martes, 6 de septiembre de 2011

Cuento de Sombra y Luna


Eso dicen que allá paso, así lo cuentan los que son más mayores, dicen que ellos tampoco lo vieron cuando aquello paso, no se sabe ya cuando mero, pero ya tiene sus años, tantos que ya casi naiden se acuerda, solo los más tatas dicen que les contaron que así fue.

Sombra se llamaba el canijo, así lo habían puesto sus padres, porque salió muy prieto. Así lo conocían por su rumbo, pero ya naiden sabe de qué rumbo era ese, de dónde él era. Sombra creció poquito, era muchacho flaco y prieto, no conoció mujer cuando ya todos los de su edad se habían juntado. Sombra era pues como hombre triste, siempre mirando cualquier cosa, dicen que el veía cosas que los demás no, a saber si es cierto pero así lo cuentan. Sombra quedaba mirando los pájaros, las plantas, los caminos, la hojarasca, las hormigas, todo para Sombra era lindo, eso pensaban las gentes que lo conocían, porque quedaba así, como menso, mirando. Fuera de día o de noche quedaba mirando cosas. Está loco, decían unos también.

Un día, no, una noche, Luna vio a Sombra, Sombra miro a Luna. Sombra quedó mirando como miraba todas las cosas, largo rato quedó. Así nomás, el cuello estirado pa'trás. En aquellos tiempos Luna salía todas las noches, se miraba redonda siempre, alumbrando el camino, se metía su luz entre las rendijas de las casas, todas las noches eran alumbradas.

-¿Qué me estas mirando hombre? Pregunto Luna a Sombra.
Nada, nomás te miro. Dijo Sombra.
No puedes mirar tanto a una mujer así nomás y decirle que no ves nada.
La mera verdad es que me gusta esa luz que te sale de todos lados, eres luz bonita, eres luz buena. Le dijo Sombra quien estaba sentado en una piedra, abrazando sus rodillas y mirándola como quien mira el cielo y recuerda cosas hermosas.

Luna quedó callada, no supo que decir, se puso coloradita pero no dejó de dar su luz. Luna miró a Sombra que la seguía mirando. Luna se vio en los ojos de Sombra, allí se miró tal como era, como sólo se había visto en el mar, pero en Sombra era más clara, más de verdad, mejor se miraba en los ojos de Sombra y como le gustó lo que Sombra le dijo, se enamoró de Sombra.

Luna pensó por un momento que también se podía mirar en el mar, entonces, por qué se sentía así al mirarse en los ojos de ese muchacho, entonces recordó que el Mar nunca le había dicho nada y Luna siempre se miró moviéndose y distorsionada. Seguro por eso no se enamoró de él, ¿a saber?

Salió su hermano Sol y correteó a Luna a su casa.

-Vete. Le dijo. -Me estorbas en mi trabajo, nomás andas paseando, anda ve a la casa y no salgas en el día, dijo Sol.

Sombra se quedó en el día, mirando las cosas, pero pensando en Luna, el también le había agarrado cariño a ella o a su luz, naiden sabe bien. Espero a Luna así todas las noches, Luna siempre salía, siempre nomás mirándose, Sombra a Luz de Luna, Luna en ojos de Sombra, todas las noches. Una de esas tantas noches Luna le dijo a Sombra.

-Yo quiero estar contigo Sombra, como se está con un hombre, quiero estar junto a ti solos, sin que nos mire nadie y poder sentir cómo eres, ya no quiero nomás mirarte.

Sombra le contesto.

-Así me siento igual. Pero si tu estas lejos, allá arriba, en el cielo brillando, nunca te alcanzaría porque yo soy solo un hombre, soy solo Sombra y nunca podría estar junto de Luna como eres tú, mujer.

-No serás más hombre, yo seré tu mujer, pero tú solo serás Sombra, ya nunca hombre, ya no miraras otras cosas, solo Sombra serás y yo seré tu mujer Luna.

Sombra aceptó, como así pasa entre un hombre y una mujer que se quieren. Pero Sombra no se dejó tan fácil de ser como él le gustaba y cuando el sol corretea a su hermana, él se sale a divisar las cosas desde abajo, quedito siempre, nomás mirando todo. Y Sombra es en la noche con Luna, pero cada ciertas noches Luna lo va extrañando a Sombra y el va extrañando a Luna, su amor. Luna se va haciendo chiquita hasta que no sale, y nadie la ve, dicen que es porque se junta con Sombra que se va haciendo grande.

Por eso hay noches sin sombra, sin luna, porque andan juntos en el monte como hombre y mujer que están enamorados, andan sin que nadie los vea. Andan acompañados.

Pablo M.

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