El Fardo de nuestra esperanza - Mahmud Darwix
Es un placer y un honor para mí darles la bienvenida a esta tierra
en esta primavera sangrienta, una tierra que suspira por su antiguo
nombre: Tierra del Amor y de la Paz.
La valiente visita de
ustedes en el transcurso de este cerco monstruoso constituye en sí misma
una forma de romper ese cerco. Su presencia aquí hace que ya no nos
sintamos aislados. A través de ustedes, nos damos cuenta de que la
conciencia del mundo, que con tanto honor ustedes representan, sigue
viva, de que es capaz de protestar y ponerse del lado de la justicia.
Nos han confirmado que todavía tienen un valioso papel que jugar en la
batalla por la libertad y la lucha contra el racismo.
Sé que
los Maestros de la palabra no necesitan ejercicios retóricos ante la
elocuencia de la sangre. Así pues, nuestras palabras serán tan simples
como nuestros derechos: hemos nacido en esta tierra, venimos de ella. No
conocemos otra madre, ni más lengua materna que la suya propia. Cuando
nos dimos cuenta de que ésta es una tierra con demasiada historia y
demasiados profetas, comprendimos que el pluralismo es un espacio en el
que todo cabe, y no una celda; entendimos que nadie tiene el monopolio
sobre la tierra, sobre dios, o sobre la memoria. Sabemos también que la
Historia no es ni justa, ni elegante. Pero nuestra tarea en cuanto que
seres humanos consiste en humanizar la Historia, puesto que somos,
simultáneamente, sus víctimas y su creación.
Nada es tan
evidente como la verdad y el derecho palestinos: este es nuestro país;
este pequeño trozo de tierra es parte de nuestra real y en absoluto
mítica Patria. Aunque cuente con todos los títulos de derecho divino que
quiera atribuirse para sí, la ocupación es una ocupación extranjera:
dios no es una propiedad particular.
Hemos aceptado las
soluciones políticas basadas en el principio de compartir nuestras vidas
sobre esta tierra dentro del marco de dos Estados para dos pueblos.
Simplemente, exigimos nuestro derecho a vivir con normalidad, dentro de
un Estado independiente en el territorio ocupado desde 1967 (incluyendo
Jerusalén Este); exigimos una solución justa al problema de los
refugiados y la desaparición de los asentamientos coloniales. Éste es el
único camino hacia la paz que pondrá fin a este círculo vicioso de
violencia.
Nuestra situación actual es más que evidente: no
se trata de una lucha entre dos formas de existir, tal y como le gusta
decir al gobierno israelí (o ellos, o nosotros). Se trata de acabar con
la ocupación.
La resistencia frente a la ocupación no es
solamente un derecho. Es una obligación nacional y humana que nos
transforma, llevándonos de nuestra condición de esclavos a un estado de
libertad. El camino más corto que puede poner fin a los desastres que
están por venir y conducirnos a la paz pasa por liberar a los palestinos
de la ocupación, y liberar a la sociedad israelí de la ilusión de que
puede controlar a otro pueblo.
La ocupación no se conforma
con privarnos de las más elementales condiciones de libertad. Al
declarar una guerra constante contra nuestros cuerpos y nuestros sueños,
contra nuestra gente y nuestros árboles, y mediante la práctica de
crímenes de guerra, nos priva también de las bases más esenciales que
nos permitan vivir dignamente como seres humanos. La ocupación no nos
promete más que un sistema de apartheid y la derrota del alma frente a
la espada.
Sufrimos, sin embargo, una enfermedad incurable:
la esperanza. La esperanza que tenemos puesta en la liberación y la
independencia. La esperanza de llevar una vida normal en la que no
seamos ni héroes ni víctimas, de que nuestros hijos puedan ir seguros a
la escuela. La esperanza de que una mujer embarazada pueda dar a luz a
un bebé con vida, en un hospital, y no a una criatura muerta frente a un
puesto de control del Ejército. La esperanza de que nuestros poetas
puedan ver la belleza del rojo en una rosa, y no en la sangre. La
esperanza de que esta tierra recupere su nombre primigenio: la tierra
del Amor y la Paz. Gracias por ayudarnos a cargar con el fardo de
nuestra esperanza.
Mahmud Darwix
BIBLIOGRAFÍA
Palabras del poeta
palestino Mahmud Darwix ante una delegación del Parlamento Internacional
de Escritores. Ramallah, 24 marzo 2002.
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