Objetos Prohibidos

Espacio para compartir experiencias, historias y documentos que nos ayuden a ver la vida de los pueblos del mundo como una constante lucha contra quienes quieren hacer de la Vida Digna y el Buen Vivir Objetos Prohibidos.

sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Viva Cuba!


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Hace 18 años

"PUEBLO DE MÉXICO: Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático."

Fragmento de la Primera Declaración de la Selva Lacandona - EZLN
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El universo de lo posible se expande



        “Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna,
         que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es.
        Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo lo posible.
         No renuncien a eso”.
         Jean Paul Sartre  a Daniel Cohn Bendit, 1968.

Trastornados de cuerpos y almas,
los octubres no se han ido, ni los mayos comuneros,
tampoco los marzos marxistas ni los septiembres libertarios.

Asombrados de tanto sol acampado en las plazas,
¿te parece absurdo exigir la liberación del agua a las mineras?

El universo se expande y reniega de su materia más oscura.
Se emancipa.
Hoyos negros para los banqueros de todas las galaxias.
Esposas para los capitalistas y los patriarcas.

La sociedad se rasca las verijas porque los muchachos,
los indígenas, las trabajadoras sexuales y las domésticas
lo ocupan todo y están picantes.
También los trabajadores y migrantes ocupan su tiempo extra
en demoler el muro de oro envenenado de Wall Stret.

Y todo es tan natural como un acelerador de partículas.
Calambres a Newton.
Un infinito que se muerde la cola,
Una legión de leprosos en la recamara del rey,
un dron que persigue los pecados del mundo
entre las sábanas de la Casa Blanca.

¡Indígnense! dice un veterano desobediente.
No renuncien a esto, dicen que le dijo a Daniel, Jean Paul
trepado en un escritorio de la Sorbona.
-De parte de Simone, le confesó al oído.
Daniel renunció, pero muchos nunca.

¿De quiénes son las calles? Nuestras son las calles.
Ya se mira el horizonte. Desde Abajo y desde ahora,
Sin tierra, sin trabajo y sin miedo,
Es la hora de los hornos: Hasta la victoria, ¡Siempre!

Ricardo Landa, 16 de octubre de 2011
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Deseos para el 2012

Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.
Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo. 
Eduardo Galeano
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viernes, 30 de diciembre de 2011

Solo se trata de vivir - Fito Paez y Lito Nebbia

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Los Insignificantes

Sanjuana Martinez

Ayer dejaron un lugar libre para ellos. “El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad”, dijo Charles Dickens. Y para los familiares de los 30 mil desaparecidos es importante tener cerca a los ausentes.

También pensaron en ellos, los familiares de los 60 mil muertos; asesinados, masacrados, mutilados, acribillados… Los 20 mil niños huérfanos pensaron en sus padres. Y los 250 mil desplazados recordaron su vida antes de esta guerra.

Este segmento de la población y quienes les apoyamos, quienes les abrazamos desde nuestra labor cotidiana, quienes nos hemos comprometido con su causa, quienes alzamos la voz a su lado, quienes estamos decididos a acompañarles siempre, hacemos nuestro su dolor.

Las víctimas de la narcoguerra, han sido, son y serán los insignificantes de esta administración. Son y serán los microscópicos. A este sistema político no le interesan, ni al Estado ausente en su tragedia; mucho menos al sistema judicial, carente de mecanismos para protegerles, compensarles, repararles sus pérdidas y daños.

Las víctimas de la narcoguerra son también los invisibles. No forman parte de las estadísticas; tampoco sus nombres y apellidos están inscritos en papel alguno. Al contrario, el gobierno se empeña en esconderlos debajo de la alfombra.

Las víctimas de la narcoguerra estaban y están bajo tierra, en una fosa común; asesinados a mazazos como los migrantes de San Fernando, Tamaulipas; con el tiro de gracia como los de Durango; o una bala en la nuca como los de Sinaloa; mutilados como los de Acapulco; desechos en ácido como los de Guerrero; incinerados en un campo de exterminio como los de Ciénega de Flores o Doctor González, Nuevo León.

Las víctimas de la narcoguerra, caen día a día elegidas por el azar; en las balaceras de las calles, en los levantones de Veracruz y Guadalajara para luego ser arrojados en una céntrica avenida bajo el estigma de Zetas, de narcos, de delincuentes.

Las víctimas de la narcoguerra, se retuercen de dolor en los Centros Clandestinos de Detención operados por el Ejército y la Marina, mientras les administran poco a poco, lentamente la tortura del día; gritan y lloran en las mazmorras bajo las técnicas de tablazos, flamazos, toques eléctricos en genitales, violaciones con bates de béisbol, mutilaciones…

Las víctimas de la narcoguerra, trabajan a marchas forzadas en los campamentos de los cárteles de la droga. Fueron secuestrados en las carreteras, al salir de sus trabajos, en la calle, en sus negocios, en sus casas y ahora saben que tarde o temprano morirán y quedarán enterrados en medio del desierto, en un campo perdido, en una fosa, sin cruz; sin nombre, sin flores…

Las víctimas de la narcoguerra, suman miles y miles de mujeres y niñas raptadas para incrementar el mercado sexual. Son esclavas de los narcos, de los capos y vendedores de droga que encontraron en sus cuerpos una mina de oro para explotar.

Las víctimas de la narcoguerra, son también los feminicidos invisibilizados, las miles de mujeres mutiladas, decapitadas, descuartizadas, que han sido asesinadas con el componente de género, con la inquina al origen, el desprecio más primitivo.

Las víctimas de la narcoguerra, son pequeñas, tan pequeñas que no cuentan, que no son importantes. Sus asesinatos no caben en las estadísticas oficiales. Las ONG’s calculan 1,500 niños asesinados, pero el Estado insiste en esconderlas.

Las víctimas de la narcoguerra, son los heridos, entran a los hospitales donde les amputan, les suturan sus heridas, les intentan salvar. A veces, salen; a veces no. Pero los hospitales desbordados no tienen suficientes médicos, suficientes medicinas, ni material necesario. Y eso también es ocultado.

Las víctimas de la narcoguerra, tienen un número colgado en un dedo del pie. Son los NN, los sin-nombre que esperan tres meses a ser reclamados en un anfiteatro. El gobierno acumula más 10 mil muertos sin identificar, porque no existen bancos de datos para cruzar información a nivel nacional y porque esos muertos; como los otros, los nuestros, no les importan.

Las víctimas de la narcoguerra son y serán en el gobierno de Felipe Calderón, los nada, o los nadie, como dice Eduardo Galeano: “Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata”.

Vivimos en un país militarizado, sumido en las violencias del narco y del Estado; en la barbarie de ambos. Vivimos en un tiempo de canallas, de miserables y déspotas gobernantes; ladronzuelos, sinvergüenzas de cuello blanco. Vivimos entre dirigentes con las manos manchadas de sangre. Vivimos entre mafiosos que roban y expolian los recursos naturales del país, vividores del presupuesto, rateros de caudales públicos. Vivimos mezclados con hambreadores que pasan por empresarios. Vivimos entre corruptos que se reparten el bienestar social. Vivimos en un gobierno generador de pobreza, con 70 millones de pobres, 28 de ellos alimenticios. Vivimos la era de la impunidad endémica, del crimen organizado instalado en las más altas esferas del poder. Vivimos el final del sexenio más sangriento de la historia reciente de México. Vivimos la última Navidad de Felipe Calderón como inquilino de Los Pinos.

La esperanza, sin embargo, no ha muerto, no la han logrado asesinar las balas de un bando y del otro. Es la aliada principal del Movimiento de los Insignificantes, de los pequeños, de los nadie, de los nada; de los que no cuentan, de los invisibles. De esos ilusos, idealistas, soñadores, utópicos que piensan que pueden cambiar el mundo o por lo menos, nuestro pequeño mundito.

Y estamos decididos a no claudicar; a continuar en la lucha bajo la luz resplandeciente del amor, la solidaridad, la tolerancia, la redistribución de la riqueza, el respeto a los derechos humanos, la dignidad, la equidad… Buscamos otro México donde habite la paz con justicia social. Somos muchos y cada día seremos más. 

http://www.sinembargo.mx/opinion/26-12-2011/3940.
Sanjuana Martinez es periodista mexicana, con amplia trayectoria en medios de comunicación nacional, actualmente es escritoria y se desempeña como freelance.
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domingo, 25 de diciembre de 2011

Cuenta una leyenda reciente...

...que en las sombras de la madrugada en las montañas del sureste mexicano, hombres y mujeres de color moreno sólo tienen en su corazón un temor: el de nada hacer frente a la injusticia. "Los Vigilantes" llaman a estos hombres y mujeres. Son el núcleo duro del Votán Zapata, del guardián y corazón del pueblo. Ellas y ellos son quienes nos cuidan y acompañan. Alguien les pregunta: "¿De qué se trata todo esto?" Ellas y ellos responden: "De ser mejores, de la única forma que es posible ser mejores, es decir, en colectivo". Aunque apenas es un murmullo, la voz de Los Vigilantes se escucha como grito cuando dice: "De ser dignas y dignos, de eso se trata todo esto".
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La historia de los sueños

El viejo Antonio afilaba su machete y fumaba en el portal de su champa. Yo dormitaba a su lado, cobijado por el aserrar de los grillos y el cansancio. Así como diez años antes y diez años después del afilado humo del cigarro del viejo Antonio, el cielo era un mar nocturno, tan grande que no se le veía fin ni principio. La luna se insinuó minutos antes. Una nube de luz marcó la punta del cerro que balcón sería para un plateado coqueteo, trampolín para una clara zambullida, plataforma para un nuevo vuelo. Un dorado filo apenas guiñó la cañada que la esperaba. Después fue el cambio del oro a la plata y de ahí al blanco nacarado. Con el velamen hinchado y remendado se lanzó hacia arriba. Navegando pasó la noche. Abajo esperaban el silencio y la nostalgia.
Diciembre, 1975, 1985, 1995. Siempre el mar abriéndose al Oriente. No llovía, pero el frío mojaba las ropas y el inquieto sueño de la duermevela de la asfixia lenta. El viejo Antonio confirmó de reojo que estaba despierto y me preguntó:
- ¿Qué soñaste?
- Nada -le dije mientras buscaba la pipa y el tabaco en la cartuchera.
- Malo entonces. Soñando se sueña y se conoce. Soñando se sabe -replicó el viejo Antonio mientras volvía a la lenta caricia de la lima sobre la lengua laminada de su machete.
- ¿Malo? ¿Por qué? -pregunté encendiendo ya la pipa.
El viejo Antonio detuvo su tallar y, después de comprobar el filo, dejó el machete a un lado. Con sus manos y labios empezó un cigarro y una historia.
La historia de los sueños
- La historia que te voy a contar no me la contó nadie. Bueno, me la contó mi abuelo pero él me advirtió que sólo la entendería cuando la soñara. Así que te cuento la historia que soñé y no la que me contó mi abuelo -el viejo Antonio estira sus piernas y se frota las rodillas cansadas. Suelta una lanzada de humo que opaca el reflejo de la luna en la acerada hoja que reposa sobre sus piernas, y continúa...
"En cada surco de piel que se nace en el rostro de los grandes abuelos se guardan y se viven los dioses nuestros. Es el tiempo de lejos que se llega hasta nosotros. Por el tiempo camina la razón de nuestros antepasados. En los viejos más viejos hablan los grandes dioses, nosotros escuchamos. Cuando las nubes se acuestan sobre la tierra, apenas agarradas con. sus manitas de los cerros, entonces se bajan los dioses primeros a jugar con los hombres y mujeres, cosas verdaderas les enseñan. Poco se muestran los dioses primeros, traen cara de noche y nube. Sueños son que soñamos para ser mejores.
"Por los sueños nos hablan y enseñan los dioses primeros. El hombre que no se sabe soñar muy solo se queda y esconde su ignorancia en el miedo. Para que pudiera hablar, para que pudiera saber y saberse, los primeros dioses enseñaron a los hombres y mujeres de maíz a soñar, y nahuales les dieron para que con ellos caminaran la vida.
"Los nahuales de los hombres y mujeres verdaderos son el jaguar, el águila y el coyote. El jaguar para pelear, el águila para volar los sueños, el coyote para pensar y no hacer caso del engaño del poderoso.
"En el mundo de los dioses primeros, los que formaron el mundo, todo es sueño. Es la tierra que vivimos y morimos un gran espejo del sueño en el que viven los dioses. Viven todos juntos los grandes dioses. Parejos están. No hay quiénes arriba y quién abajo. Es la injusticia que se hace gobierno la que descompone el mundo y pone a unos pocos arriba y a unos muchos abajo. No así en el mundo. El mundo verdadero, el gran espejo del sueño de los dioses primeros, los que nacieron el mundo, es muy grande y todos se caben parejos. No es como el mundo de ahorita que chiquito lo hacen para que los pocos se estén arriba y los muchos se estén abajo. El mundo de ahora no es cabal, no es un buen espejo que refleje el mundo de sueños donde viven los dioses primeros.
"Por eso los dioses regalaron a los hombres de maíz un espejo que se llama dignidad. En él los hombres se ven iguales y se hacen rebeldes si no son iguales. Así empezó la rebeldía de nuestros primeros abuelos, los que hoy se mueren en nosotros para que vivamos.
"El espejo de la dignidad sirve para derrotar a los demonios que reparten la oscuridad. Visto en el espejo, el señor de la oscuridad se ve reflejado como la nada que la forma. Como si fuera nada, en nada se deshace frente al espejo de la dignidad el señor de la oscuridad, el desparejador del mundo.
"Cuatro puntos pusieron los dioses para que el mundo se estuviera acostado. No porque cansado se estuviera, sino para que parejos se caminaran los hombres y mujeres, para que todos cupieran, para que nadie encima de otro se pusiera. Dos puntos pusieron los dioses para volar y estarse en tierra se pudiera. Un punto pusieron los dioses para que los hombres y mujeres verdaderos se estuvieran caminando. Siete son los puntos que dan sentido al mundo y trabajo a los hombres y mujeres verdaderos: el frente y el atrás, el uno y el otro costado, el arriba y el abajo, y el séptimo es el camino que soñamos, el destino de los hombres y mujeres de maíz, los verdaderos.
"Una luna en cada pecho regalaron los dioses a las mujeres madres, para que alimentaran de sueño a los hombres y mujeres nuevos. En ellos viene la historia y la memoria, sin ellos se come la muerte y el olvido. Tiene la tierra, nuestra madre grande, dos pechos para que los hombres y mujeres aprendan a soñar. Aprendiendo a soñar aprenden a hacerse grandes, a hacerse dignos, aprenden a luchar. Por eso cuando los hombres y mujeres verdaderos dicen ‘vamos a soñar’ dicen y se dicen ‘vamos a luchar’."
Se calló el viejo Antonio. Se calló o dormido me quedé. Sueño que sueño, sueño que sé, sueño que entiendo...
Arriba el seno de la luna regalaba leche en el camino de Santiago. La madrugada era reina y todo estaba por hacer, por soñar, por luchar.
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Silvio Rodríguez - Canción de navidad

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viernes, 23 de diciembre de 2011

Los 60 mil muertos

Jorge Camil
 
La semana pasada se terminó oficialmente la guerra de Irak. En forma callada enviaron las tropas a casa y abandonaron el país a la suerte de una democracia prendida con alfileres. La guerra, como se sabe, fue desatada por George W. Bush, presidente republicano, pero los demócratas que hoy ocupan la Casa Blanca se sintieron obligados a lavarle la cara al país. Declararon que valió la pena el sacrificio, y que se iban orgullosos de haber sustituido a un dictador con un gobierno democrático. Los iraquíes piensan diferente: Nos dejaron un país destrozado y sin esperanza. Se hizo el recuento de las bajas en los medios: 4 mil 500 soldados estadunidenses y 100 mil daños colaterales. Estos últimos no son como los nuestros. Son muertos con pedigrí. Tienen número de registro, nombre y apellido, fecha y causa de defunción; edad, oficio y lugar donde ocurrió la muerte. No se clasifican por montones, como los 26 de Guadalajara, los 35 de Boca del Río o los 70 de San Fernando. No se entierran en fosas comunes con los nombres genéricos de sicarios, o individuos con antecedentes, como dijo un ilustre gobernador.
En el quinto año de gobierno el Semanario Zeta fijó la cifra de nuestros muertos en 60 mil 420. Y como muchos son simplemente clasificados como sin datos, el gobierno federal no sabe quiénes son 46.38 por ciento de los muertos: http://bit.ly/rXrZIT. Son las cucarachas a las que se refirió Calderón en un desayuno con la Armada de México, usando un símil ofensivo (http://bit.ly/vMiUtS).
Aquéllos, los cien mil iraquíes, fueron clasificados por una ONG, Irak Body Count (http://bit.ly/mN4dd). Eran maestros, ingenieros, empresarios, empleados de gobierno, estudiantes, mecánicos, vendedores callejeros. Seres humanos como cualesquiera otros, sacrificados en busca de las armas de destrucción masiva inventadas por Bush y Dick Cheney para quedarse con las reservas petroleras de Irak.
Nuestros muertos, en cambio, sacrificados en aras de otra quimera presidencial (la erradicación del narcotráfico), aparecen burdamente clasificados en un ejecutómetro que lleva un conteo más deshumanizado: con mensaje, decapitados, torturados, hombres, mujeres. Pero nada más. No se identifican las víctimas ni se persiguen los delitos.
En los estados que cubrió el último reporte de Human Rights Watch (HRW) el organismo detectó fallas sistemáticas en las investigaciones, que han impedido que soldados y policías rindan cuentas. Y aunque la Procuraduría de Justicia Militar reconoció haber iniciado 3 mil 671 investigaciones por violaciones contra civiles, sólo condenó a 15 soldados: menos de 0.5 por ciento.
HRW considera que la práctica de descartar a las víctimas como delincuentes es consecuencia directa del doble discurso de Calderón. Por una parte predica que los derechos humanos son premisa central de su estrategia, y por la otra insiste públicamente que los abusos cometidos por militares no son ciertos, y que 90 por ciento de las víctimas son miembros de la delincuencia organizada. Ese doble discurso transmite a los funcionarios judiciales el mensaje de que las denuncias son infundadas, y por lo tanto no ameritan una investigación seria, e insinúa a las fuerzas de seguridad que sus abusos no serán cuestionados.
Pero como las prioridades son diferentes y los tiempos políticos son otros, hoy emerge Calderón como defensor a ultranza de los derechos humanos y crítico riguroso del Ejército. Anunció una nueva etapa en la lucha contra la delincuencia y siete acciones para ser más eficaces en la defensa de los derechos humanos (http://bit.ly/sa4H09). ¿Es un paso en la dirección correcta? ¿Fue el anuncio del regreso de los militares a los cuarteles? No. La nota de Claudia Herrera en La Jornada puso esas declaraciones en perspectiva: se dieron en el contexto de la pugna con el PRI por la supuesta intromisión del narcotráfico en los comicios, y dos semanas después de haber sido demandado en la Corte Penal Internacional. Ese es el verdadero Calderón. No el mandatario en campaña que supuestamente instruyó al gobierno a proteger a activistas, periodistas y candidatos; colaborar con la CNDH y acotar el fuero militar.
En 2008 Vincent Bugliosi, fiscal general de Los Ángeles, publicó un libro con los postulados que permitirían enjuiciar a Bush por las víctimas de Irak (The prosecution of George W. Bush for murder). Alegó que aquél, como comandante en jefe del ejército, era directamente responsable por enviar a las tropas a perseguir la mentira de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.
Y en el caso de México es muy probable que el fiscal de La Haya descarte de entrada los motivos para justificar la guerra de Calderón: sin contar con información precisa ni confiable sobre los verdaderos riesgos del narcotráfico en 2006, sin haber saneado el sistema de justicia ni los cuerpos policiacos, y sin que hoy importen la rendición de cuentas ni la identidad de las 60 mil víctimas. Es evidente que la extradición ocasional de un puñado de capos mediáticos no justifica la masacre de 60 mil mexicanos.

http://jorgecamil.com - http://facebook.com/jorgecamil1 - http://twitter.com/jorgecamil

 http://www.jornada.unam.mx/2011/12/23/opinion/023a2pol
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lunes, 19 de diciembre de 2011

La vida de Cesaria Évora (1941-2011)

Roberto Ponce

19 de diciembre de 2011

MÉXICO, D.F. (apro).- A los 70 años de edad, el 17 de diciembre falleció La Diva de los Pies Descalzos Cesaria Évora, cantante de “mornas” nacida en Mindelo, Cabo Verde, el 27 de agosto de 1941. La estrella africana murió en el hospital Bautista de Sousa de aquella ciudad de las islas caboverdianas, por insuficiencia respiratoria.
El pasado 23 de septiembre, Miss Perfumado (como también se le reconocía debido a su cuarta grabación, de 1992) había anunciado retirarse de los escenarios que recorrió, infatigable, a partir del éxito mundial disquero La Diva aux Pieds Nus (Lusafrica 1988). Cesaria visitó nuestro país para ofrecer un par de recitales nocturnos en el Salón 21 de Polanco, del promotor Miguel Nieto, durante el año 2000.
Reina absoluta de las “mornas”, aquellas tristes canciones típicas de su tierra africana tremendamente nostálgicas, ligadas al término mourning que en inglés significa “lamento” y repletas de saudade, Cesaria Évora supo como nadie interpretar además rítmicas “coladeiras”, sabrosos “batucos” o “fananá”, y también grabó boleros como “Bésame mucho”, de Consuelo Velázquez, y el vals “María Elena”, en español. Era la mujer más querida por su profundo sentimiento vocal sin par que conquistó públicos en todo el planeta.
Ofrecemos a continuación las vivencias de su humilde infancia, contadas por ella misma a la periodista francesa Véronique Mortaigne para la biografía Cesaria Évora, la voix du Cap- Vert (Actes Sud, Francia, 1997). Selección de textos y versión al castellano, Roberto Ponce.
* * *
Voz nacida para ser libre
Me llamo Cesaria Évora. Soy una mujer africana. ¿Qué es lo que me gustaría que contaran sobre mí? Más que nada, que siempre he querido ser libre y permanecer soltera, y que jamás he aceptado vivir con un hombre oficialmente.
Yo tuve tres hijos y mucha gente solía criticar que me guste echar tragos, que fume tabaco, por mis matrimonios o porque me divorcio. Pero si estando en un bar tomándome un whiskey yo descubría que algunos se ponían a murmurar sobre mí, inmediatamente le pedía otro vaso de licor al cantinero sólo que doble, para que esa gente metiche de veras tuviera motivos de abrir la boca. Sin embargo, yo jamás presto demasiada importancia a los criticones. Las personas buenas, en cambio, con dinero o sin dinero, negras o blancas, siempre han sido nobles amigas mías.
Hace poco me compré un terreno cerca del lugar donde vivía cuando era niñita. El gobierno deseaba alojarme en “La Casa del Artista” aunque eso era para el resto de mi vida y aquella casona me hubiera resultado demasiado pequeña para mi madre, mis hijos, mis nietos y para mí.
Mi familia era muy humilde, aunque nunca pasamos hambre gracias a la ayuda de mis hermanos pues habían emigrado, a que alquilamos un ala de la casa de mi abuela, y a una parcela de tierra que ella cultivaba en el Monte Verde.
Cuando mi abuela falleció le lloramos mucho, porque todos la adorábamos. Yo estaba muy pequeña, pero recuerdo bien a mi abuelo materno. Había llegado desde Santo Antao para visitar a mi mamá que vivía en San Vicente desde niña. Era un tipo guapo, de rostro oscuro, cabellos lacios, parecía indígena. Mi madre se iba al trabajo y él se quedaba para cuidarnos.
Yo aprendí que es la vida bastante pronto, si bien mi infancia fue muy feliz. Bajo las lluvias me divertía con mis amigas haciendo muñecos de barro, platitos, cualquier cosa. Después los poníamos a secar para jugar con ellos. Y si caía una tormenta, los niños recogíamos el agua de lluvia con cubetas que luego llevábamos a nuestras casas.
Dejábamos al cieno asentarse en el fondo y nos bebíamos el agua que en verdad sabía muy rica. Había orugas por doquier, nosotros las metíamos en una caja de cerillos y a los pocos días salía una mariposa. Por aquella época, la hierba crecía enorme y todo lucía su bello verdor.
La huerta de mi abuela tenía sandías, maíz y frijoles. A las mazorcas le separábamos los granos que dejábamos secando para almacenarlos, por si acaso venían tiempos duros. Cada vecino se llevaba su porción. Pienso que esta costumbre de compartir la heredé de mi abuela y también de mi mamá, quien cocinaba para las personas más necesitadas de la región.
Empero, las lluvias cesaron de presentarse con su frecuencia regular, y en ocasiones únicamente caía uno que otro aguacero; pero provocaba grandes daños a las tierras y en nuestra casa. Las sequías dispararon entonces el precio de los productos comestibles, luego bajó la afluencia de barcos en el puerto y por fin, las compañías inglesas de carbón se retiraron. Todo eso lo cuenta la letra de aquella “morna”: “Um vez sonsente era sabe” (“Alguna vez San Vicente fue maravillosa”).
Mi padre había muerto cuando yo tenía siete años de edad y mi mamá me envió a un orfanato, sitio para huérfanos dirigido por monjas. Mis otros hermanos se habían marchado y ella necesitaba irse a trabajar. Allí permanecí hasta tres años, sólo que ya no aguantaba aquel ambiente religioso. Las monjas nos enseñaban a coser, a bordar y a planchar, pero esa no era la vida que anhelaba para mí, por lo tanto supliqué a mi abuela me sacara pues le dije que no me trataban bien, vivía como si estuviese encarcelada. Entonces me llevaron a casa de una tal señora doña María Amelia, ella tenía una escuela donde en las mañanas estudiábamos y por las tardes cosíamos, allí cursé los dos primeros años de primaria.
Navidades dignas
Se decía que la Navidad era una fiesta sólo para los “blancos”, o sea, para la gente rica, más no para nosotros.
Nuestros papás no tenían dinero y a veces nos regalaban una pelota; pero las muñecas y demás juguetes para chicos no los veíamos ni en sueños. Nunca tuvimos ningún árbol navideño en nuestro hogar. Hoy ya tengo, aunque diminuto, sobre la mesita de estar.
Sin embargo, nuestra Navidad siempre fue muy digna; mi madre recibía canastas que le enviaban sus hermanos o amistades del extranjero. Esa noche navideña lográbamos contar con una cena abundante, pero los demás días dependíamos del favor de Dios. A mí se me acostumbró a conformarme con lo que hubiera.
Y siendo ya Cesaria Évora, la mujer africana de Cabo Verde que nació para cantar “mornas” y para ser libre, yo no he puesto un pie dentro de ciertos lugares aquí en Mindelo que de plano, no los conozco. Por ejemplo, los clubes para gente rica donde celebran la Nochebuena y el Año Nuevo con bailes. He oído hablar mucho de ellos. Y el zócalo de la plazuela mayor, la Plaza Nova, que para mí no significa gran cosa, porque no voy allí ni nunca quise ir, excepto cuando iba a escuchar allí a mi hermano tocar con la banda municipal.
O cuando iba al cine, que me encantaba. Yo identificaba y reconocía a los actores de cine, mis preferidos eran Stewart Granger y Tony Curtis. De las actrices, mis favoritas son Gina Lollobrigida y Elizabeth Taylor.
Pero nunca he sentido nada particular por meterme a esa plaza. En tiempos del colonialismo portugués, a mi gente se le prohibía el derecho a caminar descalza por ahí, y quien careciera de dinero para comprarse un par de zapatos era obligado a quedarse en la calzada, sólo quienes los llevaban puestos podían hacerlo. Por ello yo prefería ir a otros sitios. En fin, que nada tengo que ver con la Plaza Nova.
Amores tempranos
Siempre he amado la libertad. Mamá trabajaba, yo me la vivía en la calle. Mi hermano Chico y yo teníamos una contraseña que era “quick!” (“¡apúrate!”, en inglés) y cuando él decía eso yo ya sabía que no había moros en la costa y podía salirme a dar una vuelta.
La primera vez que sentí palpitar mi corazón por algún hombre fue por un comerciante rico de Mindelo, yo tenía solamente 14 años y nunca se lo dije a mamá, me gustaba porque era muy atractivo, y por su aroma; además, alguien tenía que iniciarme para entrar en aquellos senderos… Nadie se dio cuenta del romance, hasta la fecha él y yo continuamos siendo buenos amigos, a él le agrada bastante mi manera de cantar aunque cuando nos conocimos ni siquiera sospechaba que me encantaba interpretar “mornas”. Yo era una chiquilla tímida y retraída, no tenía amigas y cuando se es de esa edad, una cambia a cada rato y es muy voluble. Nuestra relación no duró.
Luego conocí a Eduardo, el músico que descubrió mi voz. Así comencé a cantar por ahí, iba de aquí para allá con ese novio que tocaba guitarra y componía. Eduardo emigró después y se casó, pero yo no le quise rogar. Hoy radica en Holanda, inclusive me acompañó en un concierto que ofrecí en Rotterdam hace algunos años. Cuando di a luz a mi primer hijo, Eduardo quiso reconocerlo; no lo acepté pues él no era el padre. De todos modos, le puse Eduardo al bebé, en honor suyo.
Supe lo que era la vida demasiado temprano, yo a los extranjeros les fascinaba y no era sólo por mi voz. He tenido tantos esposos que ya perdí la cuenta el número de ellos, si bien ninguno lo ha sido de manera oficial. Los papás de mis hijos jamás vivieron conmigo, de hecho siempre he vivido con mi madre, su casa es sagrada. El papá de Eduardo, mi primer hijo, se llamaba Benjamín, nos conocimos a bordo de un barco donde él trabajaba como mecánico en jefe. Yo cantaba ahí y me sentí atraída por él. Nos veíamos cada vez que él venía a Mindelo, pero nunca me puso casa. Cuando quedé embarazada, se fue. Era portugués. Nunca más dio señales de vida y por lo mismo, Eduardo jamás conoció a su padre. Lo cierto es que yo me sentí profundamente herida con el papá de Eduardo por no querer reconocerlo.
Dos hijas con futbolistas
Tuve bastantes pretendientes, pero no pensaba en el matrimonio. Yo soy así. Estaba con uno y enseguida le echaba el ojo a otro. Puede ser que no deseara yo creer en los hombres, ellos solamente me divierten.
Me gustaban muchos futbolistas por guapos, por famosos. Eran buenos partidos. Y nada tontos, se juntaban con ricos comerciantes. Anteriormente, asistía a los encuentros de futbol pero hoy no lo hago más y así es mejor, de otra forma quizá ya me habría ligado con alguno.
Los papás de dos de mis hijas eran futbolistas, la primera murió recién nacida; la segunda es Fernanda, vive aquí con sus dos hijos: el mayor que se llama Alison y la pequeña, Janet, quien fue reconocida por un señor quien en verdad no había sido el padre. Mi nieta tampoco podrá conocer quién fue su papá. En tales casos, los hijos juzgan después quién será su auténtico progenitor, el que los concibió o el que los alimentó y los cuidó.
Muchas mujeres en Cabo Verde se ven obligadas a criar solas a sus hijos, sea porque sus respectivos maridos se desentienden, ora porque se van fuera a ganar la plata. En ocasiones, ellas también emigran y dejan a los chamacos al cuidado de los abuelos. Hay hombres que olvidan a sus hijos aún ganando suficiente plata como para enviarla y mantenerlos. En Cabo Verde, las mujeres tienen que rascarse con sus propias uñas.
El padre de mi segunda hija vivía en Mindelo, pero ni siquiera movió un dedo por ella. Yo lo amaba con ganas, estaba perdidamente enamorada de él. Un día, viajó desde Portugal una persona para verlo y como era un jugador excelente, lo contrató para un equipo de allá. En un principio, me enviaba algo de dinero que yo recogía en casa de una tía suya.
Pero un día, de la noche a la mañana desapareció. No obstante, creo que he corrido con suerte debido a que mi madre y mi hermana me han ayudado a educar a mis hijos con dignidad.
Sin castillos en el aire
A pesar de que mi abuela murió hace más de 30 años, la extraño con harta frecuencia. Tuve a Eduardo a los 18 y ella llegó a conocerlo. Murió de la emoción.
Un día, tiró el agua en la vía pública y un policía que pasaba por allí la vio, la detuvo, la condujo de la calle a la comisaría y para dejarla salir la abuela debió pagar una multa. Mi abuela jamás consiguió superar aquella humillación. Se puso enferma y al poco tiempo, la enterramos. Así nomás.
Yo nací para cantar, me atraparon las “mornas”, “las “coladeiras”, los “fananá”. He cantado en todas las islas de Cabo Verde, todas las adoro. Una vez, en Santo Antao, creí que el transporte donde viajábamos se iba a desbarrancar. La carretera se halla casi encaramada en todo lo alto y por ambos lados se extiende el precipicio, el vacío; parece que una estuviera entre nubes.
Sólo que yo no soy una mujer que se anda entre las ramas, menos entre las nubes. Yo hago lo que se me dé mi regalada gana. Algo que me gustaría hacer en verdad, eso sería poblar la desierta isla de Santa Luzia. Así tan solita como está, la isla debe andar muriendo de puro aburrimiento.
(Existe una versión al castellano de la biografía de Véronique Mortaigne publicada bajo el título Cesaria Évora, la voz de Cabo Verde en CIRCE Ediciones, trad. Juan Albeleira, Barcelona, 1998. 236 páginas.)

http://www.proceso.com.mx/?p=291978
Publicado por Vatik en 20:23 No hay comentarios:

sábado, 17 de diciembre de 2011

Fallecio doña Cesaria



La cantante Cesaria Évora, conocida como “La diva de los pies desnudos” por salir al escenario sin zapatos para denunciar la pobreza de su país, falleció hoy en un hospital de la isla de San Vicente, al norte del archipiélago de Cabo Verde, anunció el ministro de Cultura de ese país, Mario Lúcio Sousa.
Publicado por Vatik en 21:28 No hay comentarios:

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Enseñanza

Publicado por Vatik en 21:17 No hay comentarios:

El Movimiento por la Paz en el punto de mira de las balas

El Movimiento por la Paz en el punto de mira de las balas

Majo Siscar
Periodismo Humano

En las últimas dos semanas, han asesinado a dos integrantes del Movimiento por la Paz, que incluso se habían sentado a dialogar con Calderón

Don Trino, asesinado (+† 7 de diciembre de 2011)
Nepomuceno Moreno, asesinado (+ † 28 de noviembre de 2011)
Pedro Leyva, asesinado (+ † 6 de octubre de 2011)
Eva Alarcón, secuestrada (6 de diciembre de 2011)
Marcial Bautista, secuestrado (6 de diciembre de 2011)
Norma Andrade, tiroteada (2 de diciembre de 2011)
Son solo algunos de los activistas represaliados en las últimas semanas en un país donde cada día mueren una treintena de personas a mano del crimen organizado. Pero estos seis eran defensores de derechos humanos y habían participado de alguna manera en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD). Seis agresiones terribles escupidas en la cara de la primera organización que ha convocado una movilización nacional de víctimas de la violencia en México.
“Hay un exterminio selectivo del activismo social”, espeta Pietro Ameglio, uno de los ideólogos del Movimiento por la Paz. “Pedro Leyva, Nepomuceno, Trino, Marcial Bautista en Guerrero, son gente extraordinaria, gente de paz, gente que no se está lucrando ni sacando un provecho personal, sino que está realmente trabajando para que la comunidad y mucha gente tenga dignidad y una vida justa”, continúa. No son los primeros activistas asesinados. La persecución a la protesta social ha sido una denuncia constante detrás de muchas agresiones atribuidas al narcotráfico. La Comisión Nacional de Derechos Humanos, única institución estatal que tiene algún registro de estas agresiones, presentó este año su Informe Especial sobre la Situación de las y los Defensores de Derechos Humanos en México, en el que documenta 27 asesinatos de activistas y la detención ilegal de 60 entre 2005 y 2010. Y tienen 523 expedientes de queja relacionados con ataques a defensores humanitarios, con un aumento sostenido a partir de 2007. Sin embargo, entre ese año y 2010, el número de agresiones se duplicó.
Desde la Red Global por la Paz en México, responden con otra amenaza: “Por cada voz que callan para siempre, verán nacer decenas más que ya nunca se quedarán calladas”. Recordemos algunos de estas voces que callaron, para que puedan resonar.
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Publicado por Vatik en 20:51 No hay comentarios:

martes, 13 de diciembre de 2011

Dijo Dante

"Los lugares más calientes del infierno están reservados para aquéllos que, en tiempos de grandes crisis morales, mantienen su neutralidad."

 Dante Alighieri (1265-1321), Poeta italiano
Publicado por Vatik en 23:11 No hay comentarios:

Dijo Samuel:

Mucha gente no puede ni emanciparse, es decir, no puede ni darse cuenta de la esclavitud en que le mantiene las ideas en medio de las cuales se ha educado 
(Samuel Butler, 1612-1680. Poeta inglés).
Publicado por Vatik en 22:52 No hay comentarios:

¿Adónde irán nuestros normalistas? Ayotzinapa, Guerrero.

¿Adónde irán nuestros normalistas? Ayotzinapa, Guerrero.

 

 de EZLN, el Martes, 13 de diciembre de 2011

 Abraham A Rasgado González

Recuerdo que cuando estaban reprimiendo la huelga de 1999-2000, que lideraba el Consejo General de Huelga de la Universidad Nacional Autónoma de México, al mismo tiempo, estaban atacando a la Escuela Normal “Luis Villarreal” de El Mexe, Hidalgo.
Recuerdo a los estudiantes de la UNAM tratados como delincuentes por llevar a cabo una de las luchas más importantes que se hayan dado a favor de la educación pública en nuestro país. Recuerdo a estudiantes y padres de familia de El Mexe, enfurecidos, enfrentarse a los policías que habían sido enviados para reprimirlos. Lo recuerdo. Y también recuerdo la embestida que, en 2003, se perpetró contra la Normal Rural de Mactumatczá, Chiapas. La finalidad era cerrarlas. Y las dos terminaron por ser transformadas en algo muy ajeno al proyecto de educación para el que fueron creadas.
Después, comenzaron a surgirme las preguntas. ¿Qué eran esas normales rurales?, ¿por qué tanto ensañamiento contra ellas?
Todos conocemos la versión que se maneja sobre el impulso que dio Lázaro Cárdenas del Río al tipo de educación socialista en México. Una educación para formar a jóvenes hijos del campo, hijos de la pobreza y la ruralidad, que regresarían a sus comunidades a participar en su desarrollo (enseñar a leer y a escribir, y a demás, mejorar las técnicas agrícolas).
Es cierto, este modelo educativo surgió de los fervores de la Revolución Mexicana. De un anhelo de justicia social para el campo, para los hijos de los campesinos. José Vasconcelos, primer titular de la Secretaría de Educación Pública (1921), da un fuerte impulso al crear las escuelas centrales agrícolas. En 1922, se crea la primera Escuela Normal Regional, en Tacámbaro, Michoacán. En 1926 toman el nombre con el que se les conocerá hasta hoy: normales rurales.
El 1968 ya existían 29 de ellas, cuando se desata la revolución estudiantil de ese emblemático año. En 1969, Gustavo Díaz Ordaz, decide cerrar quince. Alegó públicamente falta de presupuesto. En realidad, pensaba, las normales rurales se habían vuelto “nido de comunistas”, “cuna de guerrilleros”.
Ante la fragilidad política, el tiranía gobernante.
Las escuelas normales rurales se han convertido en la conciencia crítica de este país: juventud, ideales, formación política, contactos con la lacerante realidad; todo ello hace que los estudiantes y egresados de estas escuelas, tomen bandera a favor de los que abajo esperan siempre. De los que se han cansado de padecer la historia.
Así, las normales rurales de México, albergan en su seno a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, la FECSM, una organización semi-clandestina (ya que, como se dice, sus carteras son conocidas, pero los nombres de quienes las ocupan se guardan celosamente), la más antigua agrupación estudiantil, fundada el 18 de junio de 1935 en la Escuela Normal Regional Campesina de Roque, Guanajuato, debido a numerosas expulsiones y desapariciones de alumnos de diversas escuelas. Esta federación “democrática, combativa y revolucionaria”, de doctrina marxista-leninista, es la columna vertebral de la organización estudiantil de las normales rurales.
Desde sus primeras huelgas en 1940, se los empezó a tildar de comunistas (como una forma de descalificarlos). Pero desde ese entonces hasta hoy, sus demandas siempre han sido las mismas: un manejo honesto del presupuesto asignado a sus centros educativos, mejoras en las condiciones de estudio en los internados (porque funcionan como internados, que, como dice mi gran maestro, egresado normalista rural, el profesor y abogado Raciel Garrido Maldonado, es un sistema que en verdad brinda la mejor oportunidad de estudio a los muchachos, ya que su techo y su comida, por lo menos, están garantizados, y su única ocupación será estudiar), en las aulas, reparación de las escuelas, dotación de equipo, y hoy en día, se han agregado el aumento o por lo menos el mantenimiento de la matrícula, y el otorgamiento de plazas a los maestros titulados, a las cuales tienen derecho.
Y por eso se ensañan con ellos.
Porque su voz, porque su mirada, porque su proclama, porque sus rostros, desnudan de una vez y para siempre a los que hambrean a un país ya de por sí golpeado. Porque sus conciencias descubren el verdadero semblante de quienes lucran con la miseria de México. Porque no pueden dialogar con ellos. Porque las “razones” de ellos, de los que siempre mienten, se pierden, se desvanecen en el aire apenas pronunciadas. Y por eso su lenguaje es una bala que cegará una vida. Joven vida.
Hoy, a través de las redes sociales, como un golpe, me llegó una fotografía de un muchacho estudiante de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero, que yacía sobre el asfalto, ensangrentado, inerte. Cobardemente asesinado por un policía que fue instruido para darle la lección de su vida a estos muchachos. Y lo logró: mató no sólo a uno, sino a dos y a tres. ¿Qué se hace?, ¿qué se dice ante eso? ¿Basta sólo con escribir un artículo “urgente”?, ¿basta sólo con nombrar mi indignación?
No basta, pero es necesario.

En estos días, he estado leyendo un excelente libro de una periodista mexicana, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, Laura Castellanos. El libro se llama México armado: 1943-1981. Una historia profundamente documentada y bien narrada de los movimientos armados en nuestro país: desde los jaramillistas hasta la formación de las Fuerzas de Liberación Nacional. Y leía la forma en que dos egresados de la normal de Ayotzinapa, Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, resolvieron, después de luchar por donde dicen las buenas conciencias que hay que luchar primero, “irse al monte”.
            Dos matanzas precipitaron su decisión. Genaro, en 1962, al participar en una protesta poselectoral en Iguala, Guerrero, intentaron detenerlo y el pueblo al que acompañaba cubrió su retirada: ocho muertos. Lucio, por la matanza de Atoyac en 1967, en la cual mueren cinco personas, y que da origen al emblemático Partido de los Pobres y a su brazo armado, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento. (Un suceso magistralmente contado también por Carlos Montemayor en su inmortal Guerra en el paraíso.)
            No es que a los estudiantes se les instruya, se les forme, para ser guerrilleros, para volverse subversivos. A los estudiantes normalistas se les educa con un sentido crítico implacable; luego, vuelven a la tremenda realidad a confrontarse con las miserias de un sistema que niega todo a todos. Alzan la voz. Contestan a sangre y fuego desde el poder. ¿Qué salida les queda?, ¿adónde dirigir sus afanes?
Hoy tres vidas han sido cegadas por un Estado que ha naufragado y que sólo se dedica a vengar su derrota. Indefensos, los estudiantes, con sus cuerpos como escudos, reciben esa impotencia, esa ineficacia, esa ineptitud convertida en violencia.
            Allí está la foto, mirándonos a la cara, esperando qué vamos a decir, y más, qué vamos a hacer por ellos. La imagen sigue desgarrando el alma. Un proyecto de nación, un proyecto educativo, queriendo ser callado con más sangre y con más fuego. Es como ver los sueños de nuestros abuelos tirados en ese asfalto ensangrentado. Es como ver el sueño de mi madre depreciado, ninguneado, convertido en nada. De nada sirvió esa historia, nos dicen. ¿La función debe continuar?
Que no nos extrañe que de las normales huyan estudiantes y en la selva los pasos dejen huellas de más jóvenes desilusionados y esperanzados en un mejor mañana.

República Zapoteca de Tehuantepec, diciembre 13 de 2011, 0322.
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