“Una vez que un periódico toca una historia, los hechos se han perdido para siempre, incluso los protagonistas desaparecen”: Norman Mailer.
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- ¿Qué acaso los maestros no piensan en nuestros niños?, preguntan los locutores de las televisoras que venden Gansitos como óptima dieta infantil, mujeres como objeto, estulticia de lugares comunes en telenovelas y talkshows que mercan con la miseria.
¿Quién financia a los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)?, cuestionan los periódicos que omitieron investigar el origen de los recursos de la campaña que llevó a Enrique Peña Nieto a la presidencia.
¿Hasta cuándo se seguirá violando la seguridad pública? Inquieren los periodistas que guardaron silencio durante el sexenio de la tortura, la desaparición y detenciones arbitrarias.
Esas voces, los ciegos aduladores del rey en turno, claman por el regreso de la Santa Inquisición. Quemen a los maestros, golpéenlos, deténgalos, ¡hagan algo que el tráfico está imposible!
¿Discutir la reforma educativa?, ¿plantear debates, mesas de análisis plurales y reportajes profundos para analizarla? ¡Jamás! Lo que diga la presidencia en turno seguramente es bueno para todos y más para mi estatus de nuevo millonario con idilios en románticas cabañas, piensan para sí los voceros a sueldo.
Incluso se valen de sus patéticos y gastados instrumentos de siempre. “¿Qué tan seguro está usted de que la promoción y estímulos de los maestros se realizarán a partir de la evaluación de su desempeño profesional y desempeño en el aula, contribuirá a elevar la calidad de la educación de niños y jóvenes?” es el inicio de la mañosa encuesta publicada el pasado 25 de agosto por Excélsior, uno de los tantos periódicos que se sumó a la hipnótica campaña de sondeos que semana a semana anticipaban un inminente, amplio e irreversible triunfo de Peña Nieto durante la campaña presidencial pasada.
Ocultan que la presidencia de la República engañó a los profesores de la CNTE al financiar unos foros de la reforma educativa cuyo contenido sería integrado a la iniciativa y que finalmente no fueron tomados en cuenta, como se pactó previamente. Omitieron que la reforma se votó “al vapor”, por consigna, sin la necesaria reflexión de los actores involucrados.
Ordenan a toda su planta de trabajo que despliegue la escasa creatividad que caracteriza a sus espacios: Apliquen sondeos a los automovilistas afectados, graben a profesores que se roban la luz, síganlos día, tarde y noche para ver cuántas violaciones a la ley cometen. ¡Si así investigaran a los gabinetes que sexenio a sexenio han aniquilado al país!
Los profesores de la CNTE son la plaga en turno, como en su momento fueron los estudiantes del 68, miembros del Frente Democrático Nacional, la Teología de la Liberación, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Andrés Manuel López Obrador, los ejidatarios de Atenco, el Sindicato Mexicano de Electricistas, Javier Sicilia, el movimiento #Yosoy132…
Contradictorio que, en su tiempo, jamás vieron peligro alguno en Solidaridad, los Salinas, los paramilitares en Chiapas, Ulises Ruiz, el poder de Marta Sahagún, las torturas y desapariciones ordenadas por el Ejército y la Marina durante la guerra contra el narcotráfico, Juan Sabines, las miles de madres que no encuentran a sus hijos, las inconsistencias en la verdad oficial sobre la explosión en las torres de Pemex, los impunes asesinatos contra periodistas en Veracruz…
Los maestros son un peligro para los ciudadanos, repiten con histérica demencia quienes escondieron el evidente y escaso nivel de cultura general de quien ahora es titular del Poder Ejecutivo de la Nación.
Es verdad, los profesores de la CNTE afectan a transeúntes y automovilistas, paralizaron el desempeño de un Poder Legislativo, se roban la luz y han desquiciado a la ciudad; sin embargo, también es una realidad que estas acciones son apenas minúsculos daños comparados con el perverso, nauseabundo y criminal ejercicio del poder de nuestros servidores públicos.
¿Quién daña más a la niñez mexicana? ¿Profesores que toman calles o televisoras que inundan de mierda las cabezas de un pueblo semianalfabeta? ¿Sindicalizados que exigen su derecho a una liquidación justa o periodistas que callan el desfalco a una nación entera? ¿Estudiantes que se negaron a admitir un proceso electoral desaseado o voceros que guardan silencio ante la aniquilación de la democracia?
El problema es que los orquestadores de mentiras cuentan con altavoces potentes, con decibles que ensordecen. Noticieros radiofónicos matutinos, vespertinos, nocturnos. “Mesas de análisis” televisivas, periódicos, revistas, páginas de internet, canales que llegan a casi la totalidad del país, propaganda oficial, correos virales…
Presentados por los rostros de siempre confeccionados con el mismo traje: Los principales responsables de que la ciudadanía asuma como dogma de fe la siempre maquiavélica propaganda oficial.
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