Declaración de los pueblos en Klimaforum09
1. Preámbulo
Hay soluciones a la crisis del clima. Lo que necesitan los pueblos y el planeta es una transición justa y sostenible de nuestras sociedades a un modelo que garantice el derecho a la vida y la dignidad de todas las personas, y entregue un planeta más fértil y vidas más plenas a las generaciones presentes y futuras. Una transición basada en los principios democráticos de la solidaridad, en particular con los más vulnerables, la no discriminación, la igualdad de género, la equidad y la sostenibilidad; que reconozca que somos parte de la naturaleza, a la que amamos y respetamos. Para solucionar la crisis del clima, sin embargo, es necesario despertar conciencias y adoptar medidas decisivas según principios que respeten los derechos. Las naciones tienen la obligación de cooperar en el ámbito internacional para garantizar el respeto de los derechos humanos en todo el mundo, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
Nosotros, los pueblos, las comunidades y todas las organizaciones participantes en Klimaforum09 en Copenhague, hacemos un llamado a todas las personas, organizaciones, gobiernos e instituciones, incluidas las Naciones Unidas, para que contribuyan a esta transición necesaria. Será un trabajo difícil. La crisis actual reviste aspectos económicos, sociales, ambientales, geopolíticos e ideológicos que se afectan y se fortalecen mutuamente, y que potencian la crisis del clima. Esta encrucijada de crisis climática, energética, financiera, alimentaria e hídrica, entre otras, nos empuja a unirnos y a transformar el sistema social y económico dominante y la gobernanza mundial, que impide hallar las soluciones que exige la crisis del clima. Por este motivo, es necesario un movimiento de base que actúe urgentemente.
Es necesario pagar la deuda ambiental y climática. No se deben promover y adoptar soluciones falsas, peligrosas y a corto plazo como la energía nuclear, los agrocombustibles, la compensación de emisiones, la captura y almacenamiento del dióxido de carbono, el biochar, la bioingeniería y el comercio de derechos de emisión. En lugar de ello, deberíamos llevar a cabo una transición plenamente sostenible, basada en recursos limpios, seguros y renovables y en la conservación de energía. Celebramos las alianzas entre los movimientos sociales y los diversos sectores, que representen a todos los grupos de edad, géneros, orígenes étnicos, creencias, comunidades y nacionalidades. Queremos dar forma a nuestro futuro construyendo un movimiento popular sólido compuesto por jóvenes, mujeres, hombres, trabajadores, campesinos, pescadores, pueblos indígenas, gente de color y grupos sociales urbanos y rurales que sea capaz de actuar a todos los niveles de la sociedad para paliar la degradación del medio ambiente y el cambio climático. Instamos a un nuevo orden económico internacional y apoyamos una Organización de las Naciones Unidas fuerte y democrática, por oposición al G8, el G20 u otros grupos cerrados de países poderosos.
2. El desafío, desde nuestro punto de vista:
La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha alcanzado ya niveles tan altos que el sistema climático se ha desequilibrado. La concentración de CO2 y la temperatura del mundo han aumentado aceleradamente en los últimos 50 años y subirán aun más rápido en las próximas décadas. Esto se suma a multitud de desequilibrios ecológicos, cuyo impacto pone en peligro las vidas y medios de subsistencia de los pueblos del mundo, y en particular de las personas desfavorecidas y otros grupos vulnerables.
El desequilibrio del sistema climático da lugar a episodios extremos más acusados y frecuentes de calor y lluvias, ciclones tropicales, huracanes y tifones, inundaciones y sequías intensas, pérdida de biodiversidad, corrimientos de tierras, aumento del nivel del mar, escasez de agua potable, periodos vegetativos mas cortos, menor rendimiento, deterioro o pérdida de tierras agrícolas, menor producción agrícola, pérdidas de ganado, extinción de ecosistemas y agotamiento de los caladeros, entre otros. Estos fenómenos dan lugar a crisis alimentarias, hambruna, enfermedades, muertes y desplazamientos, así como a la desapareción de formas de vida sostenibles. A esto se suma la introducción de los transgénicos, los monocultivos y la industrialización de la agricultura, fuertemente promovida por empresas que suponen una grave amenaza para la estabilidad y diversidad de los ecosistemas. Además, esto acarrea la marginalización y el empobrecimiento de los pequeños campesinos y socava su soberanía alimentaria. La agricultura industrial tiene por objeto dar respuesta a la demanda mundial que procede del consumo excesivo, en particular en los países del Norte, y no a las necesidades básicas locales. Lo mismo puede decirse de las industrias pesqueras modernas, la silvicultura intensiva y la minería, que destruyen los ecosistemas, disminuyen la biodiversidad y arruinan la vida y los medios de subsistencia de las comunidades locales.
Estas consecuencias del cambio climático, junto a la desigualdad social creciente y las graves repercusiones en nuestro entorno común, ya están devastando las vidas de millones de personas y comunidades locales. Ahora bien, nosotros los pueblos no estamos dispuestos a aceptar que ese sea nuestro destino. Por eso están surgiendo con rapidez movimientos populares que están decididos a defender sus medios de vida y a luchar contra esas fuerzas y las causas que nos han llevado por este camino suicida de destrucción ambiental.
En Asia, África, Oriente Medio, Oceanía y América Central y del Sur, así como la periferia de América del Norte y Europa, están surgiendo movimientos populares para luchar contra la explotación de sus tierras por parte de intereses extranjeros y retomar el control de sus propios recursos. Una nueva forma de activismo ha revitalizado los movimientos ambientalistas y ha dado lugar a una amplia variedad de protestas y acciones contra la minería, las grandes presas, la deforestación, las centrales térmicas de carbón, la navegación aérea y la construcción de nuevas carreteras, entre otras. Cada vez hay mayor conciencia sobre la necesidad de cambiar profundamente el actual paradigma económico. En los distintos movimientos están proliferando formas de vida alternativas. Al mismo tiempo, la opinión pública se ha dado cuenta de que los responsables políticos actuales no están dispuestos a enfrentarse a la amenaza del cambio climático y de la degradación ambiental. La llamada estrategia de crecimiento verde o crecimiento sostenible ha resultado ser una excusa para perpetuar el mismo modelo básico de desarrollo económico, que es una de las causas fundamentales de la destrucción ambiental y la crisis climática.
3. Las causas, desde nuestro punto de vista:
La causa inmediata y principal del cambio climático producido por la mano del hombre es una emisión sin precedentes de gases de efecto invernadero a la atmósfera, originada por el incremento del consumo de combustibles fósiles para la industria, el comercio, el transporte y fines militares, por mencionar sólo algunas fuentes significativas. Otros inductores importantes del cambio climático son la deforestación, las industrias extractivas, la degradación forestal (con excepción de la agricultura itinerante sostenible de los pueblos indígenas), la interrupción del ciclo del agua, el robo de tierras para extender la agricultura industrial, el aumento de la producción cárnica industrial y otros tipos de uso no sostenible de los recursos naturales.
Control y propiedad desiguales de los recursos
Estas causas inmediatas son el resultado de un sistema económico mundial no sostenible construido a partir de un acceso y un control desiguales a los limitados recursos del planeta y a los beneficios que se derivan de su uso. Este sistema se basa en la apropiación de tierras comunales locales, nacionales y mundiales por parte de las élites locales y mundiales. Los tan alabados avances en tecnología, en producción y en progreso humano son los que en realidad han producido los desastres de desarrollo locales y mundiales. Aún así, una élite mundial privilegiada sigue empeñada en un consumo desmesurado y una producción irresponsable que busca solo el lucro, mientras un gran porcentaje de la humanidad se ve sumido en la pobreza y consume apenas lo necesario para la subsistencia y la supervivencia, o incluso menos. Ésta es la situación no sólo en los países del Sur, sino también en el Norte. Las empresas transnacionales más grandes del mundo, con sede principalmente en los países del Norte y en paraísos fiscales, pero con operaciones en todo el mundo, llevan mucho tiempo al frente de estos excesos.
La competencia entre las transnacionales y los países ricos por los recursos y por mayores cuotas de mercado, así como los acuerdos y tratados de comercio, han llevado a una opresión neocolonial de los pueblos del Sur, a los que se les han negado la propiedad y el control legítimos de sus recursos. La Organización Mundial del Comercio, las instituciones financieras internacionales, así como la Unión Europea y los Estados Unidos, por medio de acuerdos bilaterales, están incrementando la privatización y la mercantilización de los recursos públicos a la vez que intensifican el robo de los recursos naturales a los países subdesarrollados y les imponen condiciones que aumentan su dependencia.
Corrientes de pensamiento imperantes y alternativas
El modelo de desarrollo que promueven estas instituciones no es sólo cuestión de “economía”. El paradigma económico imperante está directamente relacionado con un sistema de pensamiento que se basa en una imagen del ser humano como “ser económico”. Esta ideología la apoyan los grandes medios de comunicación y las empresas de mercadotecnia que promueven el egoísmo, la competencia, el consumo material y la acumulación ilimitada de riqueza personal sin prestar atención a las consecuencias sociales y ecológicas de tal comportamiento. Este sistema de pensamiento está íntimamente ligado a las corrientes de patriarcado y paternalismo.
Si realmente queremos hacer frente a esta crisis, necesitamos entender que la especie humana forma parte tanto de la naturaleza como de la sociedad, y que no puede existir sin ellas. Por tanto, si queremos que la humanidad sobreviva, tenemos que respetar la integridad de la Madre Tierra y tenemos que esforzarnos por conseguir la armonía con la naturaleza y la paz dentro y entre las culturas. Somos, al mismo tiempo, ciudadanos de diferentes países y de un sólo mundo. Todos compartimos la responsabilidad por el bienestar presente y futuro de la familia humana y de todos los demás seres vivos. El espíritu de solidaridad humana y de parentesco con toda forma de vida se refuerza si vivimos de acuerdo con el principio de “Uno entre muchos”.
4. Una transición justa y sostenible
Está claro que para solucionar la crisis del clima se requieren transformaciones de gran alcance, que actualmente están excluidas del orden del día de quienes diseñan las políticas en los gobiernos y en las instituciones multilaterales. Los pueblos piden un cambio de sistema, no “lo mismo de siempre”, ni el uso indiscriminado de apaños tecnológicos y comerciales con los que los grandes intereses han establecido y limitado la agenda climática.
Los movimientos populares no carecen de visiones alternativas para la sociedad ni de pasos concretos que se deban tomar para acercarse a un futuro sostenible a la vez que se abordan las crisis climática, hídrica, económica y alimentaria. Dicha transición sostenible empezará con muchas iniciativas diferentes. Algunos de los pasos hacia la transición sostenible son:
· Soberanía alimentaria y agricultura ecológica: Defender el derecho de los pueblos, comunidades y países a establecer sus propios sistemas de producción, incluyendo las políticas de agricultura, pesca, alimentación, bosques y territorio que sean apropiadas para sus circunstancias desde un punto de vista ecológico, social, económico y cultural. Se debe respetar y garantizar el acceso de las personas, especialmente de las mujeres, al control de los recursos productivos tales como la tierra, las semillas y el agua. La producción agrícola debe basarse principalmente en conocimientos locales, tecnologías apropiadas y técnicas sostenibles desde un punto de vista ecológico que absorban el CO2, lo mantengan en los diferentes sistemas nativos de plantación, capten y mantengan el agua y devuelvan al suelo más nutrientes de los que se extrajeron. La producción agrícola y alimentaria se debe centrar principalmente en satisfacer las necesidades locales, fomentar el autoabastecimiento y promover el mercado laboral local, así como en reducir el uso de recursos, los residuos y las emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo del proceso.
· Apropiación democrática y control de la economía: La reorganización de los bienes de producción de la sociedad hacia formas más democráticas de apropiación y gestión, con el fin de satisfacer las necesidades básicas de las personas, tales como la creación de empleo, el acceso al agua, la vivienda, la tierra, los sistemas sanitarios y educativos, la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ecológica. Las políticas públicas deben garantizar que los sistemas financieros favorezcan los intereses públicos y que canalicen los recursos para la transformación sostenible de la industria, la agricultura y los servicios.
· Soberanía energética: Una reducción radical del consumo energético, especialmente en los países injustamente enriquecidos, combinada con un nuevo enfoque hacia fuentes de energía públicas y renovables, como la energía solar, eólica, geotérmica, del oleaje y de las minicentrales hidroeléctricas, así como el desarrollo de sistemas de distribución eléctrica autosuficientes para garantizar el suministro de energía a las comunidades, y la propiedad pública de la red eléctrica.
· Planificación ecológica de las zonas urbanas y rurales: El objetivo es reducir radicalmente el consumo de energía y recursos, y la cantidad de residuos y contaminación, fomentando al mismo tiempo que se cubran las necesidades básicas de los ciudadanos con medios locales. Una planificación urbana y rural basada en los principios de la justicia social que ofrezca un servicio igualitario a todo el mundo y reduzca la necesidad de transporte. Promover los sistemas de transporte público, como sistemas ferroviarios ligeros y de alta velocidad y carriles bici, para reducir de este modo la necesidad de utilizar vehículos privados a motor y descongestionar las carreteras, a la vez que se mejora la salud pública y se reduce el consumo de energía.
· Instituciones educativas, científicas y culturales: Reorientar la investigación pública y la educación para satisfacer las necesidades de la población y el medio ambiente, en lugar de la tendencia actual que se limita a desarrollar tecnologías privadas y lucrativas. La investigación y el desarrollo debería ser, ante todo, un esfuerzo abierto y colaborativo por el bien común de la humanidad. Se deberían eliminar las patentes sobre las ideas y la tecnología. Se debería fomentar un intercambio justo de tecnologías apropiadas, el conocimiento tradicional y las prácticas indígenas innovadoras, así como el intercambio de ideas entre países.
· Poner fin al militarismo y a las guerras: El actual modelo de desarrollo basado en los combustibles fósiles nos conduce a la violencia, la guerra y los conflictos armados por el control de la energía, la tierra, el agua y otros recursos naturales. Esto queda patente en la invasión y ocupación de Iraq y Afganistán dirigidas por Estados Unidos y la militarización en todo el mundo de aquellas regiones que poseen combustibles fósiles y otros recursos naturales. Se está expulsando violentamente a campesinos y comunidades indígenas de sus tierras para abrir paso a plantaciones de agrocombustibles. Se han gastado billones de dólares en la industria armamentística, despilfarrando ingentes recursos humanos y materiales que deberían dedicarse a realizar una transición sostenible.
Dando pasos hacia adelante vamos aprendiendo. Estos pasos nos ayudarán a convencer a la gran mayoría de la gente de que una transición sostenible trae la promesa de una vida mejor y más plena. Los campos social, político, económico y ambiental están íntimamente interrelacionados. Por tanto, una estrategia coherente debería cubrirlos todos: esta es la idea central del concepto de transición sostenible.
Un aspecto de este concepto es el reestablecimiento de las comunidades locales en lugar del mercado global como unidad básica social, política y económica. La cohesión social, la participación democrática, la rendición de cuentas económica y la responsabilidad ecológica sólo se pueden alcanzar asegurando que cada decisión se tome al nivel más básico que sea adecuado. Ésta es una lección básica que hemos aprendido de las culturas étnicas y las comunidades locales.
Un enfoque comunitario, por tanto, no contradice la necesidad de una cooperación internacional extensiva. Por el contrario, requerirá alianzas más firmes dentro y a través de las fronteras entre productores directos en la agricultura, la silvicultura, la pesca y la industria. Las alianzas reforzadas por la igualdad de género y por el reconocimiento y la eliminación de las relaciones de poder injustas a todos los niveles. También incluye la necesidad de acuerdos cooperativos regionales e internacionales más fuertes para administrar los recursos comunes y compartidos, como los recursos hídricos transfronterizos. Además, la cooperación internacional promoverá el intercambio completo de ideas, tecnologías y conocimientos a través de todas las fronteras, además de entrar en un diálogo abierto, basado en el respeto mutuo entre las diferentes culturas.
5. Vías de transición
Muchas personas trabajan para crear una industria, agricultura, silvicultura y pesca más sostenible, así como en el sector de las energías renovables. Estas iniciativas dentro del sistema han desarrollado aún más las alianzas con otros sectores de la sociedad, los sindicatos, los consumidores, la población urbana, los profesores y los investigadores; todos ellos se esfuerzan para alcanzar modos de vida más sostenibles.
Naciones Unidas y la Conferencia de las Partes
Debemos influir en las negociaciones sobre el Cambio Climático y la 15ª Conferencia de las Partes (CDP15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Las lecciones aprendidas de rondas de negociaciones previas no son muy prometedoras. A pesar de los planes de alto nivel de acción concertada iniciados en la Convención Marco sobre el Cambio Climático de Río de Janeiro de 1992, y posteriormente en el Protocolo de Kioto de 1997, los resultados son escasos y no se han solucionado los problemas. De hecho, la situación ha empeorado, pues ha habido muy poco progreso en los principios, objetivos y plazos de la Convención y del Protocolo.
Los mismos intereses de las grandes empresas, que en gran medida son responsables de la crisis del clima, parecen tener una influencia inmensa en las políticas climáticas a escala nacional y mundial. Nos oponemos firmemente a esta influencia antidemocrática de los lobbies en las actuales negociaciones de la CDP. Al contrario, pedimos a los estados que pongan en práctica mecanismos de evaluación para todas las políticas e instrumentos políticos bajo la CMNUCC, para asegurar procesos inclusivos y deliberativos multilaterales que reparen las desigualdades existentes, ya sean de género, color, edad, discapacidad u otras formas de discriminación en las negociaciones de la CDP. Exigimos que la CDP15 llegue a un acuerdo que inicie la recuperación del equilibrio ambiental, social y económico del planeta con medios que sean sostenibles e igualitarios ambiental, social y económicamente, y que finalmente culmine en un tratado jurídicamente vinculante.
Nuestras exigencias
Levantamos nuestra voz ante los líderes de la CMNUCC para postular las exigencias y alternativas del pueblo.
1. Supresión de los combustibles fósiles: Pedimos una estrategia clara para desmantelar la era de los combustibles fósiles en los próximos 30 años, que deben incluir hitos específicos para cada período quinquenal. Exigimos una reducción inmediata en las emisiones de gases de efecto invernadero de los países industrialiazos de, como mínimo, un 40% en comparación con los niveles de 1990 para el año 2020.
2. Reparaciones y compensación por la deuda climática y por los delitos ambientales: Exigimos reparaciones plenas para los países del Sur y aquellos empobrecidos por los estados del Norte, las corporaciones transnacionales y por instituciones de paraísos fiscales. De este modo, afrontamos parcialmente las injusticias históricas asociadas a la industrialización desigual y el cambio climático, originado en el genocidio de naciones indígenas, el tráfico transatlántico de esclavos, la era colonial y las invasiones. Esto debe ir acompañado de una estrategia igualmente clara para que los que se han enriquecido compensen a los pueblos empobrecidos por la deuda climática, y más ampliamente por la deuda ecológica. Se debería establecer un fondo global y democrático para dar un apoyo directo a las víctimas del cambio climático. Los países desarrollados deben proporcionar tecnologías nuevas, obligatorias, adecuadas, con financiación fiable y libre de patentes para que se adapten mejor a impactos climáticos adversos y para llevar a cabo reducciones de emisiones. Esto permitiría a los países en desarrollo desempeñar un papel en la contención del cambio climático, al mismo tiempo que se satisfacen las necesidades y aspiraciones de sus poblaciones. Las instituciones financieras internacionales, las agencias donantes y los mecanismos comerciales no deberían tener parte en las reparaciones.
3. Una prohibición global inmediata de la deforestación de bosques primarios y el inicio paralelo de un programa mundial ambicioso de plantación de árboles basado en especies nativas de diversa índole en asociación con pueblos indígenas y comunidades dependientes de los bosques. De forma similar, una prohibición de métodos de pesca industrial a gran escala y una vuelta a prácticas pesqueras principalmente de tipo local y sostenible. Por último, una prohibición de la apropiación de la tierra por parte de intereses extranjeros y la aceptación plena de la soberanía popular sobre los recursos naturales.
4. Nos oponemos radicalmente a las falsas y peligrosas soluciones orientadas al mercado y centradas en la tecnología que proponen muchas compañías transnacionales. Entre ellas, la energía nuclear, los agrocombustibles, la captura y el almacenamiento del carbono, los Mecanismos de Desarrollo Limpio, el biochar, los cultivos transgénicos “climate ready”, la geoingeniería y la reducción de emisiones a través de la deforestación y de la degradación de los bosques (REDD) definida en la CMNUCC. Todas ellas no hacen más que producir nuevas amenazas ambientales y no solucionan la crisis del clima. Las compensaciones y el comercio del carbono también son instrumentos falsos e injustos porque tratan un recurso mundial común, como es la atmósfera, como un producto que puede poseerse y comercializarse. Hasta ahora el sistema no ha mostrado ninguna ventaja y, al permitir a los países ricos compensar la reducción de sus obligaciones, ha mantenido este sistema injusto e insostenible.
5. Un impuesto equitativo sobre las emisiones de carbono: Exigimos un impuesto equitativo sobre las emisiones de carbono en lugar del régimen de cuotas comerciables carbono. Los ingresos obtenidos a través de dicho impuesto deben devolverse a los pueblos de manera equitativa y una parte de ellos debería utilizarse para compensar y para contribuir a financiar la adaptación y a la mitigación. Sin embargo, esto no sustituye la reparación de la ya acumulada deuda climática. Dicha compensación y financiación debe ser incondicional y quedar fuera de los mecanismos de mercado y de las instituciones financieras. Se debe fomentar la reducción de las emisiones por medio de un impuesto sobre el carbono transparente y fuertemente progresivo, y por medio de reglamentos específicos que eliminen paulatinamente el uso de combustibles fósiles a la vez que promueven una energía segura, limpia y renovable.
6. Instituciones multilaterales y empresas transnacionales: Las instituciones económicas y financieras internacionales como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los bancos de desarrollo regional, las instituciones donantes y los acuerdos de comercio son injustos, no sostenibles y no rinden cuentas y habría que sustituirlos por instituciones equitativas y democráticas que funcionen dentro del marco de la Carta de las Naciones Unidas, que respeten la soberanía popular sobre los recursos y promuevan la solidaridad entre los pueblos y las naciones. También se debería crear un mecanismo que controle y vigile estrechamente las operaciones de las empresas transnacionales.
Finalmente, nos comprometemos a trabajar activamente para llevar a cabo estas transiciones sostenibles para nuestras sociedades dentro de las líneas que impulsamos en esta Declaración.
6. Un movimiento mundial para una transición sostenible
Independientemente de los resultados de la Cumbre de Copenhague sobre el Cambio Climático, hay una necesidad urgente de construir un movimiento mundial de movimientos que trabajan a largo plazo en favor de una transición sostenible para nuestras sociedades. A diferencia de las estructuras de poder vigentes, este movimiento debe crecer en sentido ascendente. Lo que necesitamos es una gran alianza de movimientos ambientales, sociales, sindicales, agrícolas, de sociedad civil y otras partes alineadas que puedan trabajar juntos en la lucha política diaria a escala local, nacional e internacional. Esa alianza implica al mismo tiempo la creación de una nueva mentalidad y nuevas formas de activismo social, y debe ser capaz no sólo de reaccionar ante las prácticas no sostenibles, sino también de demostrar por el ejemplo cómo puede funcionar una nueva economía sostenible.
Nosotros, los pueblos, comunidades y organizaciones sociales participantes en Klimaforum09 estamos comprometidos a capitalizar los resultados logrados en este foro para proseguir el desarrollo de un movimiento mundial de movimientos.
Esta Declaración tiene por objeto servir de inspiración al desarrollo de ese movimiento y marcar el rumbo que queremos seguir. Juntos, podemos propiciar una transición mundial hacia un futuro sostenible. Únanse a nosotros.
Hay soluciones a la crisis del clima. Lo que necesitan los pueblos y el planeta es una transición justa y sostenible de nuestras sociedades a un modelo que garantice el derecho a la vida y la dignidad de todas las personas, y entregue un planeta más fértil y vidas más plenas a las generaciones presentes y futuras. Una transición basada en los principios democráticos de la solidaridad, en particular con los más vulnerables, la no discriminación, la igualdad de género, la equidad y la sostenibilidad; que reconozca que somos parte de la naturaleza, a la que amamos y respetamos. Para solucionar la crisis del clima, sin embargo, es necesario despertar conciencias y adoptar medidas decisivas según principios que respeten los derechos. Las naciones tienen la obligación de cooperar en el ámbito internacional para garantizar el respeto de los derechos humanos en todo el mundo, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
Nosotros, los pueblos, las comunidades y todas las organizaciones participantes en Klimaforum09 en Copenhague, hacemos un llamado a todas las personas, organizaciones, gobiernos e instituciones, incluidas las Naciones Unidas, para que contribuyan a esta transición necesaria. Será un trabajo difícil. La crisis actual reviste aspectos económicos, sociales, ambientales, geopolíticos e ideológicos que se afectan y se fortalecen mutuamente, y que potencian la crisis del clima. Esta encrucijada de crisis climática, energética, financiera, alimentaria e hídrica, entre otras, nos empuja a unirnos y a transformar el sistema social y económico dominante y la gobernanza mundial, que impide hallar las soluciones que exige la crisis del clima. Por este motivo, es necesario un movimiento de base que actúe urgentemente.
Es necesario pagar la deuda ambiental y climática. No se deben promover y adoptar soluciones falsas, peligrosas y a corto plazo como la energía nuclear, los agrocombustibles, la compensación de emisiones, la captura y almacenamiento del dióxido de carbono, el biochar, la bioingeniería y el comercio de derechos de emisión. En lugar de ello, deberíamos llevar a cabo una transición plenamente sostenible, basada en recursos limpios, seguros y renovables y en la conservación de energía. Celebramos las alianzas entre los movimientos sociales y los diversos sectores, que representen a todos los grupos de edad, géneros, orígenes étnicos, creencias, comunidades y nacionalidades. Queremos dar forma a nuestro futuro construyendo un movimiento popular sólido compuesto por jóvenes, mujeres, hombres, trabajadores, campesinos, pescadores, pueblos indígenas, gente de color y grupos sociales urbanos y rurales que sea capaz de actuar a todos los niveles de la sociedad para paliar la degradación del medio ambiente y el cambio climático. Instamos a un nuevo orden económico internacional y apoyamos una Organización de las Naciones Unidas fuerte y democrática, por oposición al G8, el G20 u otros grupos cerrados de países poderosos.
2. El desafío, desde nuestro punto de vista:
La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha alcanzado ya niveles tan altos que el sistema climático se ha desequilibrado. La concentración de CO2 y la temperatura del mundo han aumentado aceleradamente en los últimos 50 años y subirán aun más rápido en las próximas décadas. Esto se suma a multitud de desequilibrios ecológicos, cuyo impacto pone en peligro las vidas y medios de subsistencia de los pueblos del mundo, y en particular de las personas desfavorecidas y otros grupos vulnerables.
El desequilibrio del sistema climático da lugar a episodios extremos más acusados y frecuentes de calor y lluvias, ciclones tropicales, huracanes y tifones, inundaciones y sequías intensas, pérdida de biodiversidad, corrimientos de tierras, aumento del nivel del mar, escasez de agua potable, periodos vegetativos mas cortos, menor rendimiento, deterioro o pérdida de tierras agrícolas, menor producción agrícola, pérdidas de ganado, extinción de ecosistemas y agotamiento de los caladeros, entre otros. Estos fenómenos dan lugar a crisis alimentarias, hambruna, enfermedades, muertes y desplazamientos, así como a la desapareción de formas de vida sostenibles. A esto se suma la introducción de los transgénicos, los monocultivos y la industrialización de la agricultura, fuertemente promovida por empresas que suponen una grave amenaza para la estabilidad y diversidad de los ecosistemas. Además, esto acarrea la marginalización y el empobrecimiento de los pequeños campesinos y socava su soberanía alimentaria. La agricultura industrial tiene por objeto dar respuesta a la demanda mundial que procede del consumo excesivo, en particular en los países del Norte, y no a las necesidades básicas locales. Lo mismo puede decirse de las industrias pesqueras modernas, la silvicultura intensiva y la minería, que destruyen los ecosistemas, disminuyen la biodiversidad y arruinan la vida y los medios de subsistencia de las comunidades locales.
Estas consecuencias del cambio climático, junto a la desigualdad social creciente y las graves repercusiones en nuestro entorno común, ya están devastando las vidas de millones de personas y comunidades locales. Ahora bien, nosotros los pueblos no estamos dispuestos a aceptar que ese sea nuestro destino. Por eso están surgiendo con rapidez movimientos populares que están decididos a defender sus medios de vida y a luchar contra esas fuerzas y las causas que nos han llevado por este camino suicida de destrucción ambiental.
En Asia, África, Oriente Medio, Oceanía y América Central y del Sur, así como la periferia de América del Norte y Europa, están surgiendo movimientos populares para luchar contra la explotación de sus tierras por parte de intereses extranjeros y retomar el control de sus propios recursos. Una nueva forma de activismo ha revitalizado los movimientos ambientalistas y ha dado lugar a una amplia variedad de protestas y acciones contra la minería, las grandes presas, la deforestación, las centrales térmicas de carbón, la navegación aérea y la construcción de nuevas carreteras, entre otras. Cada vez hay mayor conciencia sobre la necesidad de cambiar profundamente el actual paradigma económico. En los distintos movimientos están proliferando formas de vida alternativas. Al mismo tiempo, la opinión pública se ha dado cuenta de que los responsables políticos actuales no están dispuestos a enfrentarse a la amenaza del cambio climático y de la degradación ambiental. La llamada estrategia de crecimiento verde o crecimiento sostenible ha resultado ser una excusa para perpetuar el mismo modelo básico de desarrollo económico, que es una de las causas fundamentales de la destrucción ambiental y la crisis climática.
3. Las causas, desde nuestro punto de vista:
La causa inmediata y principal del cambio climático producido por la mano del hombre es una emisión sin precedentes de gases de efecto invernadero a la atmósfera, originada por el incremento del consumo de combustibles fósiles para la industria, el comercio, el transporte y fines militares, por mencionar sólo algunas fuentes significativas. Otros inductores importantes del cambio climático son la deforestación, las industrias extractivas, la degradación forestal (con excepción de la agricultura itinerante sostenible de los pueblos indígenas), la interrupción del ciclo del agua, el robo de tierras para extender la agricultura industrial, el aumento de la producción cárnica industrial y otros tipos de uso no sostenible de los recursos naturales.
Control y propiedad desiguales de los recursos
Estas causas inmediatas son el resultado de un sistema económico mundial no sostenible construido a partir de un acceso y un control desiguales a los limitados recursos del planeta y a los beneficios que se derivan de su uso. Este sistema se basa en la apropiación de tierras comunales locales, nacionales y mundiales por parte de las élites locales y mundiales. Los tan alabados avances en tecnología, en producción y en progreso humano son los que en realidad han producido los desastres de desarrollo locales y mundiales. Aún así, una élite mundial privilegiada sigue empeñada en un consumo desmesurado y una producción irresponsable que busca solo el lucro, mientras un gran porcentaje de la humanidad se ve sumido en la pobreza y consume apenas lo necesario para la subsistencia y la supervivencia, o incluso menos. Ésta es la situación no sólo en los países del Sur, sino también en el Norte. Las empresas transnacionales más grandes del mundo, con sede principalmente en los países del Norte y en paraísos fiscales, pero con operaciones en todo el mundo, llevan mucho tiempo al frente de estos excesos.
La competencia entre las transnacionales y los países ricos por los recursos y por mayores cuotas de mercado, así como los acuerdos y tratados de comercio, han llevado a una opresión neocolonial de los pueblos del Sur, a los que se les han negado la propiedad y el control legítimos de sus recursos. La Organización Mundial del Comercio, las instituciones financieras internacionales, así como la Unión Europea y los Estados Unidos, por medio de acuerdos bilaterales, están incrementando la privatización y la mercantilización de los recursos públicos a la vez que intensifican el robo de los recursos naturales a los países subdesarrollados y les imponen condiciones que aumentan su dependencia.
Corrientes de pensamiento imperantes y alternativas
El modelo de desarrollo que promueven estas instituciones no es sólo cuestión de “economía”. El paradigma económico imperante está directamente relacionado con un sistema de pensamiento que se basa en una imagen del ser humano como “ser económico”. Esta ideología la apoyan los grandes medios de comunicación y las empresas de mercadotecnia que promueven el egoísmo, la competencia, el consumo material y la acumulación ilimitada de riqueza personal sin prestar atención a las consecuencias sociales y ecológicas de tal comportamiento. Este sistema de pensamiento está íntimamente ligado a las corrientes de patriarcado y paternalismo.
Si realmente queremos hacer frente a esta crisis, necesitamos entender que la especie humana forma parte tanto de la naturaleza como de la sociedad, y que no puede existir sin ellas. Por tanto, si queremos que la humanidad sobreviva, tenemos que respetar la integridad de la Madre Tierra y tenemos que esforzarnos por conseguir la armonía con la naturaleza y la paz dentro y entre las culturas. Somos, al mismo tiempo, ciudadanos de diferentes países y de un sólo mundo. Todos compartimos la responsabilidad por el bienestar presente y futuro de la familia humana y de todos los demás seres vivos. El espíritu de solidaridad humana y de parentesco con toda forma de vida se refuerza si vivimos de acuerdo con el principio de “Uno entre muchos”.
4. Una transición justa y sostenible
Está claro que para solucionar la crisis del clima se requieren transformaciones de gran alcance, que actualmente están excluidas del orden del día de quienes diseñan las políticas en los gobiernos y en las instituciones multilaterales. Los pueblos piden un cambio de sistema, no “lo mismo de siempre”, ni el uso indiscriminado de apaños tecnológicos y comerciales con los que los grandes intereses han establecido y limitado la agenda climática.
Los movimientos populares no carecen de visiones alternativas para la sociedad ni de pasos concretos que se deban tomar para acercarse a un futuro sostenible a la vez que se abordan las crisis climática, hídrica, económica y alimentaria. Dicha transición sostenible empezará con muchas iniciativas diferentes. Algunos de los pasos hacia la transición sostenible son:
· Soberanía alimentaria y agricultura ecológica: Defender el derecho de los pueblos, comunidades y países a establecer sus propios sistemas de producción, incluyendo las políticas de agricultura, pesca, alimentación, bosques y territorio que sean apropiadas para sus circunstancias desde un punto de vista ecológico, social, económico y cultural. Se debe respetar y garantizar el acceso de las personas, especialmente de las mujeres, al control de los recursos productivos tales como la tierra, las semillas y el agua. La producción agrícola debe basarse principalmente en conocimientos locales, tecnologías apropiadas y técnicas sostenibles desde un punto de vista ecológico que absorban el CO2, lo mantengan en los diferentes sistemas nativos de plantación, capten y mantengan el agua y devuelvan al suelo más nutrientes de los que se extrajeron. La producción agrícola y alimentaria se debe centrar principalmente en satisfacer las necesidades locales, fomentar el autoabastecimiento y promover el mercado laboral local, así como en reducir el uso de recursos, los residuos y las emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo del proceso.
· Apropiación democrática y control de la economía: La reorganización de los bienes de producción de la sociedad hacia formas más democráticas de apropiación y gestión, con el fin de satisfacer las necesidades básicas de las personas, tales como la creación de empleo, el acceso al agua, la vivienda, la tierra, los sistemas sanitarios y educativos, la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ecológica. Las políticas públicas deben garantizar que los sistemas financieros favorezcan los intereses públicos y que canalicen los recursos para la transformación sostenible de la industria, la agricultura y los servicios.
· Soberanía energética: Una reducción radical del consumo energético, especialmente en los países injustamente enriquecidos, combinada con un nuevo enfoque hacia fuentes de energía públicas y renovables, como la energía solar, eólica, geotérmica, del oleaje y de las minicentrales hidroeléctricas, así como el desarrollo de sistemas de distribución eléctrica autosuficientes para garantizar el suministro de energía a las comunidades, y la propiedad pública de la red eléctrica.
· Planificación ecológica de las zonas urbanas y rurales: El objetivo es reducir radicalmente el consumo de energía y recursos, y la cantidad de residuos y contaminación, fomentando al mismo tiempo que se cubran las necesidades básicas de los ciudadanos con medios locales. Una planificación urbana y rural basada en los principios de la justicia social que ofrezca un servicio igualitario a todo el mundo y reduzca la necesidad de transporte. Promover los sistemas de transporte público, como sistemas ferroviarios ligeros y de alta velocidad y carriles bici, para reducir de este modo la necesidad de utilizar vehículos privados a motor y descongestionar las carreteras, a la vez que se mejora la salud pública y se reduce el consumo de energía.
· Instituciones educativas, científicas y culturales: Reorientar la investigación pública y la educación para satisfacer las necesidades de la población y el medio ambiente, en lugar de la tendencia actual que se limita a desarrollar tecnologías privadas y lucrativas. La investigación y el desarrollo debería ser, ante todo, un esfuerzo abierto y colaborativo por el bien común de la humanidad. Se deberían eliminar las patentes sobre las ideas y la tecnología. Se debería fomentar un intercambio justo de tecnologías apropiadas, el conocimiento tradicional y las prácticas indígenas innovadoras, así como el intercambio de ideas entre países.
· Poner fin al militarismo y a las guerras: El actual modelo de desarrollo basado en los combustibles fósiles nos conduce a la violencia, la guerra y los conflictos armados por el control de la energía, la tierra, el agua y otros recursos naturales. Esto queda patente en la invasión y ocupación de Iraq y Afganistán dirigidas por Estados Unidos y la militarización en todo el mundo de aquellas regiones que poseen combustibles fósiles y otros recursos naturales. Se está expulsando violentamente a campesinos y comunidades indígenas de sus tierras para abrir paso a plantaciones de agrocombustibles. Se han gastado billones de dólares en la industria armamentística, despilfarrando ingentes recursos humanos y materiales que deberían dedicarse a realizar una transición sostenible.
Dando pasos hacia adelante vamos aprendiendo. Estos pasos nos ayudarán a convencer a la gran mayoría de la gente de que una transición sostenible trae la promesa de una vida mejor y más plena. Los campos social, político, económico y ambiental están íntimamente interrelacionados. Por tanto, una estrategia coherente debería cubrirlos todos: esta es la idea central del concepto de transición sostenible.
Un aspecto de este concepto es el reestablecimiento de las comunidades locales en lugar del mercado global como unidad básica social, política y económica. La cohesión social, la participación democrática, la rendición de cuentas económica y la responsabilidad ecológica sólo se pueden alcanzar asegurando que cada decisión se tome al nivel más básico que sea adecuado. Ésta es una lección básica que hemos aprendido de las culturas étnicas y las comunidades locales.
Un enfoque comunitario, por tanto, no contradice la necesidad de una cooperación internacional extensiva. Por el contrario, requerirá alianzas más firmes dentro y a través de las fronteras entre productores directos en la agricultura, la silvicultura, la pesca y la industria. Las alianzas reforzadas por la igualdad de género y por el reconocimiento y la eliminación de las relaciones de poder injustas a todos los niveles. También incluye la necesidad de acuerdos cooperativos regionales e internacionales más fuertes para administrar los recursos comunes y compartidos, como los recursos hídricos transfronterizos. Además, la cooperación internacional promoverá el intercambio completo de ideas, tecnologías y conocimientos a través de todas las fronteras, además de entrar en un diálogo abierto, basado en el respeto mutuo entre las diferentes culturas.
5. Vías de transición
Muchas personas trabajan para crear una industria, agricultura, silvicultura y pesca más sostenible, así como en el sector de las energías renovables. Estas iniciativas dentro del sistema han desarrollado aún más las alianzas con otros sectores de la sociedad, los sindicatos, los consumidores, la población urbana, los profesores y los investigadores; todos ellos se esfuerzan para alcanzar modos de vida más sostenibles.
Naciones Unidas y la Conferencia de las Partes
Debemos influir en las negociaciones sobre el Cambio Climático y la 15ª Conferencia de las Partes (CDP15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Las lecciones aprendidas de rondas de negociaciones previas no son muy prometedoras. A pesar de los planes de alto nivel de acción concertada iniciados en la Convención Marco sobre el Cambio Climático de Río de Janeiro de 1992, y posteriormente en el Protocolo de Kioto de 1997, los resultados son escasos y no se han solucionado los problemas. De hecho, la situación ha empeorado, pues ha habido muy poco progreso en los principios, objetivos y plazos de la Convención y del Protocolo.
Los mismos intereses de las grandes empresas, que en gran medida son responsables de la crisis del clima, parecen tener una influencia inmensa en las políticas climáticas a escala nacional y mundial. Nos oponemos firmemente a esta influencia antidemocrática de los lobbies en las actuales negociaciones de la CDP. Al contrario, pedimos a los estados que pongan en práctica mecanismos de evaluación para todas las políticas e instrumentos políticos bajo la CMNUCC, para asegurar procesos inclusivos y deliberativos multilaterales que reparen las desigualdades existentes, ya sean de género, color, edad, discapacidad u otras formas de discriminación en las negociaciones de la CDP. Exigimos que la CDP15 llegue a un acuerdo que inicie la recuperación del equilibrio ambiental, social y económico del planeta con medios que sean sostenibles e igualitarios ambiental, social y económicamente, y que finalmente culmine en un tratado jurídicamente vinculante.
Nuestras exigencias
Levantamos nuestra voz ante los líderes de la CMNUCC para postular las exigencias y alternativas del pueblo.
1. Supresión de los combustibles fósiles: Pedimos una estrategia clara para desmantelar la era de los combustibles fósiles en los próximos 30 años, que deben incluir hitos específicos para cada período quinquenal. Exigimos una reducción inmediata en las emisiones de gases de efecto invernadero de los países industrialiazos de, como mínimo, un 40% en comparación con los niveles de 1990 para el año 2020.
2. Reparaciones y compensación por la deuda climática y por los delitos ambientales: Exigimos reparaciones plenas para los países del Sur y aquellos empobrecidos por los estados del Norte, las corporaciones transnacionales y por instituciones de paraísos fiscales. De este modo, afrontamos parcialmente las injusticias históricas asociadas a la industrialización desigual y el cambio climático, originado en el genocidio de naciones indígenas, el tráfico transatlántico de esclavos, la era colonial y las invasiones. Esto debe ir acompañado de una estrategia igualmente clara para que los que se han enriquecido compensen a los pueblos empobrecidos por la deuda climática, y más ampliamente por la deuda ecológica. Se debería establecer un fondo global y democrático para dar un apoyo directo a las víctimas del cambio climático. Los países desarrollados deben proporcionar tecnologías nuevas, obligatorias, adecuadas, con financiación fiable y libre de patentes para que se adapten mejor a impactos climáticos adversos y para llevar a cabo reducciones de emisiones. Esto permitiría a los países en desarrollo desempeñar un papel en la contención del cambio climático, al mismo tiempo que se satisfacen las necesidades y aspiraciones de sus poblaciones. Las instituciones financieras internacionales, las agencias donantes y los mecanismos comerciales no deberían tener parte en las reparaciones.
3. Una prohibición global inmediata de la deforestación de bosques primarios y el inicio paralelo de un programa mundial ambicioso de plantación de árboles basado en especies nativas de diversa índole en asociación con pueblos indígenas y comunidades dependientes de los bosques. De forma similar, una prohibición de métodos de pesca industrial a gran escala y una vuelta a prácticas pesqueras principalmente de tipo local y sostenible. Por último, una prohibición de la apropiación de la tierra por parte de intereses extranjeros y la aceptación plena de la soberanía popular sobre los recursos naturales.
4. Nos oponemos radicalmente a las falsas y peligrosas soluciones orientadas al mercado y centradas en la tecnología que proponen muchas compañías transnacionales. Entre ellas, la energía nuclear, los agrocombustibles, la captura y el almacenamiento del carbono, los Mecanismos de Desarrollo Limpio, el biochar, los cultivos transgénicos “climate ready”, la geoingeniería y la reducción de emisiones a través de la deforestación y de la degradación de los bosques (REDD) definida en la CMNUCC. Todas ellas no hacen más que producir nuevas amenazas ambientales y no solucionan la crisis del clima. Las compensaciones y el comercio del carbono también son instrumentos falsos e injustos porque tratan un recurso mundial común, como es la atmósfera, como un producto que puede poseerse y comercializarse. Hasta ahora el sistema no ha mostrado ninguna ventaja y, al permitir a los países ricos compensar la reducción de sus obligaciones, ha mantenido este sistema injusto e insostenible.
5. Un impuesto equitativo sobre las emisiones de carbono: Exigimos un impuesto equitativo sobre las emisiones de carbono en lugar del régimen de cuotas comerciables carbono. Los ingresos obtenidos a través de dicho impuesto deben devolverse a los pueblos de manera equitativa y una parte de ellos debería utilizarse para compensar y para contribuir a financiar la adaptación y a la mitigación. Sin embargo, esto no sustituye la reparación de la ya acumulada deuda climática. Dicha compensación y financiación debe ser incondicional y quedar fuera de los mecanismos de mercado y de las instituciones financieras. Se debe fomentar la reducción de las emisiones por medio de un impuesto sobre el carbono transparente y fuertemente progresivo, y por medio de reglamentos específicos que eliminen paulatinamente el uso de combustibles fósiles a la vez que promueven una energía segura, limpia y renovable.
6. Instituciones multilaterales y empresas transnacionales: Las instituciones económicas y financieras internacionales como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los bancos de desarrollo regional, las instituciones donantes y los acuerdos de comercio son injustos, no sostenibles y no rinden cuentas y habría que sustituirlos por instituciones equitativas y democráticas que funcionen dentro del marco de la Carta de las Naciones Unidas, que respeten la soberanía popular sobre los recursos y promuevan la solidaridad entre los pueblos y las naciones. También se debería crear un mecanismo que controle y vigile estrechamente las operaciones de las empresas transnacionales.
Finalmente, nos comprometemos a trabajar activamente para llevar a cabo estas transiciones sostenibles para nuestras sociedades dentro de las líneas que impulsamos en esta Declaración.
6. Un movimiento mundial para una transición sostenible
Independientemente de los resultados de la Cumbre de Copenhague sobre el Cambio Climático, hay una necesidad urgente de construir un movimiento mundial de movimientos que trabajan a largo plazo en favor de una transición sostenible para nuestras sociedades. A diferencia de las estructuras de poder vigentes, este movimiento debe crecer en sentido ascendente. Lo que necesitamos es una gran alianza de movimientos ambientales, sociales, sindicales, agrícolas, de sociedad civil y otras partes alineadas que puedan trabajar juntos en la lucha política diaria a escala local, nacional e internacional. Esa alianza implica al mismo tiempo la creación de una nueva mentalidad y nuevas formas de activismo social, y debe ser capaz no sólo de reaccionar ante las prácticas no sostenibles, sino también de demostrar por el ejemplo cómo puede funcionar una nueva economía sostenible.
Nosotros, los pueblos, comunidades y organizaciones sociales participantes en Klimaforum09 estamos comprometidos a capitalizar los resultados logrados en este foro para proseguir el desarrollo de un movimiento mundial de movimientos.
Esta Declaración tiene por objeto servir de inspiración al desarrollo de ese movimiento y marcar el rumbo que queremos seguir. Juntos, podemos propiciar una transición mundial hacia un futuro sostenible. Únanse a nosotros.
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