jueves, 7 de marzo de 2013

“Quiero recordarlo vivo, porque está vivo”

“Tango 01. El martes pasado, no bien me avisaron lo de Hugo, decidí viajar de inmediato a Caracas. Florencia me acompaña. No podía esperar, infinita tristeza: nuestro compañero, el amigo de Argentina, había emprendido la partida. Al menos, eso creí. Llama Evo, pregunta cuándo viajo: ¡ya! Le noto la voz muy triste. Llama Pepe, pregunta si vamos juntos. Claro. Viene con su compañera Lucía.

”Llegamos miércoles a la madrugada. Elías Jaua, canciller venezolano, me avisa que a las 11hs. saldrá el cortejo desde el hospital rumbo a la Academia Militar, a la que piensan arribar a las 16hs. SU ACADEMIA. Allí donde cenamos en la Cumbre de países africanos y la Celac. El acto protocolar para presidentes será el viernes. Le aviso que en esta ocasión lo mío no es protocolar y me iré el jueves.

”No vine a despedir a un presidente, sino a un compañero y un amigo. El mejor amigo que tuvo la Argentina cuando todos le soltaron la mano. Le guste a quien le guste. Pepe me dijo en el avión, cuando viajábamos, que no recordaba en la historia un gobernante tan generoso.

”Miércoles al mediodía. Veo a Evo acompañando a Hugo, Nicolás y todo el gobierno en medio de una marea roja y tricolor. ¡Cómo me gustaría estar ahí! No puedo: el calor, la hipotensión crónica y el médico me lo prohíben.

”No aguanto más en el hotel, voy a esperarlo a la Academia. Luego de horas finalmente llega. En la entrada un tumulto indescriptible. Pido permiso a los soldados y subimos con mi hija a un banco de madera para verlo llegar. Cuánto dolor. Siento que me alcanzan otros momentos. Cuando hacemos con Evo, Pepe y Lucía la primera Guardia de Honor del féretro, no lo miro. Sólo quiero recordarlo vivo. Porque está vivo.

”Lo compruebo definitivamente el jueves por la mañana. Cuando miles y miles comienzan a acercarse a la capilla ardiente. Niños, mujeres, hombres, jóvenes, ancianos, discapacitados, soldados, trabajadores, médicos, docentes, familias. SU VENEZUELA. Algunos lo lloran, lo saludan, muchos se cuadran, gritan que nunca morirá. Estoy allí, frente a ellos, me saludan con el puño en el corazón o con un beso, me llaman por mi nombre, me extienden su mano. No se necesita más para entenderse, hay un código en común.

”Hombres como Chávez no mueren nunca. Vive y vivirá en cada venezolano y venezolana que dejó de ser invisible y se tornó protagonista. Este hombre les abrió la cabeza. Ya nadie se las podrá cerrar, jamás.

”Antes de partir me acerco y sin mirarlo toco la bandera que está sobre el féretro. Me despido, por ahora. Nicolás Maduro y Cilia, su mujer, me acompañan hasta la puerta de la Academia. Miles y miles de hombres y mujeres que saludan. Otra vez la marea roja y tricolor que grita. ¡Queremos ver a Chávez!, repiten una y otra vez. ¿No les dije? Chávez está Vivo. Para siempre.”

Cristina Fernández

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