Lo que deja la batalla de San Lorenzo
Heriberto Paredes Coronel
Agencia Subversiones
Los sucesos del 1 de diciembre en ciudad de México merecen ser analizados. Algo ha cambiado y Heriberto Paredes, de la Agencia Autónoma de Comunicación Subversiones, que estuvo ese día en la calle y tiene una amplia experiencia en la cobertura de los movimientos sociales, se hace algunas preguntas y tiene varias respuestas.
Tal vez una nueva fase en la lucha política de izquierda haya 
comenzado luego de los acontecimientos del pasado 1 de diciembre de 
2012. Las cosas se salieron de control en muchos sentidos y poco a poco,
 una vez pasados los primeros días de resaca, las valoraciones comienzan
 a mostrarse, a difundirse. El hecho concreto que desata la 
inconformidad de la población –si no de toda, sí de muchos sectores- es 
la inminente toma de protesta de un presidente ilegítimo e ilegal: Enrique Peña Nieto
 no sólo roba descaradamente las elecciones sino que además muestra el 
temor que lo rodea al desplegar un operativo inmenso que impida 
contratiempo alguno en su acto de inicio de gobierno.
La víspera 
de aquel sábado la desazón era respirable en las calles, un silencio de 
resignación volvía a corroer los rostros de las personas, sobre todo 
porque no se creía posible evitar algo que resultaba inminente. Días 
antes el operativo de protección a los recintos que pisaría quien dice 
ser presidente de México, era, por decir lo menos, 
monstruoso. Varios kilómetros de vallas metálicas cruzaban tajantemente 
avenidas  y calles, cerraban el paso. Molestaban a la gente que tenía 
que identificarse todo el tiempo ante sujetos del Estado Mayor 
Presidencial. El ejército en las calles.
Caos ante todo en este país que vuelve al dominio del Partido de la Revolución Institucional
 (PRI), caos porque nadie está de acuerdo y porque tampoco se sabe qué 
hacer a ciencia cierta, porque el gabinete que comienza es amenazador y 
porque también hay que subsistir día a día y pensar en qué vendrá en 
este fin de año, aumentos en los impuestos, leyes que no benefician a 
nadie y el gran caparazón que oculta lo nefasto de este viejo régimen. 
Caos es lo que hay en este país. Rabia y coraje guardados en lo más 
profundo, tanto que cuando se expresan lo hacen con tal intensidad que 
una protesta se puede convertir en una batalla, un frente de guerra.
 
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