Fragmento de la entrevista a la periodista Karen Marón:
"Irak es uno de los ejemplos de la obscenidad o la indiferencia con la que se manejan muchos medios de comunicación, porque cuando Irak era un espectáculo mediático se realizaban grandes coberturas. Como ya he dicho, una vez consumada la invasión se decidió traspasar la atención a Kabul y los medios se fueron a Kabul. Hace cinco años que un medio latinoamericano no envía un corresponsal a Irak, y hoy Irak, después de casi ocho años de ocupación, es un país devastado, con un saldo de 1,2 millones de muertos civiles, según la revista médica británica The Lancet. Por ello, lo considero como el primer genocidio del siglo XXI. La palabra genocidio tiene muchas acepciones, pero si se denomina genocidio a las matanzas en Ruanda en los años noventa en las que murieron entre 800.000 y 900.000 personas, o a las matanzas de los Jemeres Rojos en Camboya en los años setenta, donde murieron 1,7 millones de personas, la cifra de 1,2 millones de muertos de Irak en siete años y medio es un genocidio. Hay muchas declaraciones por parte de políticos y jefes militares de EE.UU. que en 2004 hablaban de que habría que exterminar a todos los iraquíes, matarlos como cucarachas: querían un Irak sin iraquíes –como dicen los que quieren una Palestina sin palestinos–.
Pero junto al vergonzoso genocidio, se ha sufrido además un "urbicidio". En 2003 se destruyeron grandes infraestructuras. En paralelo, está el negocio de la reconstrucción con las complicidades de las grandes empresas constructoras o de seguridad estadounidenses –Halliburton, Blackwater– estrechamente relacionadas con el Gobierno de Bush. No se ha reconstruido ni el 5% de los edificios que se destruyeron durante la invasión. Hay también un "memoricidio". Se ha destrozado la memoria de la humanidad –como se considera a esa zona de confluencia de los ríos Tigris y Eúfrates– con total impunidad. Han desaparecido obras de arte que en su mayoría no se han recuperado. A día de hoy, se corta la energía eléctrica cada cuatro horas, hacen filas de cuatro kilómetros para conseguir gasolina –¡en Irak, que nada sobre petróleo!–, no hay anestesia en los hospitales. Cuando explota un carro bomba y la noticia dice que hay 40 muertos y 60 heridos, de esos heridos es muy probable que 55 de ellos fallezcan.
Para destruir una sociedad hay que destruir la educación y las cabezas pensantes de esa sociedad. Hay más de 400 profesores universitarios desaparecidos y asesinados selectivamente en Irak, y otros cientos que se han tenido que ir. Así se descabeza la cultura y la intelectualidad de una sociedad. La situación sigue siendo dramática. Hay niñas de nueve años con cáncer de mama, producto de la utilización en la primera y segunda guerra de Irak del uranio empobrecido, un revestimiento que se utiliza en los armamentos y que ha dejado radiactividad, sobre todo en el sur, en la zona de Basora. Están naciendo –y muriendo inmediatamente– niños totalmente deformes, y a causa de ello se dice que se está produciendo en Irak la atrofia del ADN humano. También nacen niños con esas malformaciones en EE.UU. porque los soldados que combatieron en la primera guerra del Golfo sufren lo que se denomina «semen ardiente», al estar contaminados también por el uranio empobrecido. Esta degeneración del ADN humano alcanza al ocupante y al ocupado. Ese es uno de los temas prohibidos en la agenda mediática oficial.
Hoy las matanzas se siguen cometiendo. Me parece una obscenidad que hoy día no se hable de lo que está sucediendo en Irak, que no se envíen corresponsales y que, por el contrario, se utilice la falacia de la retirada de las tropas ocupantes: se han retirado 50.000 hombres que se suponía que antes cumplían la función de tropas de combate. Pero, en realidad, estos 50.000 soldados no se han retirado de Irak; hay seis bases militares permanentes en Irak, y se han reconvertido en tropas de asistencia para la formación de 650.000 policías y militares iraquíes. También han quedado 4.500 soldados de las tropas de elite estadounidenses y el segundo ejército más poderoso bajo bandera de EE.UU. en Irak son los llamados elegantemente "contratistas", que son, simple y llanamente, mercenarios. Hay más de 15.000 mercenarios en Irak actuando de forma impune. Pertenecen a más de 35 empresas y a 15 nacionalidades, y, sin embargo, no se habla de ello. Además, hay más de 30.000 desaparecidos, hay centros clandestinos de detención y tortura, y se sigue cometiendo una de las más degradantes matanzas del siglo XXI. Es vergonzoso que, por acción u omisión, no sepamos lo que está sucediendo en ese país. Hace siete años declararon que se había terminado la guerra. Pero nunca hubo una guerra; hubo, nada más y nada menos, que una invasión y una posterior ocupación. Desde la falacia de la retirada de las tropas, quisiera que alguien me respondiera qué sucede con el más de un millón de muertos, con los miles de familias destruidas, con un tejido social totalmente colapsado y con la atrofia de la genética humana. Supongamos que las tropas se retiran mañana, ¿no debería responder alguien de las consecuencias de esta infame ocupación?"
La entrevista completa en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario