martes, 31 de enero de 2012

viernes, 27 de enero de 2012

La elección

    El león falleció ¡triste desgracia!
    Y van, con la más pura democracia,
    A nombrar nuevo rey los animales.
    Las propagandas hubo electorales,
    Prometieron la mar los oradores,
    y… aquí tenéis algunos electores:

Aunque parézcales a Ustedes bobo
Las ovejas votaron por el lobo;
Como son unos Buenos corazones
Por el gato votaron los ratones;
A pesar de su fama de ladinas
Por la zorra votaron las gallinas;
La paloma inocente,
Inocente votó por la serpiente;
Las moscas, nada hurañas,
querían que reinaran las arañas;
El sapo ansía, y la rana sueña
Con el feliz reinar de la cigüeña;
Con un gusano topó
Que a votar se encamina por el topo;
El topo no se queja,
más da su voto por la comadreja;
Los peces, que sucumben por su boca,
Eligieron gustosos a la foca;
El caballo y el perro, no os asombre,
Votaron por el hombre;
Y con dolor profundo
Por no poder encaminarse al trote,
arrastrábase un asno moribundo
A dar su voto por el zopilote.
Caro lector que inconsecuencias notas,
Dime: ¿no haces lo mismo cuando votas?

Poema anónimo publicado en El cronista del Valle, de Bronsville, Texas, el 26 de Mayo de 1926.  La hipótesis del escritor Antonio Saborit, es que el poema fue escrito por Guillermo Aguirre y Fierro, (Autor del brindis del bohemio).

martes, 24 de enero de 2012

La memoria

Cuentan los viejos más viejos de los nuestros, que los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, repartieron la memoria entre los hombres y mujeres que caminaban el mundo. Buena es la memoria -dijeron y se dijeron los más grandes dioses- porque ella es el espejo que ayuda a entender el presente y que promete el futuro.

Con una jícara hicieron los más primeros dioses la medida para repartir la memoria y fueron pasando todos los hombres y mujeres a recibir su medida de memoria. Pero resulta que unos hombres y mujeres eran más grandes que otros y entonces la medida de memoria no se veía igual en todos. Los más pequeños la brillaban más plena y en los más grandes se opacaba. Por eso dicen que la memoria es más grande y fuerte en los pequeños y es más difícil de encontrar en los poderosos. Por eso dicen también que los hombres y mujeres se van haciendo cada vez más pequeños cuando envejecen. Dicen que es para que más brille la memoria. Dicen que ese es el trabajo de los más viejos de los viejos: hacer grande la memoria.

Y dicen también que la dignidad no es más que la memoria que vive. Dicen.

Vale. Salud y que la memoria cumpla su cometido, es decir, haga justicia.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

Sin él no somos


Hubo consenso y se decidió que viniera
el maíz morado, el maíz amarillo,
el maíz rojo y el maíz blanco, y de esto se hicieron
nuestros huesos, nuestra sangre, nuestra carne.
Popol Vuh



El maíz es nuestra sangre, nuestra carne,
nuestra madre, nuestro hijo,
es el que habla, ríe, se pone de pie y camina.
Poema náhuatl

lunes, 23 de enero de 2012

Por cierto...

...y Guantanamo cuándo querido fbi?

El derecho de ser indígena

Hermann Bellinghausen

Otra vez los indios. Y nuevamente con aire de tragedia, que es por lo visto lo que le espolea los sentimientos a la sociedad mayoritaria mexicana, a pesar de lo abrumada que la tiene hoy la odiosa guerra del presidente y sus subordinados contra el extremadamente bien organizado crimen organizado. Es un alivio ver que todavía reaccionamos ante el dolor ajeno. Pero damos señales preocupantes de que la sociedad mayoritaria no ha aprendido la lección. La presunta o real hambruna en comunidades rarámuri de la Tarahumara (no peor que en años anteriores, pero ahora resulta que nos enteramos) ha despertado sentimientos humanitarios, así como tácitos sentimientos de culpa (justificada, sin duda) de nuestra sociedad dominante (que no única, aunque sí fatalmente subdividida en clases, donde los indios serían la última).

No hemos aprendido que los pueblos indios son otra cosa y lo seguirán siendo. Ni clase, ni casta. Troncos y ramas, maltratados pero vivos, de una civilización que no es la nuestra, y que nos la pasamos cosificando y negando con estadísticas desesperadamente mentirosas o arrebatos de lástima. En el fondo, les tenemos miedo. Lo tuvieron los caxlanes en Chiapas mucho antes del levantamiento zapatista. Lo tienen hoy los chihuahuenses urbanos que quieren ver a los "tarahumaras" como meros indigentes. Nuestro inconsciente (la mala conciencia) sabe que esos indios son príncipes en una dimensión de dignidad que nuestra sociedad desconoce.

Antonin Artaud, Fernando Benítez, Carlos Montemayor y El Ronco Robles, S. J., deben estarse revolcando en la tumba ante el espectacular Teletón de todos contra todos en que se han convertido las desventuras del pueblo rarámuri, cuya intensidad espiritual y vital deslumbra a quienes han tenido el privilegio de intuirla. No nuestros políticos, ciertamente. Repitiendo el invariable guión de la doctrina del poder, el secretario de Economía, Bruno Ferrari, lo expresa bien. Es cosa de proporcionarles oportunidades para que salgan del atraso. Lo dicho: no hemos entendido nada. Y si hubo un poco, se nos olvidó.

Los pueblos indios no necesitan oportunidades; tienen y demandan derechos. Primero, los elementales de todo mexicano. Y luego los específicos de su ser pueblos originarios, con lenguas, territorios y estructuras colectivas y comunitarias de organización. Justamente lo contrario del funcionamiento social bajo el capitalismo; éste creció convencido de que la Tierra pertenece a cada generación presente, que puede disponer de ella como sea, conquistarla, transformarla, exprimirla, arrasarla. La creencia devino fanática y a todas luces suicida (una más de sus múltiples similitudes con el fascismo). Para la civilización indígena, la Tierra no es pertenencia, sino don. Y una responsabilidad ante los nietos que vendrán. En esto los pueblos no fueron reducidos. Tan es así que de ahí nacen sus resistencias, y nos resultan incomprensibles. Qué, ¿no quieren vivir mejor? Pues no. Sólo quieren vivir bien, y su idea del buen vivir no es la nuestra, señor Ferrari.

Admitámoslo, más que lástima o miedo, los pueblos indios nos dan envidia. No contentos con lo que tenemos, mucho de lo cual se lo hemos quitado a ellos, queremos lo suyo: tierras, aguas, selvas, playas, desiertos. Queremos extraerle plusvalía, aprovecharlo bien, no como ellos, tan atrasados y faltos de visión que no ven el potencial: minerales, centros turísticos, grandes plantaciones de palma africana y maíz transgénico, autopistas, hidroeléctricas. Puro progreso.

Tras décadas de exprimir nuestro mexicano cuerno de la abundancia, descubrimos que la única cornucopia que queda se encuentra en manos de la indiada: los mejores paisajes, la naturaleza en estado natural (¡qué cosa!), las relaciones armónicas con el medio ambiente, los ríos verdaderos, los bosques, las cuevas. Démosles entonces oportunidades: ser cuidacoches y recamareras en sus tierras, o migrantes, mendigos, fantasmas atrapados en suburbios, maquiladoras y ciudades rurales. Robémosles una vez más sus derechos. Con violencia, con la ley (nuestra) en la mano. El resto es filantropía.

Ernesto Zedillo, el genocida de cuello blanco, fiel a su naturaleza, traicionó los acuerdos firmados en San Andrés. Hubieran sentado un precedente, el único posible, contra la avalancha de reformas estructurales que desde 1989 han sepultado en la legislación mexicana cualquier vocación social que irrite a los mercados. Pero los pueblos se otorgan hoy los derechos que les negamos. Y eso es nuevo, único otra vez. Se gobiernan, son guardianes de sí mismos y de la Tierra. O sea, no agarran la onda.

Preguntemos a esos tarahumaritas que tanto nos duelen qué se fizieron sus bosques, montañas, manantiales, barrancas. Producen toneladas de madera (y mariguana). Les robamos los paisajes y el oro. Y nos sorprende su hambre. Las oportunidades son en realidad para los chabochi, que necesitamos borrarlos para medrar allí sin llenadera.

sábado, 21 de enero de 2012

AYOTZINAPA, ¿Qué país es éste Guadalupe?

Un estudiante pregunta: ¿Qué país es éste Guadalupe? Y tú contestas que este país no merece el nombre de país sino de tumba, féretro o sepultura, que en este país hoy se privilegia más que nunca a la carroña y a los poderosos, y que en este país hay una escuela para preparar maestros rurales, llamada Normal Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa Guerrero, y que además hay otras muchas de corte similar, fundadas desde principios del siglo XX, y que todas están impregnadas del delicado aroma de la tierra. Pero hoy todas ellas, hermanadas en la lucha, duermen sobre la misma almohada de la pobreza, con todo y que el hipócrita gobernador perredista asegura que la educación es asunto prioritario en su gobierno.

Fieles al evangelio de los "puros"
sacrifican una paloma blanca
en los dorsales del pueblo moribundo,
incendiando la hojarasca seca
de su verbo nauseabundo.

A expensas del pueblo atribulado
devotos traficantes de promesas,
engañan al obrero, al aliado,
al amigo, de ellos todos presas
sentados en sus mesas
se enriquecen con desdoro
en prósperas empresas.

Aves del mal, que vuelan sin decoro
con su alas regidas por el oro
llegará el día, así como si nada,
¡que se vayan todos a la Chingada!


jueves, 19 de enero de 2012

Dice Eduardo

Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida.

miércoles, 18 de enero de 2012

Democracia de alto riesgo

Artículo de opinión del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan publicado en el periódico El Sur el 16 de Enero de 2012.

Las imágenes de cuatro soldados de Estados Unidos que se orinaban sobre tres cuerpos que yacían muertos en Afganistán, nos muestran el tamaño del desprecio que tienen por la vida los gobiernos y sus ejércitos que le hacen la guerra a naciones y pueblos que no se alinean a sus intereses políticos y económicos. El gobierno estadunidense que se asume como el campeón de la democracia resulta que se mea y se carcajea de sus enemigos, después de haberlos abatido. No sólo se conforman con matarlos, sino que se especializan en ejercer prácticas denigrantes, para dar lecciones al mundo del precio que tienen que pagar quienes se atreven a desafiarlos. La operación encubierta Rápido y furioso realizada por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) puso en evidencia la estrategia bélica de seguir apelando a las armas como el único recurso para supuestamente combatir a los cárteles. Los resultados han sido desastrosos y aberrantes por su desenlace fatal. Paradójicamente, estas armas fueron utilizadas para privar de la vida a sus conciudadanos. Lo más increíble fue la posición de las autoridades, quienes se mostraron desconcertadas porque supuestamente desconocían esta operación. Como siempre sucede con las acciones ilegales y abusivas de los agentes del Estado, fingieron ignorancia. Sin ningún rubor se presentaron ante los medios de comunicación para decir que desconocían los hechos, sin embargo, asumieron la pose de sumos sacerdotes de la democracia al comprometerse a investigar  y castigar a los responsables, añadiéndole el ¡caiga quien caiga! Para nadie es un secreto que los grandes negocios de las elites económicas, en estos tiempos del libre mercado, son las drogas, la venta de armas, la trata de personas, el tráfico de  órganos, entre otros, los cuales forman parte de la economía criminal subterránea que trastoca de diferente manera a las estructuras gubernamentales.

No es casual que los grandes capos sean ahora personas con mucho poder, porque se han sabido incrustar  en el mundo de las finanzas globales al grado que compiten con los barones más ricos del mundo. La prosperidad de muchas empresas se debe al lavado de dinero y a los paraísos fiscales que protegen las ganancias mal habidas y que cuentan con la complicidad y la manga ancha de los gobernantes, quiene resultan ser los principales beneficiarios de este sistema financiero criminal.

Ante su incapacidad para revertir la alta criminalidad y la imparable descomposición social, de los políticos optan por construir una imagen falsa de nuestro país y se obstinan en imponer una estrategia guerrerista. Le apuestan a una lucha mediática para ganar audiencia e imagen. Aparecen en las cámaras de televisión con el maquillaje de la hipocresía para reiterarnos en todo momento que nunca permitirán que las fuerzas oscuras vulneren a las instituciones y atenten contra el Estado de derecho. Con sus trajes impecables y con una bandera utilizada más como adorno, se asumen como los paladines de la democracia. Su palabra la magnifican para dar a entender que representa el sentir de la mayoría de sus conciudadanos, como si nuestro país no estuviera fracturado y polarizado por los intereses económicos y de clases. En nombre de la democracia se acalla y avasalla a las voces disidentes, se oculta la verdad y se protege a los que reprimen a la población. El poder impune tiene la capacidad para maquillar la realidad oprobiosa, para pintar paisajes paradisiacos y elaborar una retórica falsa y vacua.

En nombre de la democracia los políticos son capaces de todo: de mentir, de traicionar, de prometer lo irrealizable, de aliarse con quien les garantice dinero lícito o ilícito, de hacer la guerra contra los adversarios políticos y llegar al extremo de matar. En esta democracia enferma no importan los ciudadanos y ciudadanas que construyen día tras día una sociedad igualitaria y participativa. Los que se sienten imprescindibles son los políticos demagogos y frívolos, que de la noche a la mañana se convierten en seres iluminados. La posibilidad que les da el poder lucrar con el erario público, la aprovechan para crearse una imagen hechiza con el afán de entrarle a la rebatinga  de las candidaturas. Con ello se manifiesta su mezquindad en todo su esplendor porque proyectan su pequeñez, su falta de oficio, sus flaquezas intelectuales, su carencia de visión política, su incipiente trayectoria, su orfandad en valores éticos y legitimidad social.

A los nuevos políticos hechos al vapor, lo que más les preocupa es colocarse cerca del jefe político, pegado a la ubre, haciendo lo posible para ser palomeados, realizando circo, maroma y teatro para llamar su atención. Ni les va ni les viene lo que la gente sufre y lucha,  no les importan los movimientos sociales que protestan, los reclamos legítimos de una población indignada por la imposición de políticas que atentan contra los derechos más elementales del ser humano.

En nuestro estado la democracia no se ha traducido para los ciudadanos en un bien tangible, en un valor que dignifique la vida de los pueblos, tampoco es un horizonte que los acerque a la justicia, que los encauce por el camino de la igualdad y la equidad. No ha sido un instrumento puesto al servicio de la sociedad, es más bien un botín que está  secuestrado por grupos que actúan como las mafias, que viven obsesionados por el dinero fácil, por los privilegios, embelesados por el poder y obnubilados por su protagonismo ramplón.

La alternancia política en Guerrero no nos condujo a ningún proceso de transición que transformara las estructuras del poder político.Fue más bien un reacomodo de los grupos de poder, una oportunidad para romper la coraza del cacicazgo priísta y una coyuntura propicia para el PRD, que supo capitalizar el malestar de la ciudadanía para encumbrarse en la pirámide y asumirse como el protagonista del cambio democrático. Después de siete años de perredismo empanizado, aderezado en este nuevo cuatrienio con una ensalada de políticos priístas, los guerrerenses nos encontramos en un momento sumamente crítico, porque no se han ido desde la época de la guerra sucia, los métodos represivos de los gobernantes y las prácticas gangsteriles de las corporaciones policiacas.

Se mantiene intacto el patrón de criminalización de los movimientos sociales. A las autoridades no les interesa que el pueblo se hunda en la pobreza, que se ahogue en la desesperación a causa del hambre y las enfermedades. No les importa ver a los niños y jóvenes que construyen su futuro en medio de las tinieblas del analfabetismo, pues sólo están prestos para tratarlos como delincuentes, para endilgares la culpa de su destino fatal, estigmatizándolos como vándalos.

Con la apología que ha hecho el gobierno federal en complicidad con los gobiernos estatales, de combatir a la delincuencia organizada empuñando las armas y accionándolas  de manera indiscriminada contra la población, se han dedicado a equipar y entrenar al Ejército y a las diferentes corporaciones policiacas para el manejo de armas letales y un uso desproporcionado de la fuerza, con el fin perverso de someter y controlar el malestar social. La represión a los estudiantes de Ayotzinapa el pasado 12 de diciembre se enmarca dentro de esta estrategia de contención social.

Ninguna corporación policiaca cumplió con los protocolos del uso de la fuerza, por el contrario, usaron armas de grueso calibre, dispararon de acuerdo con testimonios video-gráficos de manera continua alrededor de seis minutos, sometieron con tratos crueles a varios estudiantes durante su detención y se ha documentado al menos un caso de tortura.

Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales, 24 personas fueron detenidas arbitrariamente y también fueron víctimas de tratos crueles. Hubo violaciones graves a la integridad personal de al menos ocho personas detenidas y tres heridos de bala. Se obstaculizó el derecho a una defensa adecuada.

Las autoridades del estado y los grupos políticos afines al gobernador se niegan a aceptar esta realidad que los coloca frente al  espejo escrutador de la ciudadanía. En lugar de esperar que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) realice las  investigaciones correspondientes, alientan el descrédito y exacerban los ánimos entre las clientelas políticas acostumbradas a vivir de prebendas. En lugar de respetar el luto de los familiares de los estudiantes, de garantizar su libre manifestación y de darle crédito a su palabra, alentaron sentimientos de animadversión, presentándolos como los causantes del desorden y de ser los emisarios del mal.

El gobierno no sólo ha focalizado su ira y su enojo contra los estudiantes, también lo está haciendo contra la CNDH, a través de  voceros oficiosos que se encargan de desacreditar  el informe preliminar. Ahora no es la población la que vulnera a las instituciones, sino los grupos de poder que se sienten afectados en sus intereses.

El gobierno debe entender que la CNDH está llamada a escuchar y atender las voces de quienes han sido víctimas de graves violaciones de derechos humanos. Su mandato es investigar las actuaciones de las diferentes autoridades que intervinieron directa o indirectamente en la represión. El gran desafío es reconstruir esta tragedia con base en los testimonios, las pruebas y los peritajes para deslindar responsabilidades.

En el informe preliminar quedaron evidenciadas las autoridades, quienes no se guiaron por la verdad; mintieron, borraron evidencias, se encubrieron, trataron de fabricar culpables, investigaron a través de la tortura, buscando en todo momento incriminar a quienes fueron víctimas de esta agresión.

Para los ciudadanos y ciudadanas es un gran riesgo vivir en este tipo del democracia donde las autoridades evaden su responsabilidad y buscan impunidad, mientras tanto las víctimas tienen que soportar el escarnio, las amenazas y un proceso inacabado de revictimización ante su estado de indefensión, por la situación adversa que padecen como estudiantes quienes enfrentan la amenaza de perder sus estudios y con el riesgo de que se judicialice su lucha por el derecho a la educación.

martes, 17 de enero de 2012

Dijo don Pablo González Casanova

"vivimos un sistema de luchas electorales distraccionistas con candidatos que se fotografían como actores de cine, y otros que hacen gestos bravucones y paternalistas con ofertas de que "sí cumplirán" sin aclarar BIEN qué cumplirán y sin la menor intención de cambiar nada que afecte el actual modelo de dominación y acumulación capitalista”.

Palabras de Eduardo Galeano en la inauguración del Premio Casa de las Américas 2012.



Fe de erratas. Donde dice: 12 de octubre de 1492, debe decir: 28 de abril de 1959.

En ese día de abril fue fundada, en Cuba, la Casa que más nos ha ayudado a descubrir América y las muchas Américas que América contiene.

La otra fecha, la de octubre, rinde homenaje a sus presuntos descubridores, esos que la historia oficial aplaude, pero ellos fueron más encubridores que descubridores: iniciaron el saqueo colonial mintiendo la realidad americana y negando su deslumbrante diversidad y sus más hondas raíces.

En cambio, la Casa de las Américas, nacida de la Revolución cubana, lleva más de medio siglo ayudándonos a vernos con nuestros propios ojos, desde abajo y desde adentro, y no con las miradas que desde arriba y desde afuera nos han humillado desde siempre.

Esta Casa es mi casa, la casa nuestra. Y porque así la siento, y así la sé, he sido y seguiré siendo su siempre amigo, de acuerdo con aquella definición de la amistad que nos legara Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista: “El verdadero amigo es el que critica de frente y elogia por la espalda”.

Pero a veces no viene mal elogiar de frente, cuando no es por deber de cortesía, ni por hipócrita adulación, ni por miedo a la verdad.

Y entonces uno puede decir, pongamos por caso: gracias, gracias mil a la Casa de las Américas, por todo lo que ha hecho y hace para la revelación de nuestras energías creadoras, mil veces asesinadas y mil veces resucitadas. Y gracias, gracias mil, porque esas porfiadas voces renacidas, que nos hablan desde el pasado más remoto y desde el más cercano presente, han encontrado en la Casa un espacio de encuentro y una caja de resonancia que hasta entonces no existían.

Gracias, pues, mil gracias, por ese alimento de vitamina d, “d” de dignidad, que tanto nos ayuda a creer que el deber de obediencia, impuesto por los poderosos del mundo es, puede ser nuestra penitencia pero no es, ni puede ser nuestro destino.