“Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna,
que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es.
Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo lo posible.
No renuncien a eso”.
Jean Paul Sartre a Daniel Cohn Bendit, 1968.
que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es.
Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo lo posible.
No renuncien a eso”.
Jean Paul Sartre a Daniel Cohn Bendit, 1968.
Trastornados de cuerpos y almas,
los octubres no se han ido, ni los mayos comuneros,
tampoco los marzos marxistas ni los septiembres libertarios.
Asombrados de tanto sol acampado en las plazas,
¿te parece absurdo exigir la liberación del agua a las mineras?
El universo se expande y reniega de su materia más oscura.
Se emancipa.
Hoyos negros para los banqueros de todas las galaxias.
Esposas para los capitalistas y los patriarcas.
La sociedad se rasca las verijas porque los muchachos,
los indígenas, las trabajadoras sexuales y las domésticas
lo ocupan todo y están picantes.
También los trabajadores y migrantes ocupan su tiempo extra
en demoler el muro de oro envenenado de Wall Stret.
Y todo es tan natural como un acelerador de partículas.
Calambres a Newton.
Un infinito que se muerde la cola,
Una legión de leprosos en la recamara del rey,
un dron que persigue los pecados del mundo
entre las sábanas de la Casa Blanca.
¡Indígnense! dice un veterano desobediente.
No renuncien a esto, dicen que le dijo a Daniel, Jean Paul
trepado en un escritorio de la Sorbona.
-De parte de Simone, le confesó al oído.
Daniel renunció, pero muchos nunca.
¿De quiénes son las calles? Nuestras son las calles.
Ya se mira el horizonte. Desde Abajo y desde ahora,
Sin tierra, sin trabajo y sin miedo,
Es la hora de los hornos: Hasta la victoria, ¡Siempre!
Ricardo Landa, 16 de octubre de 2011
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