En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
Jacinto Benavente
Tomado de Radio Chimia
¿Qué palabras utilizar para expresar lo ocurrido el día de ayer? Veamos, los elementos que integran una posible explicación, si tomamos como punto de partida que el ataque fue a un casino, en este caso el Royale podemos entender que fue un ataque dirigido.
Para hacer memoria es importante recordar que fue Plutarco Elías Calles quien decreto la creación de casinos argumentando que con ellos se atendería a los turistas extranjeros particularmente a los estadounidenses. Fue hasta 1938, con el Presidente Lázaro Cárdenas quien ordenó por un Decreto del 24 de junio la prohibición para instalar y operar casinos en México ordenó su abolición, aduciendo que, por su propia naturaleza son focos de atracción del vicio, de mafias y explotación por parte de apostadores profesionales. (“Apuestan por los Casinos 221 Diputados”. En: Revista El Pleno. Año 2, número 39. 25 de mayo del 2004.)
No obstante, dentro de los casinos se cruzan un conjunto de juegos de apuestas y de azar. El marco legal es la Ley Federal de Juegos y Sorteos (LFJS) que no prohíbe explícitamente los casinos, porque es una figura que nunca se menciona. Lo que si refiere es que prohíben los juegos de apuesta y de azar veamos:
Artículo 1. “Quedan prohibidos en todo el territorio nacional, en los términos de esta Ley, los juegos de azar y los juegos con apuestas”.
Sobre el mito de los casinos en México se ha dicho mucho, que su establecimiento en el país iba a fomentar el turismo, a traer divisas, a generar empleo, a contribuir con ingresos para las arcas de hacienda.
Blake mora dice que no se han otorgado permisos y que los actuales son, para decirlo en otras palabras anteriores a su encargo ¿Se refiere a los otorgados por Santiago Creel?
Mientras se debate lo que paso, veamos la numeralia de los fallecidos, y valoremos si lo que sostenía el Presidente Cárdenas era cierto; De los 52 muertos, 42 son mujeres, una de ellas embarazada. ¿Eran extranjeros quienes jugaban en ese casino? ¿O acaso los ludópatas muertos, en su mayoría mujeres gastaban lo que no tenía?
Me detengo aquí en lo que corresponde al tema de los casinos, porque en realidad el fondo es otro. El ataque al casino, no es más que un ejemplo de como la delincuencia organizada, ha rebasado los alcances de nuestra imaginación.
Primero fueron asesinatos y retenes; luego aparecieron los colgados en puentes peatonales por diversas ciudades del país; más tarde los bloqueos e incendios de autos en las principales avenidas (Monterrey y Guadalajara); más tarde los granadazos en actos públicos como los de Morelia, precisamente un 15 de septiembre. Hoy un nuevo ataque a la población civil que no participa en esta batalla sangrienta.
En las próximas horas saldrán las voces que defenderán esta “guerra que no es guerra” según dice el señor Calderón; habrá quienes digan que no es culpa del gobierno federal, del ejecutivo en particular; dirán como en el spot que “estarían peor si nadie le hubiera entrado a detener al crimen organizado” y nos obligaran a preguntarnos ¿será? “Claro! Estos desgraciados se meterían en nuestras casas, y estarían controlando todo el país”. Y lo peor del caso es que habrá quienes les crean.
A los personajes públicos, se les recuerda por sus palabras o por sus actos; así a Juárez se memoriza por su aferrada convicción por mantener la republica a costa de su vida y por llevar la presidencia ambulante por el país; a Porfirio Díaz por mantenerse en el poder por más de treinta años; a Lázaro Cárdenas por la expropiación Petrolera; a Carlos Salinas por usurpar la presidencia; a Ernesto Zedillo por entregarle la presidencia al PAN; a Fox por su incontinencia verbal. Por ello, ¿Cómo no recordar a Calderón como el sexenio de la muerte, con casi 50 mil asesinados?
Desde luego hay razones para dirigir baterías contra el señor Calderón ¿y cómo no? Si es el jefe y comandante supremo de las fuerzas armadas; si fue él quien reto a la delincuencia organizada y amenazó con acabarla; olvidaron ya aquellas palabras de Fernando Gómez-Mont Urueta exsecretario de gobernación cuando dijo en tono de reto “métanse con nosotros, los estamos esperando”.
¿Cómo no responsabilizar a Calderón, si fue él quien se atrevió, sin estar organizado, a encabezar una lucha contra la delincuencia organizada? ¿Cómo no señalarlo de incapaz cuando lleva tres secretarios de gobernación en lo que lleva de su sexenio? ¿Cómo no decir basta, cuando es notable que ha perdido el control del país? ¿Cómo no pedir que se vayan cuando México se nos desmorona?
Por ello, no sirven sus discursos retóricos señor Calderón, no sirve culpar a los estadounidenses de consumidores de droga, pero recibir de su gobierno apoyo y tecnología; no sirve alzar la voz y pedir que no se politicen los hechos cuando se ha sido el promotor de imponer la voluntad y llevarnos a una “guerra que no es guerra”.
No sirve de nada señor Calderón que haya anunciado luto nacional por tres días, por los hechos ocurridos en el casino regiomontano; mientras no se tengan claros los pasos para evitar que estos hechos sigan ocurriendo. Mientras se solape la impunidad y se fomente la corrupción.
No sirve de nada señor Calderón llamarlos “desgraciados” y “terroristas”, porque perpetrar un ataque en plena luz del día, con toda tranquilidad y sin cubrirse el rostro, sólo habla de lo seguro que están quienes atentaron el día de ayer, de que no pasará nada. Porque lo que ha unido a la delincuencia, a cierto sector del gobierno y a los políticos (algunos claro) es el dinero y la corrupción. Binomio que no ha podido combatir.
El “déjennos trabajar” de Calderón representa un nuevo ataque político contra sus adversarios. Lo que veremos en las próximas semanas, mientras se olvida lo que ocurrió ayer. En fin, este es el país que nos está tocando vivir, ¿Queremos que siga por este rumbo o nos atreveremos a cambiarlo? El caso es, en mi opinión, que de aquí a que se vaya Calderón, lamento decir que las cosas se pondrán peor y no es un ánimo pesimista, pero los hechos de ayer abonan al discurso calderonista y su propuesta de que pase la Ley de Seguridad Nacional.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Aunque pese Carpe diem.
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