido de gala de los militares y de la clase política argentina).
Artículo X
Queda decretado por definición, que el hombre es un animal que ama y que por eso es bello, mucho más bello que la Estrella de la Mañana.
Artículo XI
Se decreta que nada será obligado ni prohibido, todo está permitido, incluso jugar con los rinocerontes y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa.
Párrafo único: Sólo una cosa queda prohibida: amar sin Amor.
Artículo XII
Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el Sol de las mañanas que vendrán. Expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal para defender el derecho a cantar en la fiesta del día que llega.
Artículo final
Queda prohibido el uso de la palabra libertad, la cual será suprimida de los diccionarios y del pantano engañador de las bocas. A partir de este instante la libertad será algo vivo y transparente como un fuego o un río o como la semilla del trigo, y su hábitat será siempre el corazón del hombre.
¿Quién era él?
Enrique Ángel Angelelli (17 de julio de 1923 – 4 de agosto de 1976), hijo de italianos inmigrantes, nació en la ciudad de Córdoba, de la que llegó a ser Obispo Auxiliar. Desde esa posición se involucró en varios conflictos laborales y convocó a campañas de solidaridad para mitigar el hambre y el abandono de los desposeídos.
El 24 de agosto de 1968, asumió como Obispo de la Diócesis de La Rioja, en el noroeste de Argentina, designado por el Papa Pablo VI.
Allí se dio a la tarea de organizar sindicatos de mineros, de campesinos y de trabajadoras domésticas, lo cual lo llevó a ser atacado a pedradas dentro de una de sus iglesias.
El 4 de agosto de 1976, mientras conducía por una solitaria carreteta en compañía del sacerdote Arturo Pinto, fue embestido por un vehículo que volcó su camioneta causándole la muerte.
La Iglesia argentina aceptó la ‘historia del accidente automovilístico’, pero muchos de sus miembros estuvieron en contra.
Todavía 10 años más tarde, la jerarquía católica se negaba a usar la palabra ‘asesinato’ para referise a la muerte del prelado.
El 2 de agosto de 2006, dos días antes del aniversario número 30 de su muerte, el entonces Presidente de Argentina Néstor Kirchner, declaró el 4 de agosto Día Nacional de Duelo (ayer la presidenta Cristina Fernández develó una placa en homenaje a monseñor Angelelli).
En esa ocasión el cardenal Jorge Bergoglio, en su homilía durante una misa en la Catedral de La Rioja, dijo que Angelelli “removió piedras que cayeron sobre él y lo empaparon de su propia sangre”, pero no hizo mención del ‘accidente’ que llevó a la muerte del Obispo.
No obstante, Bergoglio sentenció la ocasión con esta frase: “La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”. Era la primera vez que una autoridad de la curia argentina usaba la palabra ‘martir’ para invocar a Angelelli.
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