Palabra
de Antígona
Lo
que nos espera
Por
Sara Lovera
Cuando
leo que la defensora de derechos humanos, Margarita Martínez y su familia han
salido de Chiapas, porque ahí su vida está amenazada y no se puede estar
ante la indiferencia e ineficacia de las autoridades.
Luego
veo un informe detallado de cómo la violencia creció mil veces contra las
mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, cuya geografía parece desvanecerse ante el
cúmulo de protestas sin eco que nos definen como país sin remedio.
El
colmo, cuando escucho al procurador del Estado de México, Alfredo Castillo, que
ni se inmuta por la violación de cinco jovencitas en un paraje boscoso de
Ixtapaluca, haciendo suponer que la violación equiparada no es violación y se
defiende, señalando sin ambages, que por tres o cuatro "incidentes"
no se puede generalizar y decir que el Estado de México es uno de los lugares
más peligrosos del país, especialmente para las mujeres, se me achica el
alma.
Eso
me envió directamente a la memoria. ¿Ya se olvidaron cómo fue la
superficialidad con que se trató a las mujeres de Atenco? 25 violadas por
policías del Estado de México y, en retrospectiva, veo a las flamantes
directoras de institutos de las mujeres consintiendo que el entonces
gobernador, Enrique Peña Nieto, al negarse a activar la aleta de género, que
tal vez hubiera evitado la atroz tortura de horas y horas contra las
jovencitas en Ixtapaluca la madrugada del 13 de julio. Me siento peor que
nunca ¿Qué nos espera? Me pregunto.
¿Qué
esperamos si no levantamos nuestras voces en todas partes? Porque hay que
agregar la lista enorme de mujeres asesinadas cada año, la cantidad inmensa de
desaparecidas que se unen a la frivolidad con que las autoridades federales,
socias del que ya siente que su casa está en los Pinos, me confirma la urgente
necesidad de ser y estar fuera de las élites del poder, porque podemos
convertirnos en cómplices de esta espiral de violencia que se lleva
periodistas, defensores y defensoras de Derechos Humanos, hombre y mujeres de
la sociedad en los múltiples actos de violencia institucional.
Azorada
me enteré esta madrugada que el periodista de derecha Pedro Ferriz de Con ha
sido removido del noticiero en Cadena Tres del grupo Imagen por su jefe
Olegario Vázquez Raña, luego que dictó una conferencia a estudiantes donde dijo
que Enrique Peña Nieto es ignorante, “un hombre que pertenece a un sistema
político que está acostumbrado a robar, todos sus colaboradores se han hecho
millonarios y todos se han hecho millonarios en el sistema político mexicano”,
sátrapas –dijo- del grupo Atlacomulco y llamó a Peña Nieto arrogante que no
hizo nada para que Arturo Montiel, ex gobernador, y "su padrino",
fuera juzgado, por lo que en una ocasión le habría dicho que frente a ello,
como comunicador “no lo podría respetar” y que su llegada a los Pinos era “una
regresión”.
Tras
lo que dijo, simplemente fue despedido. Observar que socios del sistema y
anticomunistas como Ferriz de Con, es el primer comunicador impunemente
reprimido, sigo azorada. Su discurso está en YouTube y ahora Ferriz fue
sustituido por un empleado de Carlos Salinas de Gortari, como lo es Pablo
Hiriart, director del diario La Razón.
¿Qué
nos espera? Ese es el problema supremo de este momento. La vuelta del PRI
ratificará todos los temores y los asedios a la palabra, a la crítica y a la
convivencia democrática que tanto anhelamos en este país herido de muerte por
la impunidad y la injusticia. No se trata, es evidente, de cosas menores o
insensatas. Es la vida de cada quien la que está en juego. Porque es vital
poder hablar, discutir, decir lo que se piensa, sin que ello constituya un
motivo de persecución o represión. Incluso de muerte.
Ahora
mismo, un puñado de mujeres plantean en Nueva York cómo se violan los derechos
a interrumpir un embarazo, a colectivamente pedir que se detenga la violencia,
a solicitar que se cumplan los tratados internacionales que forman parte de la
Constitución, que están en las leyes generales de Acceso de las Mujeres a una
Vida sin Violencia y de Igualdad de Mujeres y Hombres, todas papel mojado, pero
referencias necesarias de un supuesto Estado de Derecho.
CASO DE MARGARITA
En
un comunicado difundido por las redes de mujeres se supo que ante falta
de garantías por su vida, Margarita Martínez y su familia salen de Chiapas
porque hay ineficacia del gobierno estatal y del federal, para garantizar su
vida, su integridad y su seguridad. Se trata de una defensora de
derechos humanos, entre decenas que son perseguidas por sus ideas y sus
acciones de defensa. Una mayoría ligadas a las iglesias y a grupos simplemente
humanitarios.
Margarita
Guadalupe Martínez Martínez y su familia han decidido dejar temporalmente el
lugar donde habitan, porque aparentemente el Estado mexicano ha sido
incapaz de protegerla a pesar de contar con medidas cautelares solicitadas por
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Margarita
Martínez fue objeto de amenazas de muerte en varias ocasiones, la
última el pasado 30 de junio, justo cuando preparaba su participación en
el Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer
(CEDAW) en la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, como
parte de una delegación de defensoras de derechos humanos de México.
En
el marco de la 52 sesión del CEDAW, Margarita Martínez, junto con otras
integrantes de la Red Nacional de Defensoras de México denunciaron ante esa
representación de los gobiernos, el contexto y la realidad de la
violencia contra las defensoras en el país.
Su
llamado fue elemental y dolorosamente conocido: "En México se ha
producido un aumento alarmante de violencia en contra de defensoras de Derechos
Humanos. Una violencia invisibilizada y disminuida en su gravedad,
características y consecuencias en el contexto generalizado de impunidad,
violencia y criminalización de la protesta social que vive el país."
La
CIDH al conocer el caso fue muy clara: El deber de prevención no se
limita a proporcionar medidas materiales de protección, sino que conlleva la
obligación de actuar sobre las causas estructurales que afectan la seguridad de
las personas amenazadas. Para cumplir esta obligación, el Estado debe
investigar y sancionar a los responsables de los hostigamientos, las amenazas y
los ataques contra defensoras y defensores. Pero nada, lo menos es señalar que
el gobierno de Chiapas es ineficaz, porque habría que llamarlo cómplice y
omiso, por conveniencia.
¿Si
eso sucede en un gobierno que fue perredista? ¿Qué nos espera? Margarita sufrió
amenazas de tiempo atrás, desde el 2009. Incluso fue secuestrada y
torturada. Por ello en el 2010, la CIDH emitió las medidas cautelares MC 52-10,
a favor de Margarita Martínez y su núcleo familiar.
El
pasado 30 de junio 2012, en la ciudad de San Cristóbal Las Casas, Chiapas,
México, aproximadamente a las 18.00 horas, Margarita fue amenazada de muerte a
través de un escrito, justo antes de asistir a Nueva York a una de las sesiones
del Comité de la CEDAW.
¿Su
pecado? su labor a favor de los derechos de las comunidades indígenas de
Chiapas.
Las
agresiones y las amenazas contra las mujeres defensoras de derechos
humanos, se concreta con un dato simple: en los últimos dos años 11
defensoras fueron asesinadas. El diagnóstico indica que las entidades de mayor
peligro son: Chiapas, Chihuahua, Guerrero, Oaxaca y Veracruz. Se las
persigue por denunciar las atrocidades y los homicidios contra mujeres, el tema
de trata, de la desaparición forzada y los abusos de las fuerzas militares y
policíacas del país.
En
Nueva York muchas mujeres, encabezadas por la directora del Instituto Nacional
de las Mujeres, discuten y alegan. Allá, entregaron 16 voluminosos informes y
contra informes de lo que el Gobierno de Felipe Calderón señala, a través de
Rocío García Gaitán, como el "adelanto de las mujeres". No se
trata sólo de tergiversar la realidad, sino de ocultar que la crisis de guerra
desatada por el régimen de Felipe Calderón, que deja un gran desastre y una
cadena de violaciones a los derechos humanos. Qué habrá que enfrentar en la
próxima administración, la que por los antecedentes y las evidencias no ofrece
nada. Al contrario.
¿Qué
nos espera ahora?, sigo preguntándome.
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